sábado, 24 de mayo de 2014

ESTA NOCHE sábado 24 mayo 2014


ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre sino de lo que necesita saber.



MEDIA COLUMNA
El Sur ha vuelto los ojos

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com

Uno de los nuevos magistrados del Tribunal Constitucional es discípulo del juez que condenó a Alberto Fujimori con una acusación hecha a la medida de la condena que ya tenía preparada. El magistrado –dicen- es incluso autor de la sentencia.

Desde luego, tuvo los votos para ser elegido y no hay nada que objetar en esa elección. Solo que conviene anotar que fue elegido con la votación mínima indispensable. Y también que esa votación vino de la bancada aprista, que le dio el voto que necesitaba. Desde luego, los parlamentarios apristas estaban en su derecho de votar por el candidato del partido de gobierno. Pero ahora es forzoso vigilar las votaciones del nuevo magistrado constitucional en todo lo que tenga que ver con el ex presidente Alan García Pérez. Porque, ante un hecho que puede significar un giro en las alianzas políticas del oficialismo, es obligatorio ponerse en el escenario de un posible entendimiento tácito del ex presidente con el mandatario actual para cuidarse mutuamente las espaldas, de efecto inmediato para el ex jefe de Estado y de efecto diferido para el actual, cuando haya dejado el poder luego de unas elecciones en las que ya no tiene candidato. Por desagradable que resulte, es obligatorio sopesar ese escenario. Ahora es indispensable vigilar al milímetro la cancha electoral del 2016 y prevenir a tiempo la posibilidad de que resulte inclinada en contra de un candidato y en favor de otro.

En lo inmediato, las encuestas confirman que Keiko Fujimori representa un tercio del electorado, un respaldo que es igual a la suma de PPK y de AGP. Mientras el electorado de Keiko se halla en mayor medida en el sector D/E, sus contendores se disputan los votos del sector A/B. Cuando PPK sube, AGP baja. PPK le roba votos a AGP. Ninguno de los dos le quita votos a Keiko.  

La actividad que ella desarrolla desde hace años con sus visitas a todas las provincias del Perú prueba hoy su acierto. No hay nada que ganar en la trifulca política de Lima, empeñada en una guerra de pastelazos y guillotina que linda en la crueldad y el ridículo. Lo que Keiko hace es otra cosa. Está recuperando los votos fujimoristas del interior que, en ausencia del fujimorismo el 2006 y siendo ella aun joven en 2011, creyeron ver –sobre todo en el sur del Perú- en Ollanta Humala al militar que derrotaría a la delincuencia organizada, pondría orden en la minería ilegal y el narcotráfico, y eliminaría definitivamente al terrorismo. Nada de eso ha ocurrido. La decepción del pueblo peruano con Ollanta Humala es lo que causa hoy su derrumbe en las encuestas.

Keiko ha tomado conciencia de ese giro. El primer lugar del Perú al que ha concurrido el nuevo secretario general de Fuerza Popular a tomar el pulso del electorado ha sido la región de Puno, en otro tiempo considerado un bastión del radicalismo. Y, más claramente aun, en un hecho histórico que puede ser un giro en la geografía política electoral, Keiko encabezó el sábado pasado un mitin de más de ocho mil personas en la plaza Túpac Amaru del Cusco, ex plaza fuerte de la izquierda.   


Cierto, es obligatorio vigilar la cancha electoral del 2016. En ese sentido, advertidos están a tiempo. Pero mientras los analistas de lo ínfimo vociferan en Lima acerca del supuesto cisma del fujimorismo, el sur del Perú ha vuelto los ojos hacia la hija de Alberto Fujimori.   

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