sábado, 7 de junio de 2014

ESTA NOCHE sábado 7 junio 2014


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Devolver para descentralizar de nuevo   


Jorge Morelli


La regionalización es un fracaso. Ha producido instituciones que son pasto de la corrupción. De los 25 presidentes regionales, 19 están procesados o investigados. El de Ancash está en la cárcel, el de Pasco fue detenido, el de Tumbes -un ex condenado por terrorismo- tiene orden de detención y está prófugo, el de Cajamarca podría tener orden de captura en cualquier momento. Los de Loreto y Arequipa están investigados. Sin más, esos seis ya son la cuarta parte del total. Entre 2003 y 2013, el lavado de activos en el país ha sobrepasado los 10 mil millones de dólares del narcotráfico, la minería ilegal, la corrupción de funcionarios, la evasión de impuestos. La regionalización no resistió ni un round.

Pero el gobierno parece estar en un universo paralelo. “No se puede manchar la honra o la buena gestión de todos los gobiernos regionales” por dos casos de corrupción, dijo esta semana el Presidente. Y anunció medidas “correctivas” de las fallas de la regionalización. Nadie sabe exactamente a qué se refiere. Según el ministro de Economía, se trataría de cambios para que el gobierno nacional pueda suspender las cuentas de los gobiernos regionales sin que la Contraloría tenga que pedirlo. Y cambios para impedir la reelección en las regiones. Lo último es inútil. Lo primero, innecesario.

Si se trata de ponerle al gobierno regional un interventor -para que no ocurra como en Ancash, donde no queda sino el guachimán para hacerse cargo- o de crear una superintendencia que decida, eso supone una organización nueva y una casuística para la intervención. Nada de eso existe ahora. Suponiendo que el gobierno tenga el equipo humano capaz de intervenir, no le queda en realidad otro camino que tomar la decisión política de hacerlo cuando lo crea necesario y asumir la responsabilidad política.  

El gobierno no tiene el equipo necesario para rediseñar la arquitectura fallida de esta regionalización que es una falsa descentralización. Tal vez este modelo no pueda ser corregido y deba ser desechado y reemplazado por una nueva descentralización. Así las cosas, que el Presidente diga que “hay que repensar la regionalización” es una frase hueca. No se puede repensar las cosas en el vacío.    

Debemos dejar de lado esta regionalización. La nueva descentralización debe ser devolución. Devolver es, por ejemplo, asegurar el derecho a la propiedad. El derecho de las comunidades andinas a la propiedad de la tierra, no solo a la posesión precaria de un activo. Devolver a los empresarios informales  o no el derecho a la propiedad de una idea, de una innovación, de una patente, una marca protegida.

Devolver es restablecer progresivamente a los directores de los 50 mil colegios estatales la autonomía para contratar y despedir maestros y la posibilidad de reclutarlos de entre los mejores -no solo de entre los que tienen hasta hoy un monopolio sobre las plazas magisteriales de la educación pública-. Devolver es restablecer la autoridad del gobierno nacional para dirigir los sistemas principales –no solo los de control- y a las provincias las funciones que les son despojadas por las regiones.

La devolución es el modelo en el que debemos rediseñar la descentralización.


Por tres años, el gobierno eludió esa decisión política, y el tiempo crucial se ha ido. Al comenzar su cuarto año, es demasiado tarde. Hará lo que pueda, ahora que por fin ha tomado conciencia. Esta será la tarea del próximo gobierno.  

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