viernes, 14 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 14 agosto 2020

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MEDIA COLUMNA
El “bancor” de Keynes


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Esta semana los medios de comunicación han silenciado, escamoteado o minimizado en todas partes un hecho que ha sacudido la economia mundial como la caída de un asteroide.

El oro llegó a los 2,086 dólares la onza antes de bajar y volver a subir luego a los 1,970 dólares en que cerró el jueves. No va a parar. Goldmann Sachs anunciaba en junio que el oro llegaría a 2,000 dólares en los siguientes doce meses. Ocurrió en dos. Un experto en la bolsa de Londres pronosticaba el jueves que el oro llegaría a 2,500 dólares pronto. El Bank of America estimaba la semana pasada que no se detendría hasta los 3 mil dólares. 

El alza del oro es la otra cara de la pérdida de valor del dólar, que vale hoy 50 veces menos que hace 50 años. Para evitar eso, Keynes propuso en 1944 en Bretton Woods crear una moneda mundial que no fuera el dólar. La llamó “bancor” (un diminutivo de banco de oro). Estados Unidos se negó a aceptarla, pero Keynes logró como premio consuelo fijar el dólar al oro a la tasa de 35 dólares la onza. Harry Truman le prometió mantener ese vínculo siempre. Atribuyen a Truman la frase “the buck stops here” (“la moneda para aquí”) referida a que el presidente de Estados Unidos era el responsable de última instancia de la economía y la política mundial.

Keynes insistió en fijar el dólar al oro porque sabía que ese candado era lo único que mantendría encadenados a los titanes del mito griego, hoy sueltos por el ancho mundo.

En 1971 Richard Nixon incumplió la palabra de Truman (con el acuerdo de Milton Friedman). Rompió el vínculo con el oro y dejó flotar al dólar a la oferta y la demanda en el mercado global. Con ello obtuvo el control ahora absoluto del dinero mundial por su monopolio de la emisión del dólar, el medio de cambio mundial y la moneda en que los bancos centrales tienen sus reservas hasta hoy.

Desde entonces una marea de dinero (y más tarde de papeles sin bienes detrás) ha inundado una y otra vez la economía global generando burbujas de falso valor económico que colapsan una tras otra.

Cuando en 1971 el oro dejó de ser el respaldo del dólar, el petróleo pasó a ser su respaldo. El dólar reposaría en adelante únicamente sobre una palabra empeñada, una decisión política: el compromiso del primer productor de petróleo mundial –Arabia Saudita- de que solo vendería su petróleo en dólares. Arabia Saudita aceptaría únicamente dólares en los contratos de venta de su petróleo al mundo entero a cambio de la protección militar de Estados Unidos para sus pozos y sus enormes reservas de petróleo.

El petróleo, no obstante, no es ya en el siglo XXI lo que fue en el siglo XX. Otras fuentes de energía lo reemplazarán. Los autos eléctricos son el símbolo de ese cambio.

Y hoy el oro desplaza al dólar como refugio del valor ante la incertidumbre global. Hemos cerrado el círculo y vuelto al punto de partida. En la bóveda celeste de los economistas Keynes debe estar pensando que tenía razón.



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miércoles, 12 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 12 agosto 2020


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MEDIA COLUMNA
Estruendo mudo

"Silence like a cancer grows".
                 Simon & Garfunkel.

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

En la presentación del nuevo gabinete ante el Congreso estaba descontada la aprobación de la confianza. Básicamente, porque a nadie le quedan ganas de seguir moviendo el bote.

El premier Martos dice que su gestión se concentrará en vencer la pandemia. Habrá cumplido con creces si tiene éxito. Es lo urgente ahora. 

Pero seamos crudos: en el discurso hay un retroceso o, más bien, una recaída. Luego de la accidentada negación de confianza al gabinete anterior, el gobierno ya no se atreve ni a hablar siquiera del papel del sector privado en la economía. 

En la atmósfera enrarecida de hoy, la expresión “crecimiento económico nunca más a espaldas del pueblo”, pronunciada por el Premier, significa que la premisa del pensamiento oficial es que el crecimiento incrementa la desigualdad. De allí que otorgue el papel principal a la inversión pública en el reinicio de la economía. El modelo económico que trajo prosperidad nunca vista al Perú con el crecimiento exponencial de la clase media ha sufrido otra derrota a manos de la demagogia estatista. 

La referencia a la “economía circular” es otro indicio de lo mismo. Es la nueva ideología de moda. Es muy poco lo que el Perú puede hacer en realidad contra el cambio climático, porque su economía es pequeña. Mucho puede hacer, en cambio, para combatir sus efectos innovando una tecnología preincaica que permitiría poner diez mil millones de metros cúbicos de agua dentro de los Andes. Pero no, la ideología prevalece sobre el pragmatismo.

