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jueves, 13 de febrero de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 12 febrero 2020



Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Mercas de rodillas


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Fueron 35 las empresas del Club de la Construcción peruano que, a lo largo de 14 años entre 2002 y 2016, se repartieron entre ellas las licitaciones de obras del Estado peruano.

Según indicios recogidos por Indecopi -que le han llevado a abrir investigación sobre este sabotaje a la libre competencia en el mercado-, igual que en el Club de la Construcción brasileño, todo estaba perfectamente arreglado.

Las empresas participaban en falsas licitaciones en las que todos sabían quién iba a ganar y, por lo tanto, ponían sus propuestas económicas por encima de la de la empresa designada.  La finalidad, según Indecopi: evitar competir entre ellas y determinar, de antemano, a las ganadoras de cada proceso de selección.

El mérito del organismo es haber hecho pública la existencia de evidencia que  ha reunido pacientemente. La ha puesto en los medios con claridad y de manera transparente para todos.

El monto total de lo transado ilegalmente en las 112 licitaciones de obra pública durante 14 años llega a la cifra sideral de 13 mil millones de soles (más de 3,880 millones de dólares).

La evidencia, según un medio especializado, consiste en documentos, declaraciones, archivos y correos electrónicos obtenidos durante la investigación llevada a cabo por Indecopi, así como información vinculada con las propuestas, características y resultados de los procedimientos de contratación analizados. La presunta infracción investigada habría distorsionado las condiciones en que se adjudicaban las obras públicas generando que el Estado incurriera en un mayor gasto, señala el medio.
Indecopi precisa que ha abierto procedimiento administrativo con base en “indicios razonables de una conducta anticompetitiva”. Apunta que el procedimiento no prejuzga la responsabilidad de los investigados.

Este es el mecanismo que, entre 2020 y 2016, permitieron funcionar ante sus narices los gobiernos sucesivos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.

Y, sin embargo, estas son solo las licitaciones del Club para la construcción, mejoramiento, rehabilitación y mantenimiento de carreteras.

Como sabemos hoy, el “mecanismo” operaba de modo tal que empresa que no entraba, quebraba. Partido político que no entraba, perdía. El mecanismo no estaba diseñado solo para sobornar la buena pro de las obras. Estaba diseñado para hacer posibles megaobras que no eran necesarias. Megaproyectos a precios sobredimensiosionados que el Perú no requería pero que le fueron encajados en el Presupuesto. La refinería de Talara por más de 5,000 mil millones de dólares y el Gasoducto del Sur por más de 7.500 millones de dólares -el doble de lo que Indecopi señala al Club de la Construcción- son apenas dos casos.

Aún no sabemos la magnitud del daño, a cuánto asciende en realidad lo que la clase política y sus cómplices locales entregaron de rodillas al mercantilismo de izquierda encaramado en el poder de la mayor economía de América del Sur.      


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