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MEDIA COLUMNA
Hartos de
ustedes
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Las imágenes llegan hoy
desde el DF mexicano. De nuevo marchan por el Paseo de la Reforma y el Zócalo
contra López Obrador, del Grupo de Puebla; contra Evo, refugiado en el DF; contra
Maduro y la cúpula de Caracas; contra los herederos de Fidel en La
Habana, cuyos nombres ya nadie recuerda; contra Lula y el Foro de Sao Paulo que
diseminó la corrupción por todas partes; contra la sociedad de comediantes Fernández
& Fernández de Buenos Aires. Los pueblos de América Latina recién comienzan a
entender que la izquierda no es otra cosa que una opción reaccionaria.
Es parte del malestar que provocan las democracias de baja gobernabilidad. Las mismas que incuban
la demagogia y luego la recaída en el autoritarismo en un ciclo sin fin.
Pero ya estamos hartos de su perpetuo autoengaño, de su estupidez incurable, de su hipocresía insufrible. En suma, estamos hartos de ustedes.
Puede que en Europa todavía abunden tontos útiles de la caviarada, pero en América Latina van a perder el poder. En Caracas y en la Habana, como lo ha perdido Evo en Bolivia. Su ofensiva en esta primavera árabe sudamericana ha sido un total fracaso. No tumbaron a los gobiernos de Chile ni de Ecuador. Perdieron las elecciones en Uruguay ante Lacalle como en Brasi ante Bolsonaro. Si consiguieron engañar aun la buena fe del pueblo mexicano, eso ya no corre más, como muestran las imágenes apenas luego de un año con AMLO en la presidencia. Si han creido engañar al pueblo argentino, equivocan también. Son victorias pírricas, porque el desastre de ambas economías es inmanejable. Tendrán que administrarlo ustedes y la responsabilidad será suya.
Frustrado como todos, el papa Francisco ha intuido correctamente: "Hay gobiernos débiles, muy débiles, que no han conseguido poner orden y paz dentro", dijo refiriéndose a Chile, Colombia, Bolivia. Y agregó que es un “problema que no entendemos".
Pero ya estamos hartos de su perpetuo autoengaño, de su estupidez incurable, de su hipocresía insufrible. En suma, estamos hartos de ustedes.
Puede que en Europa todavía abunden tontos útiles de la caviarada, pero en América Latina van a perder el poder. En Caracas y en la Habana, como lo ha perdido Evo en Bolivia. Su ofensiva en esta primavera árabe sudamericana ha sido un total fracaso. No tumbaron a los gobiernos de Chile ni de Ecuador. Perdieron las elecciones en Uruguay ante Lacalle como en Brasi ante Bolsonaro. Si consiguieron engañar aun la buena fe del pueblo mexicano, eso ya no corre más, como muestran las imágenes apenas luego de un año con AMLO en la presidencia. Si han creido engañar al pueblo argentino, equivocan también. Son victorias pírricas, porque el desastre de ambas economías es inmanejable. Tendrán que administrarlo ustedes y la responsabilidad será suya.
Frustrado como todos, el papa Francisco ha intuido correctamente: "Hay gobiernos débiles, muy débiles, que no han conseguido poner orden y paz dentro", dijo refiriéndose a Chile, Colombia, Bolivia. Y agregó que es un “problema que no entendemos".
No es difícil de entender, sin embargo.
El malestar de la gente
en todas partes no proviene solo de la desigualdad, sino de la “debilidad” del
gobierno en responder, lo que no es sino la consecuencia de que la democracia de baja gobernabilidad es, en efecto, incapaz de resolver los problemas del pueblo en todas partes.
La democracia baja gobernabilidad produce el fracaso de todos los partidos en el gobierno. Pero todo se origina en una
falla en la arquitectura de la democracia de baja gobernabilidad, en un mal equilibrio de poderes.
Las
reformas que el gobierno de Piñera viene pidiendo a su Congreso, por ejemplo,
prueban que también Chile, la mejor democracia de la región, tenía todavía rasgos de una democracia de baja gobernabilidad. Esa misma falla en el
propio país del Papa, Argentina, es aun peor. Y lo mismo ocurre en el Perú,
Bolivia y Ecuador. Si el Vaticano entendiera esto con claridad podría incluso mediar
fructíferamente en los conflictos de este hemisferio, como se lo piden desde
Bolivia y Venezuela.
Solo la infinita tolerancia
de los latinoamericanos ante el desorden institucional al que están acostumbrados
ha hecho posible que el cadáver político del castrismo haya podido arrastrarse
hasta hoy. Pero todo tiene un límite. La violencia que hemos vivido ha
sido montada por ustedes y nunca se les paso por la cabeza siquiera que estaban
organizando su propia derrota. No son un adversario digno. Han jugado sucio y
han perdido. No se han ganado en estas batallas ni siquiera el respeto debido a
un enemigo legítimo.
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