Peor aun es el silencio absoluto del discurso sobre el “baguazo" en Requena -donde han muerto tres personas- o el conflicto eternamente sin resolver en Espinar y el Corredor Minero. Como diría Vallejo, es un estruendo mudo. Es una contradicción que parece imposible, pero todos sabemos que ciertos silencios pueden ser clamorosos. Y crecer como un cáncer cuando se calla lo que debería decirse. 

No hay diálogo en las minas, hay claudicación ante la fuerza. No hay negociación, sino capitulación del gobierno ante la demagogia del Congreso.

Es una extraña forma de bipolaridad: megalomanía e indolencia, mojigatería y frivolidad al mismo tiempo. 

Ultimo ejemplo: el discurso habla de reforma de la justicia y de reforma política como si fueran cosas separadas. Lo primero se limita a meritocracia y digitalización. Y lo segundo solo a la reforma electoral. Ni asoma la sospecha de que ambas reformas son una y la misma cosa, que la reforma de la justicia es la reforma política, porque pasa por rediseñar el equilibrio de poderes. Pero la clase política no quiere entenderlo porque perdería poder. Y fracasan entonces en el Perú, una y otra vez, la reforma política y la de la justicia.



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martes, 11 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 9 agosto 2020





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Nunca más internas truchas


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


El Pleno del Congreso ha aprobado que los partidos políticos puedan elegir cómo hacer sus elecciones internas. Pueden elegir de dos formas a sus candidatos a la Presidencia de la República y al Congreso.

Una es que cada uno de los militantes inscritos en el padrón del partido vote en las elecciones internas por los candidatos de su preferencia. Claramente, es la manera más democrática de hacerlo.

Para esta opción, la ONPE ha adelantado que está en condiciones de organizar las elecciones internas de los partidos mediante voto electrónico. La suspicacia ante esta alternativa es el pretexto para oponerse.

La otra opción que el Congreso deja abierta es que las elecciones internas se hagan de la manera trucha en que siempre se han hecho. Esto es, donde los militantes no votan directamente por los candidatos, sino por intermediarios a quienes entregan la decisión final. “Delegados” es el nombre reciben tales intermediarios.

Lo que ha ocurrido siempre en los partidos tradicionales (y en aquellos que siendo nuevos sufrieron una temprana metamorfosis) es que los “delegados” han sido designados a dedo por la cúpula del partido para que, a su vez, voten por los candidatos que la cúpula quiere. Es la manera en que se controla la lista y se asegura un puesto a quien contribuye con recursos a la campaña electoral del partido. Esta es la verdad.

Y todos lo saben. Por esa misma razón, salvo excepciones escasas y honrosas, no ha existido nunca democracia interna alguna ni en los partidos políticos tradicionales ni en los que prematuramente se volvieron tales.

Esta vez , sin embargo, el Congreso se ha sacado de la manga una sorpresa.

El Pleno ha aprobado que los partidos pueden optar por emplear delegados, pero ha dispuesto sagazmente que ahora estos delegados deberán ser elegidos, a su vez, en elecciones internas donde vote cada militante.

Atrapados, los partidos han reaccionado del peor modo posible. Algunos pretenden seguir designando delegados a dedo. Se oponen a que sean elegidos por los militantes. Desnudan con ello su peor vocación antidemocrática y en su absoluta necedad ni siquiera lo advierten.

Otros partidos, aun más elementales si cabe, se oponen de plano a que la ONPE participe en sus eleciones internas sean como fueren para garantizar la transparencia de las mismas. Estos casos ya so fracamente patéticos. 

Esta es la realidad. Los partidos –tradicionaes y no tradicionales- se han quitado la careta y mostrado el estado de inmadurez y la atmósfera de prepotencia en que habita la clase política. Ha quedado en evidencia su falta de respeto por el pueblo. He ahí precisamente la razón por la que el pueblo los detesta.

Si hoy prevalece la decisión por una vez bien tomada por el Congreso, aquí termina esta farsa.   


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lunes, 10 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 7 agosto 2020




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El otro Paniagua

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

El señor Merino de Lama quería ser el nuevo Paniagua. Vio la oportunidad de llegar a la Presidencia aunque sea por unos días.  Y la bancada de Acción Popular le retiró al gabinete Cateriano los votos que necesitaba. Le jaló la alfombra.

