ESTA NOCHE,
donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.
MEDIA
COLUMNA
Siento, luego existo
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Nos acecha un
sentimentalismo engañoso. En la pantalla solía estar confinado, pero se apoderó
hace décadas de la señal abierta del mediodía, luego de la noche y finalmente
de la entrevista en el cable y las redes sociales. Hoy la entrevista política
es un reality. El disfuerzo es el show, el invitado es un pretexto. El entrevistado
es el entrevistador. Sus opiniones son la noticia. Es un actor representando a
un periodista.
Parafraseando a Descartes, “siento, luego existo" parece el lema del siglo XXI. La duda de la conciencia se instaló en el siglo XX, pero el siglo XXI se ve en la necesidad de dudar ahora sistemáticamente del inconciente.
Parafraseando a Descartes, “siento, luego existo" parece el lema del siglo XXI. La duda de la conciencia se instaló en el siglo XX, pero el siglo XXI se ve en la necesidad de dudar ahora sistemáticamente del inconciente.
La materia
prima del seudo periodista-actor encubierto son las emociones. Parecen
confiables porque se las expresa con oficio. Dicen algo del actor, pero son
falsas noticias que el actor finge creer y el público da por ciertas, viralizándolas
hasta sepultar la verdadera información bajo una montaña de ruido. Cualquier pretexto
es bueno para el guión cotidiano. El libreto puede ser la engañosa idea de la
justicia como un derecho natural, presentada como instrumento legítimo de la lucha
contra la corrupción. Pero no es sino la corrupción del oficio periodístico
convertido en instrumento de extorsión política.
Hoy que el
engaño comienza a quedar al descubierto se viraliza la desconfianza radical hacia
todos salvo el entorno de confianza: el grupo de amigos, la familia. Es una recaída
en el estado de naturaleza anterior al contrato social.
Es una nueva emoción:
la del desencanto. Y la venganza ante el desencanto es engañar a otro. En la
cadena de la viralizacion en las redes, me libro del mal contagiándolo
deliberadamente. La noticia falsa es el virus. El desencanto puede desembocar fácilmente
en la violencia. Cuando sirve de fundamento a la acción política se transmuta en
Terror. Su expresión concreta y anónima es la violencia mental que implica la
violación cotidiana de la presunción de inocencia.
La trampa se cierra,
nos encierra, en una conducta obsesiva que gira en torno a la culpa, que hay
que castigar en chivos expiatorios. Se necesita responsabilizar a alguien. Como
es inconcebible que el mal sea cosa del azar, el mal termina siendo funcional al
castigo de alguien y al beneficio de su adversario.
No hay otra
salida de este laberinto que cancelar el pasado
con todas sus cuentas pendientes. Y es en la acción donde está el remedio. En
la decisión politica misma de hacerlo.
No es el que piensa
ni el que siente el que existe, sino el que actúa para cambiar la realidad.
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