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MEDIA
COLUMNA
El peor error de Nadine Heredia
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Si el
gobierno es incapaz de defender a los ciudadanos en las regiones amenazadas por
la violencia, es deber de los partidos liderar el movimiento político para restablecer
la autoridad en todo el territorio del República.
Las
regiones son pasto de la corrupción. A causa de una descentralización fallida, los
enormes recursos del canon transferidos alimentan la ambición de poder local.
Con ello, se multiplican exponencialmente los movimientos regionales que se
disputan el poder a dentelladas.
En las
elecciones regionales son ahora los movimientos regionales los que eligen a los
partidos nacionales con que quieren aliarse y no al revés, como antes.
Al reclutar
a un candidato regional para que corra con los colores de un partido
nacional, éste asume una responsabilidad con él ante el electorado. Lo mismo con los
movimientos regionales que lo escogen como aliado.
El empeño del
fujimorismo hoy en crear una organización política nacional -con cien comités
provinciales ya- es, hoy por hoy, el único esfuerzo real en muchos años por
encabezar el retorno de la política nacional a las regiones. Es la manera en
que un partido nacional moderno lidera el retorno político a las regiones que
se han convertido en tierra de nadie.
El gobierno, en cambio, parece
empeñado en montar una organización partidaria en las regiones de un modo no
solo ilegítimo sino ilegal.
La oposición se prepara ahora para interpelar al
ministro del Interior por la denuncia de la participación, bajo amenaza
de despido, de gobernadores –que son funcionarios públicos en las regiones- en
calidad de portátil en actos políticos del partido de gobierno, que Nadine Heredia
preside.
Es
más, la esposa del Presidente ya se prepara para meterse de lleno en la campaña
electoral de las regiones. Solo que el partido que Heredia preside carece de
una organización nacional. La suya es hoy por hoy un cascarón vacío y sus
dirigentes son nombres en un papel. Si el partido de gobierno tuviera alguna organización
en las regiones, no nombraría gobernadores a los dirigentes, ni tendría que
obligarlos al activismo político. En su caso, ya es demasiado tarde para crear una
organización para las elecciones. Y es dudoso de cualquier modo que los
candidatos regionales -autónomos como son ahora- quieran contaminar sus
candidaturas con el descrédito del gobierno humalista y su partido.
Lo ocurrido en Ancash debería ser una alarma. Pifiado
por la población, el Fiscal de la Nación, reconoció su inacción ante los
asesinatos en la región asolada por el crimen. El encabeza la organización que
tenía que hacer algo para impedir esos crímenes, y no hizo nada. “Necesitamos
hacer un mea culpa por haber dado la espalda o abandonado al Santa, Chimbote”,
dijo. Por toda explicación sostuvo que hubo problemas: “un presidente de la
Junta de Fiscales estuvo mucho tiempo en el cargo… y tuvimos que designar
fiscales provisionales”. De vuelta de Ancash, acto seguido, el Fiscal votó para
poner en el puesto en su reemplazo al magistrado que sancionó a los únicos que
hicieron algo en el caso, los fiscales de Ancash. Y este, para colmo, es el
primo de la Primera Dama y presidenta del partido de gobierno. Con esta
decisión, el Fiscal de la Nación ha desgarrado
esta vez no sus vestiduras, sino la investidura como tal.
Por su parte, Nadine Heredia
ha vuelto a afirmar que no será candidata
a la Presidencia el 2016, y ha descargado su resentimiento contra la “concentración
de poderes fácticos” que, según ella, la ha agarrado de punto. Ha reconocido también
que su activismo político no está exento de errores. En efecto, haber aceptado ser la presidenta del
partido es el más grave.
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