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MEDIA
COLUMNA
Mercas
de rodillas
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Fueron 35
las empresas del Club de la Construcción peruano que, a lo largo de 14 años
entre 2002 y 2016, se repartieron entre ellas las licitaciones de obras del
Estado peruano.
Según indicios recogidos por Indecopi -que le han
llevado a abrir investigación sobre este sabotaje a la libre competencia en el
mercado-, igual que en el Club de la Construcción brasileño, todo estaba perfectamente
arreglado.
Las empresas participaban en falsas licitaciones
en las que todos sabían quién iba a ganar y, por lo tanto, ponían sus
propuestas económicas por encima de la de la empresa designada. La finalidad,
según Indecopi: evitar competir entre ellas y determinar, de antemano, a las
ganadoras de cada proceso de selección.
El mérito del organismo es haber hecho pública la
existencia de evidencia que ha reunido
pacientemente. La ha puesto en los medios con claridad y de manera transparente
para todos.
El monto total de lo transado ilegalmente en las 112
licitaciones de obra pública durante 14 años llega a la cifra sideral de 13 mil
millones de soles (más de 3,880 millones de dólares).
La evidencia, según un medio especializado,
consiste en documentos, declaraciones, archivos y correos electrónicos
obtenidos durante la investigación llevada a cabo por Indecopi, así como
información vinculada con las propuestas, características y resultados de los
procedimientos de contratación analizados. La presunta infracción investigada
habría distorsionado las condiciones en que se adjudicaban las obras públicas
generando que el Estado incurriera en un mayor gasto, señala el medio.
Indecopi precisa que ha abierto
procedimiento administrativo con base en “indicios
razonables de una conducta anticompetitiva”. Apunta que el procedimiento no
prejuzga la responsabilidad de los investigados.
Este es
el mecanismo que, entre 2020 y 2016, permitieron funcionar ante sus narices los
gobiernos sucesivos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.
Y, sin embargo, estas son solo las licitaciones del
Club para la
construcción, mejoramiento, rehabilitación y mantenimiento de carreteras.
Como sabemos hoy, el “mecanismo” operaba de modo
tal que empresa que no entraba, quebraba. Partido político que no entraba,
perdía. El mecanismo no estaba diseñado solo para sobornar la buena pro de las
obras. Estaba diseñado para hacer posibles megaobras que no eran necesarias.
Megaproyectos a precios sobredimensiosionados que el Perú no requería pero que
le fueron encajados en el Presupuesto. La refinería de Talara por más de 5,000
mil millones de dólares y el Gasoducto del Sur por más de 7.500 millones de
dólares -el doble de lo que Indecopi señala al Club de la Construcción- son
apenas dos casos.
Aún no sabemos la magnitud del daño, a cuánto asciende
en realidad lo que la clase política y sus cómplices locales entregaron de
rodillas al mercantilismo de izquierda encaramado en el poder de la mayor
economía de América del Sur.
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