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martes, 15 de noviembre de 2016

ESTA NOCHE martes 14 noviembre 2016



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.

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MEDIA COLUMNA
Método en esa locura


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Hay quienes temen que Donald Trump sea poco menos que un loco que va a incubar la tercera guerra mundial.

Su posición, sin embargo –reiterada hasta el cansancio en todos los foros y debates sobre política exterior en que ha participado-, ha sido que el primer enemigo es el terrorismo global.

Y también que para derrotarlo se necesita aliados, aunque no sean gobiernos democráticos.

En efecto, el reproche de Trump a Obama y a Hillary Clinton, su ex secretaria de Estado, es haberse dedicado por años a derribar dictadores en Oriente Medio en nombre de la democracia incubando inadvertidamente monstruosidades como el Estado Islámico, que surgieron luego de su caída.

Trump probablemente se entenderá con Vladimir Putin en que hay que acabar con el terrorismo sin poner por delante sus diferencias en torno a la permanencia de Bashar al Asad en Siria o la de Rusia en Ucrania y Crimea.

Una vez barrido del mapa el terrorismo, se sentarán a ventilar sus discrepancias en una larga partida de ajedrez que no desembocará en una tercera guerra mundial y tampoco en una guerra fría. 

De otra parte, parece abrirse paso finalmente la idea de que la elección de Trump puede, al cabo, convenirle a las economías emergentes, como el Perú.

El nuevo presidente de Estados Unidos anuncia un plan masivo de inversión en infraestructura de carreteras, puertos, aeropuertos y comunicaciones para recupertar el crecimiento de la economía de su país.

Para nosotros, la noticia es que eso va a requerir una inmensa cantidad de cobre. El precio del cobre en el mercado global se ha disparado como la espuma desde la victoria de Trump. El Perú podrá vender el cobre que produce, y eso ya es un horizonte en sí mismo.

La prioridad para Trump –empresario, no banquero- es la recuperación de la economía real. No el crecimiento de Wall Street(y su economía virtual de papeles sin respaldo, que colapsó hace ocho años.  

Esa recuperación no necesita subir las tasas de interés por ahora. La FED lo va a tener que pensar tres veces antes de subir las tasas en diciembre, como ha venido anunciando. Subir las tasas de interés frenaría el crecimiento.

Además, dispararía el dólar en el mercado global. El proteccionismo que Trump tiene en mente va a reducir las importaciones (de bienes terminados), pero requerirá de que sus exportaciones no se vengan abajo. No necesita un dólar fuerte.

No debería haber entonces más alzas globales del dólar ni de tasas de interés que las disparen. En ese escenario tampoco habría devaluación de las monedas de economías emergentes, desde el yuan chino hasta el sol peruano.

Parece que ni Rusia, ni China, ni el Perú tienen mucho que temer de Estados Unidos. Donald Trump no es ningún loco. Se hace el loco, pero, como dice Shakeaspeare de Hamlet, hay método en su locura.



REPORTE DE NOTICIAS en Internet
 Las siguientes notas periodísticas de política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican sólo como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.



