domingo, 2 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 29 agosto 2018



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.



MEDIA COLUMNA
El plato frío


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


La dura lección política que Donald Trump le está dando al joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, es digna del anecdotario de la pequeña historia universal.

Con ocasión de la Cumbre en Canadá inmediatamente anterior a la firma de los acuerdos de Trump con Corea del Norte, Trudeau cerró filas con los aliados europeos de EEUU, indignados todos con los aranceles estadounidenses al acero. Pesó quizá la cercanía de Trudeau con Francia, dada la antiongevagua relación histórica con el Quebec canadiense.

Todos recuerdan la foto de Angela Merkel, rodeada de otros mandatarios, los puños sobre la mesa, increpando a un Trump ufano. No bien despegó el avión presidencial estadounidense rumbo a Corea, donde le esperaba a Trump una negociación difícil para la que habría agradecido el apoyo europeo, un tweet dejó saber que la relación de Trump con Trudeau estaba rota. Desde entonces todos esperaban la venganza que, como se sabe, es un plato que se come frío.

La oportunidad llegó en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esta negociación la impuso Trump tiempo atrás a sus dos socios. Por meses, las negociaciones se arrastraron como una tortuga longeva, hasta declarar Trump un buen día que no descartaba firmar dos acuerdos separados, uno con cada uno de sus vecinos.

El lunes fue el día de su triunfo.

Trum alcanzó un acuerdo con los mexicanos, al que, dijo, le cambiaba el nombre porque el TLCAN de 25 años le trae reminiscencias inconvenientes, y anunció el flamante “Acuerdo de Comercio de EEUU y México”.

Agregó, ya con saña indómita, que está por verse si Canadá podrá sumarse al nuevo acuerdo. Semejante desaire es algo pocas veces visto en el ámbito de la diplomacia.

Los mexicanos -tanto el gobierno saliente como el entrante- se avinieron pronto al nuevo Acuerdo -que les resuelve su desbocada balanza comercial- y firmaron. Los del presidente electo anunciaron que el Acuerdo “reduce la incertidumbre”. Le quedó al presidente aun en funciones la incómoda tarea de explicarle la decisión al primer ministro canadiense agregando, de manera sumamanete latina que esta misma semana se lograría su “reincorporación”. Esto, sin embargo, arroja muchas dudas.

El primer ministro Trudeau guarda silencio impenetrable. La canciller canadiense anuncia que su país solo firmará un acuerdo que favorezca a la clase media. Es un misterio qué es lo que esto significa. 

  
    
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ESTA NOCHE sábado 1 setiembre 2018



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.



MEDIA COLUMNA
¿El Presupuesto crece
más que la economía?


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El Presupuesto 2019 es de 186 mil millones de soles. Así, como usted lo lee.

Eso equivale a unos 51 mil millones de dólares.  Es decir, como una cuarta parte de la economía del Perú, que es de unos 200 mil millones de dólares.

El Estado extrae todos los años una cuarta parte de la economía para gastarla  con estrechez en cosas indispensables -como seguridad, salud y educación- y escandaloso dispendio en otras superfluas. La corrupción se levanta buena parte.

Lo que es difícil de entender es que se pregunte sólo en qué se va a gastar, pero nunca cómo se va a financiar o pagar ese gasto.

Eso sale del bolsillo de los peruanos. Y no alcanza. El Estado gasta más de lo que recibe.

La diferencia entre una y otra cosa es actualmente como de unos seis  mil millones de dólares. O sea, más del diez por ciento del Presupuesto 2019 esta desfinanciado antes de comenzar.

Ese forado se llama déficit fiscal y es el responsable del desastre de Argentina y de Turquía. Les ha quitado las defensas a ambas economías y las ha dejado expuestas a cualquier accidente venido de fuera.

