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Juego limpio
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Con 52
votos -34 nacionalistas, siete toledistas, ocho populistas, uno de Unión
Regional, uno de Solidaridad Nacional y
uno sin bancada-, el oficialismo aprobó acusar a Alan García por los narcoindultos.
Sumando los restantes siete votos en contra y las siete abstenciones, votaron en
total solo 66 congresistas de los 130.
La bancada
fujimorista no votó a favor, ni en contra, ni se abstuvo. Marcó asistencia y no
votó. No hay precedentes de este tipo de expresión de voluntad de un grupo
parlamentario, pero es un acto impecable en lo jurídico y en lo político.
Como se sabe,
una resolución judicial anuló lo actuado en la megacomisión. Fue apelada por el
Congreso está pendiente la decisión del
poder Judicial. Ante eso, no votar ha sido lo correcto por respeto a la
decisión judicial pendiente. Al precipitarse a aprobar la
acusación constitucional sin esperar la decisión judicial, en cambio, el
oficialismo se ha hecho políticamente responsable de una interferencia del
Legislativo en otro poder del Estado. Independientemente de la responsabilidad que pudiera
caberle a Alan García por actos de su gobierno, el oficialismo –el partido de
gobierno y sus aliados- ha vuelto a mezclar la política con la justicia y a
oscurecer los hechos en vez de echar luz sobre ellos.
Al optar como lo ha hecho, el fujimorismo, en cambio, no
solo no se presta a avalar un acto cuyas funestas consecuencias ha sufrido en
carne propia, sino deja expresa constancia de su negativa a inhabilitar a un
adversario con subterfugios legales. Lo que quiere respecto de ese adversario,
que tampoco le jugó limpio, no es ganarle con sucios trucos en la mesa, sino limpiamente
en la cancha.
En estas elecciones próximas, el
fujimorismo está presentando candidatos en el 80% de las regiones del Perú, en
un 70 por ciento de las más de 180 provincias, y en al menos la mitad de los
más de 1,800 distritos de todo el país. Solo en un diez por ciento de esos
casos va en alianza con algún movimiento regional o local. En la
inmensa mayoría de los distritos, provincias y regiones donde postula, lo hace con
candidatos propios. Pronto podremos comparar las cifras con otros partidos para
ver si alguno se acerca a esa marca. Fuerza Popular no va a sacar
de la cancha con malas artes a un adversario. Juega en la cancha grande.
Fuerza Popular encabeza el
retorno de los partidos nacionales a las regiones, capturadas por la corrupción
a causa de una descentralización fallida, mal diseñada y peor ejecutada por dos
gobiernos anteriores, y avalada por la desidia o la complicidad del actual ante
los signos evidentes del desborde de la corrupción.
Precisamente por las
circunstancias que le tocó vivir al haber sido objeto del ataque de la
corrupción durante su gobierno, el fujimorismo tiene el deber ante el país de
sacar las lecciones necesarias para erradicar esa amenaza. Hace más de 40 años,
Samuel Huntington advirtió que, en ausencia de instituciones, el crecimiento
económico trae aparejada la corrupción y la violencia. La
corrupción es el efecto de la ausencia de justicia y de la falta de autoridad
política. Llevar las instituciones de la autoridad política y la justicia, de
la libertad económica y de la igualdad de oportunidades a todo el territorio
del Perú es la tarea de la hija de Alberto Fujimori.
Y esta semana la bancada fujimorista
en el Congreso ha dado cátedra de lo que es jugar limpio.
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