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MEDIA COLUMNA
Tontos
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
El
virus es un fenómeno natural y obedece a leyes naturales. Por lo tanto, es predecible. No cambia de “estrategia” como
si fuera un inteligente invasor extraterrestre.
Al
virus se le aplica la segunda ley de la termodinámica: es un proceso que va
perdiendo energía. En palabras más simples es una cuestión de gravedad: puede tardar
un poco, pero baja por sí mismo, como una piedra arrojada al aire o un satélite
al espacio.
El
virus es un proceso, entonces, y dura entre 70 y 90 días. Así ha sido en Asia,
que manejó las cosas bien, pero también en Europa, que las desmanejó mal.
Primera sospecha: el proceso del virus puede ser marginalmente intervenido por
una política pública inteligente, pero básicamente sigue su propia dinámica.
Como todo proceso gripal, se puede aliviar, pero solo se cura generando
anticuerpos, su propia reacción inmunológica.
Es
necesario tener perspectiva. Tristemente, tenemos cerca de tres mil muertos, de
una población de 32 millones de peruanos (es el 0.009 por ciento). El Reino
Unido, con el doble de habitantes que el Perú y el mejor servicio de salud
pública del mundo, tiene 40 mil muertos (el 0.06 por ciento). Así como suena: ¡40
mil muertos! Más de diez veces más que el Perú con solo el doble de población.
Pero
supongamos un momento que el gobierno en su perversa estrategia política trata de
ocultar los hechos para evitar ser políticamente responsabilizado por ellos, o
que por no minar-la-moral-de-la-tropa esconde maliciosamente que los números son
en realidad diez veces más grandes. En tal caso el Perú, con su pobre pero
valiente servicio de salud pública, tendría más o menos la misma proporción de
muertes que el Reino Unido.
No
importan los motivos del gobierno. Lo que importa es la tendencia de la curva. Esa
tendencia obedece a un proceso natural que dura unos tres meses. Estamos por
encima de los dos meses ya. A mediados de junio estamos fuera de esto. Como lo
están ya Korea e Italia independientemente de su manejo –excelente o
desastroso- de la pandemia.
Pero
los tontos andan por ahí lloriqueando porque nos vamos a morir todos, porque el
gobierno nos miente, nos engaña. ¡Nadie sabe cuál es la verdad, tontos! El
gobierno tampoco. Es más, nunca sabremos cuál fue la verdad, ni siquiera el
número exacto de muertos, mucho menos el de contagiados.
¡No
importa lo que el gobierno haga o diga! Lo único que está a su alcance es
concentrar su acción en las zonas de contagio de hoy y respetar el undécimo
mandamiento de no estorbar la recuperación de la economía. Lo que las familias
y las empresas pueden hacer es seguir precauciones elementales para cuidar de
sus miembros, mantener la cabeza fría y no perder de vista la tendencia hasta
que la curva baje, como lo hará, porque es lo que hacen los fenómenos
naturales.
Y
en el mejor de los casos quizá logremos sacar algo útil de la experiencia.
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