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MEDIA COLUMNA
El fabricante del Terror
Jorge Morelli
El Terror
con mayúscula no aparece espontáneamente. El Terror es fabricado para
capturar el poder. Con elecciones o sin ellas.
Este es el modus operandi de la revolución en todas partes, la bolchevique y la de su antepasada, la Revolución Francesa. Es el método de Trotsky y Lenin. Frío, inescrupuloso, el fabricante del Terror es un cuadro político sobrehumano. La revolución “justifica” la acción inmediata, terminal, la decisión fría desprovista de toda compasión para aplastar cualquier intento contrarrevolucionario incluso antes de que asome de manera brutal, decisiva, inapelable. El fabricante del Terror no se detiene hasta la captura del poder. Para eso es el Terror.
Este es el modus operandi de la revolución en todas partes, la bolchevique y la de su antepasada, la Revolución Francesa. Es el método de Trotsky y Lenin. Frío, inescrupuloso, el fabricante del Terror es un cuadro político sobrehumano. La revolución “justifica” la acción inmediata, terminal, la decisión fría desprovista de toda compasión para aplastar cualquier intento contrarrevolucionario incluso antes de que asome de manera brutal, decisiva, inapelable. El fabricante del Terror no se detiene hasta la captura del poder. Para eso es el Terror.
Cuando el Terror se ha apoderado de todos los ciudadanos, jueces, funcionarios, periodistas, profesores, militares y religiosos, ya nadie se atreve a oponerse. Tampoco se puede seguir ya los acontecimientos que se precipitan de manera vertiginosa. Con información confusa y contradictoria o sin ella, aterrorizados todos por la violencia física y mental, la opinión pública está lista para aceptar cualquier autoridad que detenga la violencia. Entonces y solo entonces están dadas las condiciones para la captura del poder. Esto se hace de un solo golpe, en un solo día. Es el hecho consumado por excelencia. Es el manual de Trotsky y Lenin, de Fidel y Chávez en Cuba y Venezuela. Una vez capturado el poder, el Terror arrecia hasta aplastar definitivamente toda forma de contrarrevolución. A partir de allí, el Terror es permanente, ubicuo, anónimo, fabricado minuciosamente. Instrumenta al gobierno, a la magistratura, a la prensa. Es difícil detectarlo disfrazado detrás de los principios morales y los prejuicios sociales de la clase media tras los que se oculta. Hay que identificar al enemigo con claridad. El enemigo es el fabricante del Terror.
En
nuestro escenario, la lucha contra la corrupción oculta una lucha por el poder.
Está haciendo de la lucha anticorrupción
el instrumento y el pretexto para la fabricación del Terror. La prueba de que se desnaturaliza es que, de toda la clase política
señalada como corrupta, se encuentra privada de su libertad solamente quien no ha
cometido delito. Su prisión es un mensaje: significa “si puedo hacer esto con
un inocente, qué no podré hacer con el resto de la clase política, que no podré
hacer con el ciudadano común, que no podré hacerte a ti”.
Esto es
lo que aplicaron los bolcheviques en Rusia y sus émulos lstinoamericanos en Cuba
y Venezuela. Es una técnica en estado químicamente puro. Sirve para capturar el
poder. Para combatir el Terror, entonces, lo primero es hacer la pregunta
correcta: quién es el fabricante del Terror. La pregunta correcta ya es la
mitad de la respuesta.
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