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MEDIA COLUMNA
Oxígeno en lugar de
atmósfera que respirar
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
El Perú, según la ideología que
se ha apoderado de su Estado, debería parecerse a las misiones jesuitas en las
fronteras del Imperio español con el Brasil en el siglo XVIII: un mundo falsamente
ordenado, regulado y sometido, con horarios severos y castigos duros, que suprime
toda iniciativa individual. Los jesuitas partieron en 1767, expulsados del
Imperio español poco antes de la independencia de EEUU, por haberse convertido
en un poder político que desafiaba a la Corona con ideas “progresistas” de la
Ilustración francesa. Abandonados –hay que imaginar la escena de llanto ante la
procesión de los padres-, los indígenas de las misiones fueron arrasados en la
frontera del Imperio por los bandeirantes brasileños, instrumentos de
penetración comercial y veladamente política. Sobreprotegidos primero y dejados
luego a su suerte, los indígenas fueron sacrificados en la frontera de un imperio
en decadencia asaltado por bárbaros.
Un orden político asistencialista,
sobreprotector y discriminatorio es una mala solución. Peor aun si esgrime una
ideología altruista en apariencia. Durante 200 años de República hemos
permitido que el Estado peruano haya sido convertido en este penoso y sollozante
remedo de la Ciudad de Dios de las misiones del pasado. ¿Qué tiene de
sorprendente que al cabo el pueblo terminara por abrazar el cisma informal y le
diera la espalda a ese Estado?
La prueba de que hoy mismo esto
prevalece la expone Jorge Baca (EXPRESO, domingo 6 setiembre):
“El Presupuesto 2021 en lugar de atacar el
problema del desempleo y la informalidad, busca incrementar en 66% el número de
beneficiarios del programa Juntos, y en porcentajes similares los beneficiarios
de otros programas sociales. El gobierno insiste en querer aliviar la pobreza
con mayores transferencias monetarias. Lo que la población requiere son
oportunidades de trabajo productivo y no subsidios temporales… El sector
público –continúa- debe incrementar su inversión en áreas que generen gran
número de empleos productivos formales. En el sector rural las actividades de
forestación, reservorios, canales, sistemas de riego son las que deberían ser
priorizadas. En el sector urbano, la reconstrucción de millones de viviendas
precarias… Como dice el ex ministro de Economía Juan Carlos Hurtado Miller, el Presupuesto
debe diferenciar lo que es gasto social de lo que es inversión social… especialmente
si esa inversión social pone en valor la riqueza escondida en manos de los más
pobres. Hernando de Soto sostiene acertadamente la necesidad de otorgar
derechos de propiedad. Esa necesidad existe en las viviendas precarias de las
grandes ciudades y en las tierras andinas donde el potencial minero y de forestación
y reservorios y siembra y cosecha de agua pondría en valor fuentes de riqueza
ahora desperdiciada”.
Hasta hoy la ausencia de una
atmósfera económica que respirar es sustituida en el Perú por tiendas de
oxígeno llamadas programas sociales.En algunos casos se justifica. En la
mayoría, es una forma nociva de clientelismo para comprar votos que se desploma
no bien se acaba el dinero.
“La iniciativa privada es
libre”, dice la Constitución. Salvo breves y honrosos períodos, el falso paternalismo
prevalece hasta hoy, como en las viejas misiones de la frontera del Imperio
español. No importa la intención, sino el resultado: un pueblo dependiente del
aire que se le regala se vuelve servil y la libertad se asfixia donde no hay
atmósfera que respirar. El Presupuesto del Bicentenario
muestra una vez más el síntoma del mal. Llamar informal al que se rebela
contra eso es un eufemismo. Es la respuesta de un hombre libre.
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