Bastó que el dólar subiera globalmente a causa del endurecimiento de la política monetaría de EEUU y las monedas de ambos páises se desplomaron juntas, golpeando también a todas las demás economías emergentes. Brasil va por el mismo camino. Ahora todos tienen que bajar el déficit fiscal a como dé lugar.

Nosotros también tenemos que hacer lo mismo. Y el gobierno lo sabe y promete bajar el déficit fiscal de 3 a 1 por ciento del PBI antes del 2021.

Pero, para empezar, se da a sí mismo un Presupuesto 2019 siete por ciento más grande que el año pasado, cuando la economía crece menos de tres por ciento. Es obvio que el Presupuesto no deberia crecer más que la economia.

 
    
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lunes, 27 de agosto de 2018

ESTA NOCHE sábado 25 agosto 2018



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MEDIA COLUMNA
¿Quién tiene la legitimidad
de su lado, Trump o la FED?


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde que, a mediados de 2014, el dólar estaba en 80 puntos del índice del Wall Street Journal (contra una canasta de monedas). Seis meses después, a comienzos de 2015, el dólar alcanzaba los 100 puntos.

Dos años después, cuando a comienzos de 2017 Donald Trump juraba la Presidencia de Estados Unidos, el dólar alcanzaba un máximo en los 103 puntos. Año y medio después, sin embargo, Trump había hecho bajar el dólar hasta los 90 puntos. No quería un dólar fuerte, que aumenta las importaciones chinas, ni un dinero caro, que frena el crecimiento de su economía. 

Desde junio hasta la fecha, no obstante, el dólar ha vuelto a alcanzar los 97 puntos. El causante: el banco central de Estados Unidos, la Reserva Federal, la FED. Su política monetaria de alza de las tasas de interés causa el alza del dólar.

Esto ha absorbido como una aspiradora los capitales de todo el planeta y producido una devaluación de las monedas en economías emergentes. Las más débiles -Argentina y Turquía son casos emblemáticos- se han desestabilizado completamente.  

A la FED eso no le importa. No es su problema. Según ella, cumple con su mandato constitucional de mantener la inflación bajo control (y procurar el pleno empleo). No se hace cargo de los efectos de sus políticas en otras economías alrededor del globo.

No se hace responsable, por lo visto, ni siquiera de lo que ocurra en su propia economía. En efecto, el alza de las tasas de interés tiene lugar hoy a pesar de que el presidente Trump ha criticado públicamente por primera vez en la historia la política monetaria de la FED. El conflicto abierto entre la Casa Blanca y la FED ya es una realidad.

La FED ha reconocido el viernes por boca de su presidente, Jerome Powell , que no hay "elevado riesgo de sobrecalentamiento" en la economía norteamericana. Leáse, no hay peligro de inflación desbocada. Esto parece una bandera blanca. Pero, acto seguido, Powell anuncia que el ritmo de alzas de la tasa de interés es “el apropiado”. Y todo leen que habrá dos alzas más antes de fin de año.

Esta es, pues, una pugna colosal entre la economía real de Main Street y la economía virtual de las finanzas de Wall Street. Trump de un lado, la FED del otro.

A diferencia de muchos bancos centrales, la FED estadounidense es un organismo básicamente privado, en cuyo directorio tienen asiento los bancos centrales de las grandes ciudades de Estados Unidos, que a su vez representan a bancos privados. Es la esfera de la economia financiera cuyo crecimiento descontrolado ha producido en los últimos años las burbujas que luego han colapsado causando la ruina de las economías reales. Las voces que reclaman su reforma ya se dejan oir hasta en boca de la revista The Economist.

Si la FED representa intereses privados, Trump tiene de su lado los votos, que dicen representar el interés público.
  
¿Quién, entonces, tiene de su lado una mayor legitimidad política?

