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MEDIA COLUMNA
Oye, la falla está en
el sistema de gobierno
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Con referéndum o sin él, las dos reformas
propuestas por el gobierno de Martín Vizcarra -la del Congreso y la del Consejo
Nacional de la Magistratura- son la piedra angular de la reforma del Estado.
Si tomamos distancía para tener persepectiva,
veremos que la reforma del CNM es el inicio de un gran cambio en las relaciones
del Congreso con el poder Judicial.
Veremos también que la bicameralidad es el
comienzo de un gran cambio también en las relaciones entre el Congreso y el
poder Ejecutivo.
Aquí es donde se halla la esencia de la gobernabilidad: la democracia de
baja gobernabilidad es siempre el producto de un mal equlibrio de poderes. Las
relaciones entre los poderes deben estar balanceadas, y ese equilibrio siempre
es precario y puede perderse. Hay que recuperarlo permanentemente.
Pero el tipo de equilbrio puede ser distinto. No es lo mismo el
presidencialismo que el parlamentarismo. Tienen su centro de gravedad en puntos
opuestos. Mientras en el parlamentarismo el centro de gravedad debe ser el
Congreso, en el presidencialismo debe ser el Ejecutivo.
Si en un sistema de gobierno presidencialista, en cambio, el centro de
gravedad se halla colocado en el Congreso -y este el caso nuestro-, hay una falla en el sistema
de gobierno que producirá una democracia de baja gobernabilidad.
Toda esta ingeniería institucional de pesos y contrapesos pertenece,
entonces, al sistema de gobierno y debe resolverse recuperando el equilibrio de
poderes perdido.
El sistema de gobierno, sin embat¿go, no es el único en una sociedad
política compleja. Hay otros dos: el sistema de partidos y el sistema
electoral. Los tres juntos forman lo que Dieter Nohlen llamó “Trilogía”.
El sentido común debería indicar que intentar corregir la falla del sistema
de gobierno introduciendo cambios en el sistema electoral -no importa cuan
ingeniosos sean- no va a recuperar el equilibrio de poderes. No va a superar la
democracia de baja gobernabilidad.
Desviar el debate de la reforma del sistema de gobierno hacia una
discusión estéril sobre el sistema electoral no va a darnos una solución. Y,
sin embargo, eso es exactamente lo que estamos haciendo.
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