Merino dijo con anticipación al Premier que al Congreso no le gustaban los ministros de Educación y de Economía, como si fuera atribución del Legislativo nombrar ministros. Era un pretexto. La suerte de Cateriano ya estaba echada desde antes. Solo estaban esperando que entrara en vigencia la prohición constitucional de disolver el Congreso en el último año de gobierno para ejecutar el plan. Era en parte una pequeña venganza por la disolución del Congreso. Pero el verdadero objetivo era declarar la guerra de poderes.

En lo inmediato, los dos ministros que no le gustan al Congreso serán interpelados y eventualmente censurados. Y el nuevo gabinete será torpedeado mientras los peruanos piden diálogo entre los poderes. Esto puede escalar ahora hasta desembocar con cualquier pretexto en otra vacancia de la Presidencia. Previa descalificación de la actual vicepresidenta, quien pasaría a ocupar la Presidencia es quien hoy encabeza el Congreso. He ahí la jugada de laboratorio del segundo Paniagua. 

En Acción Popular ha prevalecido finalmente la izquierda. Lo sabemos porque el propio Raúl Diez Canseco ha reconocido que no tuvo participación alguna en la decisión de negarle la confianza al gabinete. Lo sabemos porque Rafael Belaunde Aubry escribió hace muy poco que el partido fundado por su padre ha sido capturado por gente sin lealtad para con el legado de Fernando Belaunde.

Sesenta años atrás, el propio Belaunde zanjó tempranamente esta disputa con la salida tempestuosa del ala izquierda de su partido, que entonces fundó Acción Popular Socialista. El ex demócrata cristiano Valentín Paniagua se quedó a bordo. Veinte años atrás, por falta de vicepresidentes, cuando quiso el azar colocarlo en la Presidencia de la República, Paniagua puso en el gabinete en una función política clave a un conspicuo cazador de brujas a instrumentar una venganza a la que llamó justicia. Creyó Paniagua que podía gobernar con la izquierda y la izquierda lo gobernó a él.

Hoy, un congresista de Acción Popular advierte al Presidente que puede ser vacado. Hoy, el señor Merino responsabiliza no a Cateriano, sino a Vizcarra. El ala socialista de Acción Popular echa del gobierno al nieto de Fernando Belaunde. El círculo se ha cerrado. 



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domingo, 9 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 5 agosto 2020


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“Amor sin amor se paga”

Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Luego de la noche loca del Congreso, la demagogia de izquierda siente que ya ha ganado las elecciones del 2021 porque ha infiltrado a otros partidos.

No había neutralidad posible.  Votar por la abstención cuando es obvio el resultado significaba inevitablemente tumbar el gabinete. Oculta se hallaba la venganza del Legislativo contra el Ejecutivo por la disolución del Congreso anterior.

De los votos del Frepap, UPP y Podemos no se podía esperar nada. Anoche se quitaron una careta ya inútil. La responsabilidad de lo ocurrido es de Acción Popular y de APP de César Acuña.

Los 22 votos de APP fueron a la abstención a sabiendas del resultado. El “chantaje universitario” que denunció Cateriano -condicionar la confianza a la entrega de la cabeza del ministro de Educación- pesó en ese partido más que el precio político de entregarse de lleno a un interés ante los ojos del país.

Pero más penoso aun es el caso de Acción Popular, el partido de Fernando Belaunde. 19 de los 24 congresistas de AP se abstuvieron o votaron anoche en contra. Negarle la confianza a un gabinete del que formaba parte el propio nieto del ex presidente y fundador de AP es un síntoma de lo que hoy ocurre en ese partido tomado por la demagogia hace años. Es lo de menos, sin embargo. Su decisión hará especular sobre una presunta intención de vacar la Presidencia para asumirla y organizar las elecciones.

Somos Perú y los Morados votaron a favor del gabinete. Es una definición de identidad en la prueba ácida. Fuerza Popular también, aunque no de manera unánime. Puede que haya aprendido tardíamente una penosa lección. Tristemente, eso en realidad ya no importa.

En suma, en el mal caso el Congreso ha sido manipulado por el interés. En el peor, fue seducido anoche por la demagogia, dama corrupta.

Hoy es el día siguiente. Y esto les va a costar. Para abril, las ambiciones habrán disuelto con vergüenza esta sociedad momentánea que hoy se descubre desnuda luego de haber pasado la noche con quien no debía. 

“Amor sin amor se paga”, decía Sofocleto.      



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sábado, 8 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 2 agosto 2020





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El “espacio” de Salvador


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


"Por qué no hay una conversación", pregunta Salvador del Solar. "Un espacio -añade- de una afinidad mínima, pero sólida". Y menciona nombres: “Julio Guzmán, Jorge Nieto y el propio George Forsyth". Se entiende que además del suyo.

