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MEDIA COLUMNA
Devolverle el poder
a la Corte Suprema
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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El presidente ha convocado al Congreso a una legislatura extraoridinaria
para decapitar a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura. Podría
igualmente decapitar a la Corte Suprema y eso no acabaría con el monstruo.
Ya lo hemos hecho antes, además. Este no es básicamente un problema de
personas probas sino de una arquitectura institucional fallida que hay que
rediseñar. Decapitar no basta. Como sabían los griegos, cuando se le corta una
cabeza a la Hidra, esta sale de nuevo.
En este sentido, la comisión de “notables” que ha nombrado el gobierno
para reformar la justicia no tiene los que necesita para cumplir con su
encargo.
En primer lugar porque el ámbito del encargo es demasiado pequeño. No
cubre todo el problema.
Su cometido debió ser la reforma del equilibrio de poderes. Lo que está
mal es la relación entre los tres poderes del Estado y no el poder Judicial
unicamente. Si no se aborda la relación entre los poderes, reformar la justicia
por sí sola terminará de nuevo en el fracaso. Porque precisamente por eso es
que ha fallado en el pasado.
No obstante, el encargo a los “notables” ni siquiera cubre la reforma completa
del sistema de justicia, como se proclama .
Veamos. A lo largo de los años, la Corte Suprema fue despojada de sus
funciones para entregárselas a organismos autónomos: el nombramiento de los jueces
y los fiscales, el control constitucional. Así es como se creó la Hidra de siete
cabezas –además de la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional, el Consejo
Nacional de la Magistratura, el Ministerio Público, etc.-, donde ninguna
prevalece y todas se devoran entre sí.
La solución es evidente: devolverle a la Corte Suprema las funciones que
le son propias como cabeza del sistema de Justicia. Con la Corte Suprema a la
cabeza, podrá incluirse en el sistema el nombramiento de los jueces y fiscales
a cargo de un organismo que reemplace al CNM y que sea una puerta de entrada y
salida del poder Judicial, bajo la responsabilidad política de la Corte
Suprema.
Devolverle el poder a la Corte Suprema es la forma de acabar con la
autonomía de las cabezas de la Hidra.
Y entonces quedará solo un último paso: devolverles igualmente a los
otros dos poderes –el ejecutivo y el legislativo- la función de la que también
fueron despojados: la del nombramiento de los jueces y fiscales supremos.
Restablecido el equilibrio de poderes, podremos dejar atrás por fin
nuestra democracia de baja gobernabilidad.
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