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MEDIA COLUMNA
Soltar las amarras
y dejar partir
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La solución es permitir a todas las empresas formales
del Perú reabrir sus puertas y que ellas se encarguen de cuidar a sus
trabajadores. Y permitir igualmente a las empresas informales reabrir. Son
clientes o proveedores de las empresas formales y no pueden ser separadas unas
de otras. El gobierno debe delegar esa responsabilidad ahora ya en las empresas
y en las familias.
El gobierno se siente política y moralmente
responsable de los peruanos. Por eso cree su deber ampliar y extender su
liderazgo –indispensable en la respuesta al reto descomunal de la salud- al campo
de la reapertura de la economía.
Es aquí donde se equivoca. Hizo muy bien en dictar
oportunamente la cuarentena. Pero no es su deber ni su derecho prolongar ese
estado excepcional hasta ejercer una tutoría en la economía que en este momento ya es clamorosamente
dañina para los ciudadanos,.
Una vez alcanzada la meseta en que los casos nuevos
de contagio se mantienen relativamente constantes y se inicia el descenso –por
largo que pueda ser- en lo que resta el deber y la responsabilidad del gobierno
es concentrar su capacidad de respuesta en salud en los focos donde el contagio
es más grave en el país: la costa Norte, la Selva y los distritos ya
identificados de Lima y el Callao.
Y es su deber también mantener en el resto del
territorio una vigilancia con seguimiento diario de la información sobre los casos
nuevos. Y publicarla prolijamente. En el resto del país ya no puede ni debe
hacer más de lo que ha hecho. Ha llegado el momento de soltar.
El plan de una reapertura en cuatro fases por cuatro
meses y los protocolos sectoriales dictados hasta el momento, de aplicarse,
quebrarían a las empresas peruanas.
Y la idea de aprovechar la reapertura para abatir la
informalidad de la economía es un espejismo peligroso. Se convierte fácilmente
en el pretexto para que el Estado intente recobrar en el Perú el control de la
economía que perdió hace ya muchas décadas, que nunca debió buscar y que no
podrá recuperar.
Exigir a las empresas formalizarse como condición
para volver a la actividad productiva no es solo un imposible material, es un
error. Lo que va a conseguir el gobierno es la pérdida total de su autoridad política
y su legitimidad moral cuando el pueblo tome la solución en sus manos, ignore
reglas absurdas y vuelva a la actividad resuelto una vez más a permanecer en la
informalidad.
Para conseguir la formalización de la economía y la
sociedad peruanas es el Estado el que debe ser reformado en primer lugar. La
digitalización es necesaria, pero pero no suficiente. Porque la formalización tiene
que ser primero un acto libre y voluntario de los peruanos, no puede ser
impuesto.
Tiene como requisito previo el reconocimiento por el
Estado del derecho irrestricto de los peruanos a la propiedad –desde la tierra
hasta las ideas-. Y de su derecho también a la libertad incluidos los riesgos que
inevitablemente supone, porque la libertad y la propiedad son la primera y última
garantías de su derecho a la vida.
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