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MEDIA COLUMNA
En el centro está la
idea revolucionaria
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
Mientras la polarización de la campaña electoral cede poco a poco, el
centro se recupera con el paulatino ingreso a la cancha en estos últimos días del
40% que aún permanecía afuera esperando.
Este electorado es de centro por definición, y llega a tiempo de inclinar la
balanza para decidir la elección desplazando a los extremos que han polarizado
la campaña hasta hace poco.
¿Por qué la polarización? Desde un extremo, Lescano -el Fernández de Argentina,
el López Obrador de México- arremete contra la corrupción creyendo que esta es la
consecuencia inevitable de la economía social de mercado. No sospecha que es la
consecuencia del mercantilismo. Igual que sus mentores de Caracas y de La Habana,
destruiría la economía del Perú en su quijotada contra molinos de viento.
Desde el otro extremo, López Aliaga es Bolsonaro. Haría lo mismo que él
en Brasil con la misma vehemencia y fracasaría igual que él. Lula ya está libre
y volverá, y las reformas liberales se entramparon en Brasil en la telaraña
legal del enemigo. Y lo mismo pasó con Donald Trump. En ambos casos, la carga a
ciegas contra el Estado caviar fue un ataque frontal para hundirse en el
pantano legal donde ambos fueron presa fácil del enemigo.
Desde el extremo de la izquierda caviar hay pánico de perder el poder
monopólico que han construido en el Estado durante 20 años oprimiendo al pueblo
con una moralidad hipócrita que atribuye al sector privado la corrupción. Desde
el otro, hay indignación contra esa clase política que ha medrado por décadas del
Estado y hartazgo igualmente con la corrupción del sector público. Un extremo quiere
conservar su poder adquirido furtivamente. Lo que quiere el otro es venganza: acabar
con la clase burocrática.
Sin advertirlo, ambos son profundamente reaccionarios.
Los peruanos que hoy entran a votar al centro necesitan saber que aciertan
porque es allí precisamente donde se halla la opción verdaderamente revolucionaria.
La vía para derrotar al corrupto oligopolio público-privado no es atacarlo
frontalmente, sino desmontarlo inteligentemente atacando su punto débil, su
flanco desprotegido, apuntando a su talón de Aquiles. Lo revolucionario en el
Perú hoy es titular la propiedad de la tierra agrícola y minera, ponerla en
valor con agua y permitir que sean los peruanos –y no los privilegiados por el Estado-
quienes accedan libremente al capital.
Y entonces ese oligopolio corrupto que se apropió del Estado se derrumbará
solo.
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