Acto seguido, sin embargo, ratifica que no será candidato a la Presidencia de la República. Salvador no es un político. Su vocación es otra. Si aceptara el papel sería por sentimiento del deber o por el reto para el actor, pero no le nace la política.

Estamos en la era del carisma, del candidato presidencial que llegó a ministro o a alcalde justamente porque provenía de otro "espacio" –el espectáculo o el fútbol- y cuenta con expectativa y simpatías precisamente porque no viene de la política sino de fuera de ella y se propone adecentarla.

Los partidos políticos, en cambio, han desaparecido. No significan nada. No tienen doctrina, ni programa siquiera. No son fines ya, sino medios para alcanzar fines que los trascienden. Las elecciones, por tanto, no son ya carreras de caballos, que hoy son meras etiquetas intercambiables, sino competencias de jinetes de vistosos colores. Es por eso que adelanta Salvador que el "espacio" de que habla se halla por encima y más allá de los partidos políticos.

La demanda de ese "espacio" expresa el estado de ánimo que hoy prevalece en el sector A/B, asustado por la pandemia y la crisis de la economía. Para ese sector cae por su peso la idea que-no-necesita-demostración-porque-es-obvia de que hoy se debe deponer-toda-clase-de ambición-personal y unir fuerzas en lugar de dispersarlas. Por eso hace hincapié Salvador en el esfuerzo colectivo, no el individual.

No obstante, el “espacio” de Salvador parece limitarse solo a una de las dos orillas, la de la izquierda. Convoca a “una afinidad mínima” para que sea “sólida”. Es una suma cero. Mientras más amplia la afinidad, menos sólida. Mientras más sólida, más mínima.    

Coloca en ella –en un círculo exterior, digamos- al joven alcalde de La Victoria y ex arquero de la Selección junto con Julio Guzmán y Jorge Nieto. No está claro que Forsyth se encuentre cómodo en esas compañías, porque sus simpatizantes ocupan un espacio más grande, que no requiere de afinidades sólidas sino de empatías sueltas.  

En otras palabras, el “espacio” de Salvador no aspira al centro político ni apunta a él, como podría.


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lunes, 3 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 29 julio 2020


 

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Es lo que hay  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1

Martín Vizcarra no es un artista de la política, pero es un esforzado artesano. Su mensaje de 28, que inaugura el último año de su gobierno, ha estado destinado a agenciarse una gobernabilidad, aunque sea precaria, para este año imposible que trae una carga explosiva por desactivar.

De allí el llamado a las fuerzas políticas a un pacto patriótico -Pacto Perú, le llama- en torno a acuerdos básicos que nadie en su sano juicio objetaría: un sistema unificado de salud, una educación de mejor calidad de la educación con acceso virtual, un crecimiento sostenible en mercado de competencia, eliminar la pobreza extrema, una reforma de la justicia.

No hay tiempo ni espacio ya en su gobierno, sin embargo, para ninguna de estas cosas. Ya sería un logro histórico que para el 2021 todos los peruanos pudieran aceder a una atención de salud por medio del SIS aunque sea de emergencia.

Pero aquí y ahora, el hecho es que la pandemia y la economía están aún en su mayor medida fuera de control. Y se ven en Espinar ya los primeros intentos del radicalismo de agitar el bloqueo que impida la exportación de minerales. Es el intento de incubar acá la violencia que vimos en Chile, en Bolivia, en Ecuador y en Colombia antes de la pandemia. El radicalismo estima que el desplome de 14% de la economía ya inevitable este año es el caldo de cultivo perfecto para desorganizar el proceso electoral y hacer un fiasco de las elecciones en la creencia de estar creando las condiciones para la captura del poder. Es la fantasía usual del radicalismo que vive perpetuamente en una burbuja política delirante. No habrá tal cosa. Pero el solo intento basta para causar estragos, porque tiene eco fuera y espanta a las asustadizas aves del capital.     

Adentro, en cambio, el Perú cuenta con el mecanismo incorporado de la informalidad. Los peruanos están acostumbrados a recursearse. Es una válvula de escape ante las crisis. No es una solución, pero es un mecanismo útil de control de daños provisional. Uno con el que, lamentablemente, Chile no cuenta. Avanzar en la formalización del derecho a la propiedad es, en efecto, lo que debe hacerse en apoyo de esos millones de peruanos que se valen de la informalidad para salir adelante hoy.

Es lo que hay. Con título de propiedad y atención de salud ya los peruanos quedarían bastante agradecidos.  
  


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