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MEDIA
COLUMNA
Sin
legitimidad
no
basta la fuerza
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
El dólar está ya cerca de cuatro soles e impacta
con fuerza en los precios del trigo para el pan y los fideos, y del maiz
para alimento de los pollos, que en ambos casos importamos en su totalidad a precios
que, además, se estpan disparando en la economía global postpandemia. El alza
del dólar ya genera inflación en soles y la inflación provoca una mayor alza
del dólar. Y esto empeora. Es una espiral que los peruanos hemos
conocido bien en el pasado. Conduce al desabastecimiento y las colas
en la calle. Es lo que ocurre hoy en Cuba y en Venezuela.
Si ambos regímenes han durado tanto es por la
fuente de dólares del petróleo de Venezuela. Pero no es inagotable. Su
producción hoy no es ya ni la sombra de lo que fue. Y lo será cada vez menos en
un mundo que rechaza los combustibles no renovables y la contaminación
ambiental. Allende no duró en Chile
porque el experimento se ahorcó por falta de dólares. Lo mismo pasará en la
Argentina. De allí que apoderarse de los recursos naturales del Perú, de Chile
y de Bolivia sea para el castrismo una cuestión de vida o muerte. El cobre, el oro,
el litio y el uranio del siglo XXI son la fuente de dólares que necesita para
seguir respirando. Sin ella, muere.
Lo que hace Venezuela hoy es armar a un contingente
de mercenarios capaces de reprimir a cualquier costo toda expresión de protesta
en las calles sin que importe la violación masiva de derechos humanos. Eso es
imposible sin someter primero a las fuerzas armadas, lo que supone copar antes
los servicios de inteligencia para hacerlos girar 180 grados hacia adentro, a
vigilar a las propias fuerzas armadas de modo de separar de ellas a todos los
oficiales potencialmente opositores al gobierno. Esa es la receta del
castrismo. El propio Fidel se la detalló años atrás a Hugo Chavez. Sin dólares
ya, solo la fuerza bruta permite al castrismo permanecer en el poder hoy en una
Venezuela hambrienta.
Lo que al pueblo peruano le interesa de inmediato
es el precio de los alimentos –del pollo y del pan- y tomará la calle si la
inflación no para. El gobierno tendrá que lidiar con eso. Y, sin legitimidad,
no podrá hacerlo sino por la fuerza. Si el recuento de actas electorales
actualmente en marcha en el Perú no llega a su término con transparencia y hasta
el último voto, el resultado será un gobierno sin legitimidad de origen. Un
gobierno así solo se puede sostener por la fuerza de las armas.
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