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MEDIA COLUMNA
Festivales de
humo y arena
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La deuda del Perú ha crecido por encima del 30% del PBI por primera
vez en décadas debido al gasto de la pandemia. Ese porcentaje era antes el
límite que no se podía sobrepasar sin poner en peligro el grado de inversión del
Perú en el sistema financiero global.
La deuda estaba en 27% del PBI antes de la pandemia y llegará
quizá al 37% ahora. La deuda de EEUU llega hoy al 110% de su PBI. Pero EEUU no tendrá problemas para colocar hoy la emisión de nuevos bonos por tres millones de millones de dólares (tres billones
o three trillion dollars) adicionales para hacer frente a la pandemia. Es
ilimitado por definición el crédito del dólar, el medio de cambio y la reserva
de valor global por casi un siglo ya.
¿De qué depende el crédito, entonces? De la confianza en la
garantía o en la palabra de quien tiene credibilidad aunque no tenga garantía. Desterrado
y corto de dinero, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, consigue de Raquel y Vidas un
préstamo dejando en garantía un cofre de oro que en realidad es arena, con la
condición de que no sea abierto. En el Fausto de
Goethe, Mefistófeles propone al rey, cuyas arcas estan vacias, la idea
diabólica de emitir dinero sin límites con el respaldo del oro que supuestamente
se halla bajo el suelo del reino.
Vender arena es fácil cuando hay una oferta masiva de dinero que no tiene verdadero respaldo.
Convierte al mercado en uno de vendedores de arena a precio de oro.
Y el exceso de dinero y la escasez de palabra es un combo
letal. Es lo que ha generado las mega burbujas globales de las últimas décadas.
Su antepasado es la burbuja de los tulipanes holandeses del siglo XVII. La primera
de las grandes fue la de las ciberempresas,
llamada “puntocom”, un juego comparada con la que vino luego: la mega burbuja
de las hipotecas subprime, que colapsó en 2008, un casino en el que paquetes de
deuda sin garantía fueron vendidos masivamente como apuestas a la probabilidad
de su cobro. Luego vendría la venta en bolsa de seudo empresas globales a
precio de oro cuando eran arena. Así nació la flor del pantano de Wall Street: la
apuesta en "corto" a que en el cofre no había oro sino arena.
El colapso y regeneración de burbujas globales se ha vuelto un
círculo vicioso. Del colapso se sale generando otra aun más grande. Es lo
que ha hecho crecer el mercado financiero global fuera de toda
proporción. La deuda mundial llega hoy a 300% del PBI mundial. Es la otra
cara de estos festivales de humo y arena.
En el Renacimiento se creía en una "proporción áurea". En realidad existe en la naturaleza, en el crecimiento de las volutas de una caracola marina, por ejemplo. Los números Fibonacci son su expresión matemática. ¿Existe una proporción que no debe ser excedida también entre el tamaño de la economía real y el del mercado de las finanzas? Si la hay, se perdió en la segunda mitad del siglo pasado al abandonar EEUU el vínculo del dólar al oro. Desde entonces vendemos cofres de arena a precio de oro y la ficción se mantiene solo mientras no se abra el cofre.
Escapar del círculo vicioso de las mega burbujas supone devolver al futuro un valor económico real que pueda ser traido al presente como deuda. Hoy la deuda mundial es impagable, pero se puede sanear.
El PBI de EEUU, por ejemplo, era de 21 millones de millones
de dólares antes de la pandemia. El de China, de 14 millones de millones de dólares.
El PBI mundial, unos 87 millones de millones. A diferencia del rey del Fausto, sin
embargo, hoy sabemos que en el planeta hay 150 millones de millones de dólares en
recursos naturales bloqueados bajo el suelo por quienes controlan la superficie
y no permiten sacarlos sin recibir una tajada equitativa. Como dice Hernando de
Soto, son tierras a las que hay que dar un precio de mercado global. Son bienes
sin papeles que podrían devolver valor real a los papeles sin bienes del
mercado global.
En efecto, solo esos recursos -sin incluir lo que no está
bloqueado- valen hoy en el mercado global más de cuatro veces el PBI de EEUU y de
China sumados, cerca del doble del PBI mundial y más de la mitad de la deuda
mundial.
Para abatir sin dejar colapsar las mega burbujas -que no son
sino festivales de humo y arena- hay que devolver valor real a las finanzas
mundiales, sustituir la arena por oro antes de que se abra el cofre.
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