  
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jueves, 23 de agosto de 2018

ESTA NOCHE miércoles 22 agosto 2018




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MEDIA COLUMNA
La espiral


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Venezuela por fin pareció aceptar la realidad y devaluó su moneda, a la que disfraza de nueva. El dólar subió 24 veces. La fantasía no cesa, sin embargo. La nueva moneda, el “bolívar soberano”, está ahora anclada al “petro”, una criptomoneda del gobierno que vale supuestamente 3.600 soberanos. La devaluación, sin embargo, alimentará la inflación. Como, según el FMI, la inflación alcanzará el millón por ciento para fin de año, ella arrastrará a la nueva moneda a una mayor devaluación que a su vez retroalimentará la inflación. Es la espiral.  

Al otro lado del mundo, en Turquía, la lira ha perdido el 40% de su valor en lo que va del año y la inflación se dispara. En abierta negación, el gobierno dice que “ellos tendrán sus dólares, pero nosotros tenemos a nuestro Dios”. Alemania le recomienda aceptar el rescate del FMI, que pondría a su disposición entre 30 y 70 mil millones de dólares. Turquía no acepta. Contra todo buen consejo, el gobierno impide al banco central subir la tasa de interés para detener la espiral. También en Rusia, el primer aliado de Turquía  hoy, el rublo ha perdido el 10 % de su valor en semanas y la inflación y la devaluación se persiguen entre sí.

Grecia, en el otro extremo del túnel, sale de ocho años de asistencia financiera durante los cuales recibió 289 mil millones de euros en préstamos y tuvo que aplicar recortes fiscales sin precedentes. El PBI se redujo en una cuarta parte, la deuda creció a 180% del PIB, más de un millón de personas perdieron su trabajo. Grecia tendrá que someterse por cuarenta años a las políticas a que se ha comprometido con sus salvadores. Pero Grecia está de vuelta mientras Turquía está aún de ida en el camino de Venezuela. 

Argentina, en cambio, se ha detenido en el umbral del túnel, todavía en tierra de nadie. Ha recurrido al FMI por un préstamo de 50 mil millones de dólares para estabilizar su moneda que ha perdido el tercio de su valor con una inflación que ya está en 31%. El banco central ha subido la tasa de interés drásticamente para detener la espiral. Argentina ataca al mismo tiempo la causa más profunda: el déficit fiscal. Hace todo lo que Turquía no hace, y la situación no está aún bajo control.    

Para Ricardo Lago, la crisis de Argentina y Turquía es el comienzo del colapso de la burbuja global que se levantó sobre los escombros de la de 2009 y que es resultado de lo mismo: “políticas populistas e insostenibles: emisión monetaria por doquier sin precedentes, endeudamiento progresivo complaciente, sobrevaluación excesiva de las bolsas…”. Hoy, miércoles 22 agosto, el Dow Jones Industrial debe pasar los 26 mil puntos, batiendo todos los récords.

La FED, el banco central de EEUU, está tratando de evitar el colapso de la burbuja desinflándola de a pocos, subiendo “gradualmente” -dice- la tasa de interés. Es insuficiente, es demasiado tarde para eso. Y mientras lo hace está disparando el dólar globalmente lo que desata la espiral en todas partes.

“Vivimos -dice Lago- los últimos diez a dieciocho meses” del ciclo de expansión monetaria que se inició en junio de 2009. Le sorprende que dure tanto. ”Este agosto estamos en el mes 110 de crecimiento lento pero ininterrumpido; según los registros del NBER para los EE.UU., la recuperación más larga de la historia fue la que abarcó desde marzo de 1991 hasta marzo de 2001, 120 meses”, apunta. “Esto ya no aguanta”, dice.

Tarde o temprano, lo que tendrá que ocurrir es volver a atar al dólar a un valor fijo, como se hizo con el oro en el siglo XIX. 

Mientras tanto, hay que exigirle a la FED una mayor “gradualidad” en el alza de sus tasas de interés. Porque el dólar fuerte no solo agrava la espiral alrededor del planeta, sino que el dinero caro frena el crecimiento de la economía de EEUU. En esto, nuestro mejor aliado, aunque parezca mentira, quizá sea Donald Trump.