LIBERTAD ECONOMICA, GLOBALIZACION, REFORMAS, INVERSION



Correo
Trump, del dicho al hecho
Alan García
Contra lo “políticamente correcto”, contra el “establishment” de los políticos profesionales y las empresas periodísticas, Trump ha triunfado. Queda claro que, en una sociedad plural e informada, los dueños del poder y de la influencia mediática no son dueños de la verdad. Hasta allí lo positivo.
Pero, por el discurso y los modales de Trump, se ha difundido un gran temor: se encarcelará a Hillary, se construirá un muro en la frontera mexicana, se cerrará el mercado a los productos chinos, europeos y latinoamericanos, etc. Peor, se producirán más conflictos bélicos y hasta nucleares.
Pero eso es como pensar que el sol gira alrededor de la tierra y que esta es cuadrada. Porque la economía y la política ya son circulares, globales y, contra eso, el pintoresco Trump poco o nada podrá hacer. Su triunfo es su camisa de fuerza verbal, porque la tecnología y la revolución de las comunicaciones hacen imposible dar marcha atrás al sentido de la historia.
Estados Unidos es un país de consumidores que hace tiempo entregó grandes sectores de la producción a China y otros países. Es cómodo comprar más barato. ¿Podrá Trump cerrar el mercado a los productos chinos? Si lo hiciera, en dos años, la inflación norteamericana subiría y reduciría la pasajera creación de empleos por el cierre de las fronteras. Trump no puede hacer un viraje de 180 grados, solo puede modular unos grados hacia un lado u otro. Nada histórico, porque, en unos meses, la comunicación, las redes y la web compensarían el flujo de bienes.
¿Construirá un muro? Salvo la cómica y efímera “reactivación” de la industria del cemento, eso no tendría mayor consecuencia, porque hay otras mil formas de entrar a los EE.UU. Pero, además, el salario de los trabajadores norteamericanos elevaría el precio de los productos agrícolas y de los servicios, impulsando la inflación y reduciendo el consumo dentro de los Estados Unidos. Luego, un muro tiene dos lados, y dejarían de producirse automóviles para EE.UU. en México y cada vehículo subiría allí 15%. Así, el empleo creado por el proteccionismo serviría para comprar menos. En dos años habría mayores precios, más desorden social y los demócratas ganarían el Congreso.
Además, los Estados Unidos exportan muchos trillones de dólares y si limitan sus compras, también se reducirán sus ventas al exterior porque sus productos serían más caros y pocos los comprarían. Gran regalo para China.
Algo que podría hacer sin gran costo inmediato es cerrar el ingreso a los inmigrantes árabes o, tal vez, retirar su presencia militar y política del Medio Oriente. Aislacionismo. Pero el lobby judío lo destruiría publicitariamente y, peor aun, el desorden del mundo árabe multiplicaría la invasión de migrantes hacia Europa. Y la crisis europea se agravaría más, limitando sus compras a Norteamérica. Más negocio para China.
Total, entregaría a China la hegemonía en Europa y, además, el gran mercado productivo y de consumo del futuro, que es África, con su inmensa capacidad agrícola y minera no desarrolladas. Total, ni los cubanos de Florida que lo apoyaron verán retroceder las concesiones de Obama a la dictadura de Castro, porque Trump sí ve la isla como un mercado inmobiliario para Norteamérica.
Y como en el Gatopardo, todo cambiará un poco para que nada cambie. Y no por demagogia o engaño, sino por la realidad. Hitler, Stalin y los micro-Sanchezcerros fueron posibles porque hace 80 años el mundo era muy diferente. Sino, véase al griego Psipras, el izquierdista amenazante que iba a romper con Europa, gobernando arrodillado y cumpliendo obedientemente lo que Europa le ordena.
¿Y el Perú? Pocos lo creerán, pero podría ser uno de los beneficiados con los primeros momentos del gobierno Trump. Nuestro país, esencialmente minero, requiere para sus grandes cambios sociales las macroinversiones que solo trae la minería. Mi gobierno dejó en marcha Las Bambas, Toromocho, y las ampliaciones de Cerro Verde y Southern. En total, 13,000 millones de dólares que le dieron a Humala un 1% más de PBI por año. Pero Humala no dejó ningún proyecto. Y si este gobierno prefiere no afrontar problemas y se va sin dejar 3 o 6 nuevos proyectos en marcha, comprometería gravemente el futuro. Pienso que para lograrlo, la incertidumbre en Estados Unidos y el temor mundial abren otra oportunidad que se cerrará en dos años. Debemos aprovecharla ahora. Señor Presidente: olvídese de lo que dijo de Trump e invítelo ya a la cita de APEC. Hágalo por el Perú.