ESTA NOCHE,
donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.
La opinión en MEDIA
COLUMNA representa exclusivamente a su autor. Usted puede reenviar y publicar
libre y gratuitamente cualquier MEDIA COLUMNA tomándola de este correo o de
jorgemorelli.blogspot.com
MEDIA COLUMNA
Método en esa locura
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Hay quienes temen que Donald Trump sea poco menos que un
loco que va a incubar la tercera guerra mundial.
Su posición, sin embargo –reiterada hasta el cansancio en
todos los foros y debates sobre política exterior en que ha participado-, ha
sido que el primer enemigo es el terrorismo global.
Y también que para derrotarlo se necesita aliados, aunque
no sean gobiernos democráticos.
En efecto, el reproche de Trump a Obama y a Hillary
Clinton, su ex secretaria de Estado, es haberse dedicado por años a derribar
dictadores en Oriente Medio en nombre de la democracia incubando inadvertidamente
monstruosidades como el Estado Islámico, que surgieron luego de su caída.
Trump probablemente se entenderá con Vladimir Putin en que
hay que acabar con el terrorismo sin poner por delante sus diferencias en torno
a la permanencia de Bashar al Asad en Siria o la de Rusia en Ucrania y Crimea.
Una vez barrido del mapa el terrorismo, se sentarán a
ventilar sus discrepancias en una larga partida de ajedrez que no desembocará
en una tercera guerra mundial y tampoco en una guerra
fría.
De otra parte, parece abrirse paso finalmente la idea de
que la elección de Trump puede, al cabo, convenirle a las economías emergentes,
como el Perú.
El nuevo presidente de Estados Unidos anuncia un plan
masivo de inversión en infraestructura de carreteras, puertos, aeropuertos y
comunicaciones para recupertar el crecimiento de la economía de su país.
Para nosotros, la noticia es que eso va a requerir una
inmensa cantidad de cobre. El precio del cobre en el mercado global se ha disparado
como la espuma desde la victoria de Trump. El Perú podrá vender el cobre que
produce, y eso ya es un horizonte en sí mismo.
La prioridad para Trump –empresario, no banquero- es la
recuperación de la economía real. No el crecimiento de Wall Street(y su economía
virtual de papeles sin respaldo, que colapsó hace ocho años.
Esa recuperación no necesita subir las tasas de interés
por ahora. La FED lo va a tener que pensar tres veces antes de subir las tasas en
diciembre, como ha venido anunciando. Subir las tasas de interés frenaría el crecimiento.
Además, dispararía el dólar en el mercado global. El
proteccionismo que Trump tiene en mente va a reducir las importaciones (de
bienes terminados), pero requerirá de que sus exportaciones no se vengan abajo.
No necesita un dólar fuerte.
No debería haber entonces más alzas globales del dólar ni
de tasas de interés que las disparen. En ese escenario tampoco habría devaluación
de las monedas de economías emergentes, desde el yuan chino hasta el sol
peruano.
Parece que ni Rusia, ni China, ni el Perú tienen mucho que
temer de Estados Unidos. Donald Trump no es ningún loco. Se hace el loco, pero,
como dice Shakeaspeare de Hamlet, hay método en su locura.
REPORTE
DE NOTICIAS en Internet
Las
siguientes notas periodísticas de política y economía han sido seleccionadas,
editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como
tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican sólo
como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.
LIBERTAD ECONOMICA, GLOBALIZACION,
REFORMAS, INVERSION
Correo
Trump, del dicho al hecho
Alan García
Contra lo “políticamente correcto”, contra el “establishment” de los
políticos profesionales y las empresas periodísticas, Trump ha triunfado. Queda claro
que, en una sociedad plural e informada, los dueños del poder y de la
influencia mediática no son dueños de la verdad. Hasta allí lo positivo.
Pero, por el discurso y los modales de Trump, se ha difundido un gran
temor: se encarcelará a Hillary, se construirá un muro en la frontera mexicana,
se cerrará el mercado a los productos chinos, europeos y latinoamericanos, etc.
Peor, se producirán más conflictos bélicos y hasta nucleares.
