ESTA NOCHE,
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MEDIA COLUMNA
No hace falta el CNM
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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El Consejo Nacional de la Magistratura no debe ser reformado, debe desaparecer.
En ninguna democracia de América existe una entidad semejante, que
nombre a todos los jueces de la República incluyendo a los jueces de la Corte
Suprema.
Lo que existe en todas las democracias americanas sin excepción es que a
los jueces supremos los nombra el poder Ejecutivo a propuesta del Congreso (y,
en algunos pocos casos, a la inversa). Ellos luego nombran a todos los demás
jueces.
Esto se debe a que el mecanismo por el cual el Ejecutivo nombra a los
jueces supremos es uno de los componentes fundamentales del equilibrio de
poderes en todas partes.
Pero entre nosotros el equilibrio de poderes está quebrado desde el
momento mismo en que los jueces supremos son nombrados por un organismo ajeno a
todos los poderes del Estado.
El equilibrio de los tres poderes es como el del juego infantil donde,
no obstante, si el papel ya no envuelve a la piedra, ya no es posible el juego.
La pérdida del equilibrio de poderes ha condenado a nuestra democracia a ser
una de baja gobernabilidad.
En ningún sitio existe un organismo autónomo ajeno a los poderes del
Estado que nombre a los jueces supremos. Menos aun uno donde la mayoría de sus miembros
provenga de la sociedad civil y no del
Estado.
Y aun menos uno en el que esos supuestos representantes de la sociedad
civil son elegidos por colegios profesionales y universidades. Eso recibe en la
historia política el nombre de corporativismo.
El mejor sistema de justicia del mundo, según consenso, es el del Reino
Unido. Hasta el gobierno de Tony Blair, los jueces supremos ingleses fueron
designados por el Lord Chancelllor de entre quienes él creía adecuados para ser
propuestos a Su Majestad, la reina Isabel II. Convencido Blair de la necesidad
de reformar esta institución medieval, propuso que los jueces supremos fueran
nombrados por una comisión cuyos miembros serían designados por… el poder
Ejecutivo. En el año 2005, por Acta de Reforma Constitucional, las funciones
del Lord Chancellor las ejerce ahora el Lord Jefe de Justicia. Reza un dicho
inglés que para ser juez hay que ser, ante todo, un caballero y, si se sabe algo
de Derecho, mejor.
En la cándida idea de erradicar la corrupción en la justicia, en el Perú
se ha entregado el nombramiento de los jueces supremos a unos representantes de
actividades profesionales sin ningún conocimiento de quién es quién entre los
jueces. Ese remedio es peor que la enfermedad. Por eso la corrupción que hoy ya
es de conocimiento público.
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