  
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domingo, 19 de agosto de 2018

ESTA NOCHE sábado 18 agosto 2018


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MEDIA COLUMNA
Poder de veto
para el Senado


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Hay un modo en el que el Senado puede servir bien al Perú.

Las iniciativas de ley irán en adelante de Diputados al Senado, y no también en sentido contrario como fue en el pasado. Afortunadamente, en esto hay consenso.   

Ahora bien, cuando el Senado no aprueba un proyecto de ley enviado por la otra cámara, el Senado los devuelve a Diputados para una nueva votación.

Y aquí viene el quid del asunto: Diputados puede insistir en su proyecto original sin cambiarle una coma, pero para hacerlo requiere el votos dos tercios de sus miembros.

Esto le da al Senado un poder de veto que en el Perú el Ejecutivo no tiene y jamás ha tenido.

En todas las democracias de América, sin excepción, desde EEUU hasta la Argentina, el poder Ejecutivo tiene un veto sobre los proyectos de ley del Congreso. Y en todos los casos, sin excepción, el Congreso solo puede superar ese veto con dos tercios de sus votos. Es más, con dos tercios de los votos de cada cámara por separado.

En otras palabras, en todas las democracias americanas el Congreso puede insistir en una ley observada por el Ejecutivo, pero es bien raro que eso ocurra. Entre nosotros, en cambio, el Ejecutivo puede observar una ley con la que no está de acuerdo, pero no tiene realmente poder de veto, pprque el Congreso puede insistir en un proyecto de ley observado por el Ejecutivo con solo la mitad de los votos de la única cámara.

O sea, entre nosotros, el Congreso vence siempre. No hay equlibrio de poderes. Y esto es imposible de cambiar, porque el Congreso jamás va a recortar su propio poder.

Una solución provisional, entonces, es rodear el problema: darle al Senado poder de veto sobre la Cámara de Diputados.

Eso encapsula el conflicto político al interior del Congreso, que es donde debe estar. Lo saca del espacio de la relación entre el Congreso y el poder Ejecutivo. De esta manera se evita el conflicto de poderes permanente, que es el costo de nuestra democracia de baja gobernabilidad.

Este esquema no resuelve pero sí aligera la tensión entre el Congreso y el Ejecutivo y crea un espacio en el que es menos difícil manejar nuestra democracia de baja gobernabilidad.

No es una solución perfecta. Es una solución solo provisional, pero está a la mano.  

  
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miércoles, 15 de agosto de 2018

ESTA NOCHE miércoles 15 agosto 2018




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MEDIA COLUMNA
Oye, la falla está en
el sistema de gobierno


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Con referéndum o sin él, las dos reformas propuestas por el gobierno de Martín Vizcarra -la del Congreso y la del Consejo Nacional de la Magistratura- son la piedra angular de la reforma del Estado.

Si tomamos distancía para tener persepectiva, veremos que la reforma del CNM es el inicio de un gran cambio en las relaciones del Congreso con el poder Judicial.

Veremos también que la bicameralidad es el comienzo de un gran cambio también en las relaciones entre el Congreso y el poder Ejecutivo.

Aquí es donde se halla la esencia de la gobernabilidad: la democracia de baja gobernabilidad es siempre el producto de un mal equlibrio de poderes. Las relaciones entre los poderes deben estar balanceadas, y ese equilibrio siempre es precario y puede perderse. Hay que recuperarlo permanentemente.

Pero el tipo de equilbrio puede ser distinto. No es lo mismo el presidencialismo que el parlamentarismo. Tienen su centro de gravedad en puntos opuestos. Mientras en el parlamentarismo el centro de gravedad debe ser el Congreso, en el presidencialismo debe ser el Ejecutivo.