Pero eso es como pensar que el sol gira alrededor de la tierra y que
esta es cuadrada. Porque la economía y la política ya son circulares, globales
y, contra eso, el pintoresco Trump poco o nada podrá hacer. Su triunfo es su
camisa de fuerza verbal, porque la tecnología y la revolución de las
comunicaciones hacen imposible dar marcha atrás al sentido de la historia.
Estados Unidos es un país de consumidores que hace tiempo entregó
grandes sectores de la producción a China y otros países. Es cómodo comprar más
barato. ¿Podrá Trump cerrar el mercado a los productos chinos? Si lo hiciera, en
dos años, la inflación norteamericana subiría y reduciría la pasajera creación
de empleos por el cierre de las fronteras. Trump no puede hacer un viraje de
180 grados, solo puede modular unos grados hacia un lado u otro. Nada
histórico, porque, en unos meses, la comunicación, las redes y la web
compensarían el flujo de bienes.
¿Construirá un muro? Salvo la cómica y efímera “reactivación” de la industria del
cemento, eso no tendría mayor consecuencia, porque hay otras mil formas de
entrar a los EE.UU. Pero, además, el salario de los trabajadores
norteamericanos elevaría el precio de los productos agrícolas y de los
servicios, impulsando la inflación y reduciendo el consumo dentro de los
Estados Unidos. Luego, un muro tiene dos lados, y dejarían de producirse
automóviles para EE.UU. en México y cada vehículo subiría allí 15%. Así, el
empleo creado por el proteccionismo serviría para comprar menos. En dos años
habría mayores precios, más desorden social y los demócratas ganarían el
Congreso.
Además, los Estados Unidos exportan muchos trillones de dólares y si
limitan sus compras, también se reducirán sus ventas al exterior porque sus
productos serían más caros y pocos los comprarían. Gran regalo para China.
Algo que podría hacer sin gran costo inmediato es cerrar el ingreso a
los inmigrantes árabes o, tal vez, retirar su presencia militar y política del
Medio Oriente. Aislacionismo. Pero el lobby judío lo destruiría
publicitariamente y, peor aun, el desorden del mundo árabe multiplicaría la
invasión de migrantes hacia Europa. Y la crisis europea se agravaría más,
limitando sus compras a Norteamérica. Más negocio para China.
Total, entregaría a China la hegemonía en Europa y, además, el gran
mercado productivo y de consumo del futuro, que es África, con su inmensa
capacidad agrícola y minera no desarrolladas. Total, ni los cubanos de Florida
que lo apoyaron verán retroceder las concesiones de Obama a la dictadura de
Castro, porque Trump sí ve la isla como un mercado inmobiliario para
Norteamérica.
Y como en el Gatopardo, todo cambiará un poco para que nada cambie. Y no
por demagogia o engaño, sino por la realidad. Hitler, Stalin y los
micro-Sanchezcerros fueron posibles porque hace 80 años el mundo era muy
diferente. Sino, véase al griego Psipras, el izquierdista amenazante que iba a
romper con Europa, gobernando arrodillado y cumpliendo obedientemente lo que
Europa le ordena.
¿Y el Perú? Pocos lo creerán, pero podría ser uno de los beneficiados con los
primeros momentos del gobierno Trump. Nuestro país, esencialmente minero,
requiere para sus grandes cambios sociales las macroinversiones que solo trae
la minería. Mi gobierno dejó en marcha Las Bambas, Toromocho, y las
ampliaciones de Cerro Verde y Southern. En total, 13,000 millones de dólares
que le dieron a Humala un 1% más de PBI por año. Pero Humala no dejó ningún
proyecto. Y si este gobierno prefiere no afrontar problemas y se va sin dejar 3
o 6 nuevos proyectos en marcha, comprometería gravemente el futuro. Pienso que
para lograrlo, la incertidumbre en Estados Unidos y el temor mundial abren otra
oportunidad que se cerrará en dos años. Debemos aprovecharla ahora. Señor
Presidente: olvídese de lo que dijo de Trump e invítelo ya a la cita de APEC.
Hágalo por el Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario