jueves, 20 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 18 agosto 2020



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Qué quiere
Soros del Perú


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Millonario de ideas progresistas, europeísta y antinacionalista, el presunto comprador del mayor grupo editorial peruano parece el epítome de lo que en el habla local se llama un “caviar”. La pregunta es qué quiere Soros del Perú.

Enemigo del Estado moderno –el del siglo XVII nacido de la obra política del cardenal Richelieu, cuyo libro de cabecera (*) era el “Leviatán” de Thomas Hobbes-, uno sospecharía que Soros actúa política y militantemente no solo contra el autoritarismo y la demagogia, sino contra la idea misma del Estado nacional. 

El lector puede echarle la culpa si quiere a Karl Popper, autor de “La Sociedad Abierta y sus enemigos”, a quien Soros adoptó como tutor en el London School of Economics, y de cuyo libro sacó el nombre para su ONG “Open Society”.

Pensará quizá que algunos organismos supranacionales gobernarían el mundo mejor que sociedades cerradas con Estados nacionales. Siempre, claro está, que esas organizaciones supranacionales sean privadas. O casi.

Es posible que sienta afinidad con los grupos étnicos y otras identidades subnacionales –como Cataluña o Quebec- como posibles formas viables de organización política para el futuro de la humanidad. A las cuales, es de suponer, quiere empoderar con la propiedad de los recursos naturales del siglo XXI: cobre, litio, tierras raras y también, por un tiempo más, petróleo y gas y sobre todo oro, la única reserva de valor global si los Estados nacionales dejaran de existir con sus monedas y sus ejércitos.

Pensará  eventualmente que es más fácil para el capitalismo contratar con los aymaras la extracción del litio, o la del gas con la etnia machiguenga, que tratar con la burocracia y la clase política corrupta de un Estado nacional como el nuestro.

No debe preocuparnos. No va a pasar. Es una apuesta demasiado larga para el jugador de bolsa en “corto” que en 1992 desbancó a la libra esterlina. Para su desmayo, existen unos 200 Estados nacionales en el planeta y cinco mil grupos étnicos que lo único que quieren –igual que Cataluña y Quebec- es convertirse en Estados nacionales con su propia moneda y su ejército.

La lucha de Soros –su “misión”- tiene incorporada una prueba ácida que mide su éxito o su fracaso. La juega toda en la Unión Europea. Es una unión incompleta, reconoce Soros, que puede no sobrevivir ante el recio empuje de China, a la que llama “sociedad cerrada”. Tiene serias dudas sobre la capacidad de la Unión Europea de sobrevivir con gobiernos de derecha en Polonia, Hungría o Italia, que podrían eventualmente salir de ella, como el Reino Unido. No hay Unión Europea sin Roma, dice. La gran esperanza blanca para su “sociedad abierta” es Estados Unidos. Lástima que la América de Trump o de Biden sea una sociedad insuficientemente abierta aun y una potencia global cuya metrópoli es un Estado nacional que no va a dejar de serlo.

(*) De Mazarino, en realidad.

  

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