Mostrando entradas con la etiqueta "República fallida" Por 200 años hemos venerado el ídolo de una república fallida. Evitemos que el bicentenario sea la celebración hipócrita de lo que hace mucho debimos corregir. Mostrar todas las entradas
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jueves, 4 de junio de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 3 junio 2020


 

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MEDIA COLUMNA                                              
República fallida


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


El Perú no es su república, que recién cumplirá dos siglos. El Perú tiene cinco mil años de historia.

Su relación con el mundo tendrá pronto 500 años, como Lima, y eso representa apenas la décima parte de su historia. Si la historia del Perú se limitara a un solo día, la república apenas ocuparía la última hora.

El Perú ha conocido en el pasado grandes eras de progreso fundado en su propia innovación tecnólogica y organización política. No son muchos los pueblos sobre el planeta que pueden decir eso. Aquí nació una civilización.

La república, en cambio, no ha significado para el Perú una era de progreso acumulativo, sino más bien una de caída y recaída en la pobreza a pesar de los inmensos recursos con que cuenta. La república ha sido hasta hoy un fracaso.

Ese fracaso no puede atribuirse sino a una falla grave en la arquitectura de nuestro ordenamiento político.

Muchas veces en el pasado fenómenos naturales han causado en el Perú la desaparición de culturas enteras. Y pandemias han matado a millones, como la causada en el siglo XVI en su primer contacto permanente con el mundo. Pero nunca perdió lo avanzado. Un pueblo de cinco mil años de historia tiene una columna vertebral y raíces tan profundas en la tierra que bien puede el vendaval llevarse las hojas y las ramas pero el árbol reverdece.

Una vez más hoy, una pandemia nos diezma. No tan brutal y anónimamente como hace cinco siglos, pero muy duramente para los estándares de lo que las recientes generaciones de peruanos hemos conocido, los más jóvenes especialmente.   
  
Los hechos muestran que poco es lo que las políticas públicas pueden hacer en lo inmediato para controlar un fenómeno natural como este. Pero este obedece a leyes naturales y seguirá su proceso hasta extinguirse.

El problema sería ser la incapacidad de responder al reto de corregir la falla  en nuestra república demagígica y fallida. Eso requiere antender al proceso de la realidad política desde una perspectiva nueva.

El diagnóstico es que estamos en un círculo visios que desemboca en el autoritarismo que nos devuelve luesgo a la demagogia. La falla en el ordenamiento político se encuentra en el sistema de gobierno a causa de un fallido equilibrio de poderes que ha originado una democracia de baja gobernabilidad. Y esto dificulta mantener un rumbo y lo impide del todo en las tormentas que inevitablemente llegan. La nave no tiene timón.

Pero el Perú tiene una columna vertebral fuerte. El rumbo está claro y la crisis es la oportunidad de reconstruir la republica libres de los lastres del pasado. Por 200 años hemos rendido culto falso e hipócrita al dios de una república fallida. En nombre de una verdadera democracia, hagamos que el bicentenario evite la celebración hipócrita de lo que hace mucho debimos corregir y sea un nuevo comienzo. Incluso San Martín y Bolívar tuvieron la visión correcta del problema y dejaron escrito dónde estaba la falla. Lo que hace falta es un timón y la mirada en un punto firme en el horizonte.       

Reconstruir la republica supone rediseñar nuestra democracia de baja gobernabilidad para adaptarla a este siglo en el que no se puede perder el tiempo. El Perú lo ha hecho antes. Toca hacerlo una vez más sin temor a los fantasmas del pasado. En buena hora si eso supone romper con la república tal como ha sido hasta hoy. La historia enseña desde Roma, una y otra vez, que recaerermos en el autoritarismo si esto no se hace y solo para volver al cabo de unos años a nuestra pobre democracia de baja gobernabilidad.

Lo hemos estado haciendo durante dos siglos. Y, sin embargo, no son sino una fracción de nuestra historia.

      
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