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MEDIA
COLUMNA
Por el Perú pasa
la Ruta de la Seda
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
La iniciativa del presidente de China, Xi
Jinping, llamada The Belt and Road o Ruta de la Seda, según el antiguo nombre
del camino de hace más de 1,500 años entre Europa y China -que Marco Polo
recorrió en 1295 desde Venecia a Constantinopla, a Ormuz y, a través del desierto
de Gobi hasta Pekín para volver por mar a través de Malasia y la India hasta
Africa y el Mediterráneo-, es hoy un poderoso mensaje a todos los pueblos del
mundo.
Italia con sus puertos de Trieste en el Adriático
–frente a la antigua Venecia-, de Palermo en Sicilia, y de Génova al pie de los
Alpes, y el del Pireo, el antiguo puerto de Atenas, han sido los últimos en
sumarse a la Ruta. Y en la costa Este del Adriático también Eslovenia, Croacia,
Bosnia, Montenegro, Albania y Macedonia al norte de Grecia. Así como la isla de
Malta al sur de Sicilia, en el centro del Mediterráneo. Ese es el primer corredor.
El segundo se halla en el Mar Negro y va aguas arriba del Danubio. A
este corredor se han sumado Bulgaria, Rumanía, Serbia, Hungría, Eslovaquia, la
República Checa y Polonia hasta el corazón mismo de Europa del Este. Desde su
lanzamiento en 2013, China ha invertido en 16 países de Europa oriental 15 mil millones
de dólares en autopistas y puentes, ferrocarriles, plantas térmicas, industria
pesada y tecnología de comunicaciones. En la cumbre de Dubrovnik, Croacia, esta
semana, el primer ministro chino, Li Keqiang, ha querido calmar la inquietud de
la Unión Europea (UE), como lo hizo el propio Xi Jinping en marzo firmando
contratos por miles de millones de euros con Francia. La Ruta de la Seda incluye ahora también a Portugal en
el Atlántico, al puerto de Rotterdam en Holanda, y a Estonia, Letonia y
Lituania en el Mar Báltico. Son 124
países alrededor del planeta hasta la fecha. La
Ruta de la Seda unirá en el siglo XXI a 74 naciones de Asia, Europa y Africa.
Para volver al Océano Pacífico desde el Atlántico, sin
embargo, la Ruta de la Seda debe atravesar Latinoamérica. Por varios corredores:
uno en el Caribe y Centroamérica, donde el acercamiento de China a la República
Dominicana y a Panamá es visible. Los otros dos pasan por Sudamérica, por Brasil y el Perú. En la Ruta de la Seda, Chancay
será el megapuerto de Sudamérica.
En Sudamérica, un corredor
será por el Amazonas hasta Manaos, Iquitos y Yurimaguas en el Marañón para
llegar al mar en Paita. El otro vendrá por tren –existe hace décadas, lo
recorrí hace más de 40 años- desde Sao Paulo a través del Mato Grosso hasta
Santa Cruz en Bolivia, y de allí por carretera a Cochabamba, La Paz y Puno para
llegar al mar en Ilo.
Y Paita e Ilo estarán
conectados por cabotaje con Chancay. La pieza clave es Chancay. El consorcio
chino Cosco Shipping Ports y la minera Volcan firmaron en Davos (Suiza), meses
atrás, un contrato para construir el megapuerto de Chancay para la conexión de
toda Sudamérica con Asia. “Es una inversión de 3 mil millones de dólares”, ha
anunciado el ministro de Economía. Chancay, con 17 metros de calado, es el
puerto de aguas profundas de la costa de Sudamérica. Concentrará la carga que vendrá
de China en embarcaciones Triple E, los barcos porta contenedores más grandes
del mundo. Habrá en Chancay una zona económica especial donde Huawei ensamblará
tecnología de comunicaciones.
Todo esto permitirá sacar la
producción del Perú por tren, carretera y vías fluviales y cabotaje, y enviar
la que viene de China a Sudamérica. Hacia China irán el cobre, el oro y el litio
del Perú, de Bolivia y de Chile, junto con su nueva agricultura de exportación y
la soya de Brasil.
Por esto es que China está
financiando con préstamos toda la infraestructura de la Ruta de la Seda
alrededor del globo. No importa a qué costo. Y Estados Unidos, la Unión Europa,
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial están advirtiendo que los países
deben tener cuidado con esos préstamos, que luego no podrán pagar. Es una
velada referencia al peso geopolítico de China. El Gobierno de Pekín dice, por
su parte, que la Ruta de la Seda “refleja la tolerancia, la apertura, la paz y
el intercambio de experiencias y de cooperación”.
Es un dilema que tiene que ser considerado cuidadosamente. Los hechos están cambiando
la geopolítica global y van a determinar el futuro. Esta es la decisión
política principal que el Perú tendrá que tomar en el siglo XXI.
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