Si en un sistema de gobierno presidencialista, en cambio, el centro de gravedad se halla colocado en el Congreso -y este  el caso nuestro-, hay una falla en el sistema de gobierno que producirá una democracia de baja gobernabilidad.

Toda esta ingeniería institucional de pesos y contrapesos pertenece, entonces, al sistema de gobierno y debe resolverse recuperando el equilibrio de poderes perdido.  

El sistema de gobierno, sin embat¿go, no es el único en una sociedad política compleja. Hay otros dos: el sistema de partidos y el sistema electoral. Los tres juntos forman lo que Dieter Nohlen llamó “Trilogía”.

El sentido común debería indicar que intentar corregir la falla del sistema de gobierno introduciendo cambios en el sistema electoral -no importa cuan ingeniosos sean- no va a recuperar el equilibrio de poderes. No va a superar la democracia de baja gobernabilidad.  

Desviar el debate de la reforma del sistema de gobierno hacia una discusión estéril sobre el sistema electoral no va a darnos una solución. Y, sin embargo, eso es exactamente lo que estamos haciendo.


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martes, 14 de agosto de 2018

ESTA NOCHE sábado 11 agosto 2018




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MEDIA COLUMNA
Luego de 200 años, la
dictadura del Congreso sigue 


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Martín Vizcarra anda estos días con una sonrisa de yo sé algo que tú no, y bien puede que sea el caso, porque en las encuestas de opinión de esta semana ha subido diez puntos. Algo ha hecho bien y tiene mucho que ver con el Congreso y la caída de Fuerza Popular en la aprobación de la ciudadanía.

En efecto, la otra noticia de la semana, misteriosamente vinculada a la anterior, es que por primera vez la bicameralidad, que nunca ha sido popular, tiene ahora un respaldo de más del 50% del electorado.

Puede que la opinión pública solo quiera castigar al Congreso llevándole la contra. La no reelección apunta en el mismo sentido. Pero al parecer el pueblo intuye al mismo tiempo que de lo que se trata es de quitarle el poder al Congreso.

Intuye correctamente. En los últimos dos años, el Congreso -todavía para alguno el “primer poder del Estado”- ha vuelto a intentar encaramarse sobre el poder Ejecutivo y atarlo de manos, como tantas veces antes en la historia del Perú. Siempre se trató de eso, desde el comienzo de la República.

En su “Manifiesto a la Nación sobre su conducta pública”, su disclaimer mediático luego de la caída del gobierno de Simón Bolivar en el Perú, en enero de 1827, José María de Pando, su eterno ministro de Relaciones Exteriores, sostuvo visionariamente que con la Independencia “la mayoría de los pueblos pasaron sin transición intermediaria del despotismo del regimen colonial a la sumisión a la dictadura del Congreso”.

Se refería a las naciones sudamericanas nacidas del fin del Virreinato español. Más que defenderse de falsas acusaciones en su contra, Pando pasaba con esas palabras a la ofensiva política diciendo que la Constitución de 1823, la primera que tuvo el Perú, la misma que le acusaban de haber abolido, había establecido una “dictadura del Congreso”.

Hasta hoy mismo, 200 años después, en ninguna parte de América es el Congreso más poderoso que en el Perú ante el poder Ejecutivo. Esta es la raíz de los males de la fallida arquitectura institucional del Estado peruano y la causa primera de nuestra democracia de baja gobernabilidad.

La bicameralidad es indispensable no porque el Senado sea una cámara más reflexiva, sino porque equilibra el enorme poder de la otra cámara.

La unicameralidad tuvo en hace 20 años u razón de ser, pero ahora la seguridad jurídica es lo que hace falta. El Senado frenará la sobreproducción legislativa que ahoga a la economía. Y, más allá de eso, encapsulará el conflicto político dentro del Parlamento. Despejará el terreno, por primera vez, para el equilibrio de poderes que en 200 años nunca hemos tenido. 

Entonces habrá terminado la dictadura del Congreso.


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