viernes, 30 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 28 noviembre 2018



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Trump es nuestro aliado

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Crucemos los dedos. La reunión del G-20 en Buenos Aires este fin de semana, a la que asisten los presidentes Trump y Xi,  puede ser decisiva para la economía del Perú.

“Si Trump y Xi no llegan a un acuerdo en la reunión del G-20, veremos una pausa en los incrementos de la tasa de la Reserva Federal el próximo año (...) lo que, a cambio, contribuirá a un alza en los precios del oro”. Esta es la opinión de un experto: Walter Pehowich, de Dillon Gage Metals. Coincide con el banco de inversión Goldman Sachs, según el cual la Cumbre del G-20 de esta semana podría elevar los precios de las materias primas.

El oro permanece ahora en su punto más bajo, en 1,220 dólares la onza, a causa de la política monetaria de la Reserva Federal (FED). El presidente de EEUU se opone ya abiertamente al alza de la tasa de interés de la FED mientras esta sigue hablando de una cuarta alza este año y tres más el próximo. Cada una de ellas causa una alza global del dólar, lo que enfría el crecimiento de la economía de EEUU y abarata sus importaciones desde China.

No en balde Trump acaba de emplazar a la FED como nunca antes lo había hecho un presidente de EEUU. Dijo que gracias a la baja del petróleo la inflación está disminuyendo en EEUU, lo que deja a la FED sin su argumento principal para seguir subiendo la tasa de interés. Esta vez Trump, ya cansado, añadió: “¿Estás escuchando, FED?”.

Si Trump logra doblarle el brazo a la FED, la tasa de interés no subirá y el dólar detendrá su carrera. En la misma medida subirá el oro, que es el refugio del capital, y tal vez también el cobre por nuevas expectativas para el crecimiento de China, con lo que el Perú podrá respirar luego de largo tiempo bajo el agua.

Muchas veces los exportadores de las economías emergentes se felicitan del alza del dólar. Es un feo vicio. No es sostenible mejorar la posición relativa de uno con devaluaciones competitivas cuando la solución real es mejorar la productividad, lo que en las economías emergentes -desde Italia y Turquía hasta Brasil y Argentina- depende de las reformas que solo sus gobiernos pueden hacer.

Mucho se juega en la Cumbre del G-20 este fin de semana, pero no como se cree. La mayoría piensa que todo depende de la guerra comercial de EEUU con China y espera al menos una tregua si no una paz duradera. Si no las hubiera, sin embargo, todo dependerá de que Trump logre cambiar el curso de la política monetaria de la FED.

Sería un salto cualitativo  de EEUU desde una política monetaria centrada solo en su inflación y su empleo de corto plazo diseñada por una institución como la FED, que refleja intereses privados, a una verdadera política monetaria global de mediano plazo. Así lo ha dejado entrever hace muy poco la mismísima ex presidenta de la FED, Janet Yellen.

Si Trump, en cambio, permite que el ajuste en las economías emergentes se logre solo por la vía de la devaluación, alineando todas las monedas a la conveniencia del dólar, abrirá la puerta a la guerra monetaria. El yuan, entonces, -con respaldo en oro- le disputará el papel de reserva global de valor hasta desplazarlo quizá, tal como el dólar hizo con la libra esterlina hace exactamente cien años. 

Luchar por el comercio libre no consiste solo en eliminar aranceles, sino también los subsidios escondidos detrás de la falta de reformas económicas en todo el planeta, en China, en Europa y en América Latina.

Y lo divertido del caso es que Trump, el supuesto enemigo del comercio libre, podría terminar siendo por este camino el mejor aliado de la reforma de las economías emergentes a escala global.


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miércoles, 28 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE sábado 24 noviembre 2018


ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Hilos de seda


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos es un feroz nudo de guerra geopolítico entre Estados Unidos y China por la hegemonía en el Océano Pacífico, como hace doscientos años ocurrió en el Atlántico y hace dos mil en el Mediterráneo.

Este ha sido el telón de fondo de la última reunión de APEC en la isla que es quizá la economía mas pequeña de todas las naciones integrantes, Nueva Guinea. Tal es la tensión, que la Cumbre no pudo encontrar el lenguaje para una declaración final.

Desde las costas de Nueva Guinea hasta Panamá, el tema es el mismo. Xi Jinping, presidente de China, ha lanzado una hermosa propuesta a la comunidad global que gira en torno a una idea deslumbrante. Le llama la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda y se refiere al camino que por siglos unió a China con Europa, que ya era antiquísimo cuando Marco Polo lo recorrió hasta la corte de Kublai Khan, emperador de Mongolia y conquistador de China, en el año 1271. Por ese camino circularon caravanas por siglos llevando y trayendo cosas e ideas, desde la pólvora hasta los fideos. Xi Jinping quiere extender en el siglo XXI ese camino con infraestructura en gran escala hasta formar un cinturón alrededor del globo.

Pero esto supone una inversión masiva en infraestructura en las economías emergentes. Nuestro tramo de la Ruta de la Seda, por ejemplo, es el ferrocarril desde Sao Paulo hasta Paita, que cuesta unos 10 mil millones de dólares. China está dispuesta a financiar la mega inversión alrededor del mundo, con crédito barato. A cualquier costo. No es una empresa económica solamente, es el acto de fundación política de un nuevo liderazgo global. 
    
A Nueva Guinea no fue Donald Trump. En lugar suyo, fue el vicepresidente, Mike Pence, y tomó al toro por las astas. Dijo en su discurso que los países no deberían aceptar deudas que comprometan su soberanía. “No ofrecemos un cinturón de restricción o un camino de una sola vía”, añadió en alusión evidente. Pence se refirió a la "opaca diplomacia de chequera" detrás de la Ruta de la Seda, y dijo que los proyectos son de "baja calidad" y "a menudo conllevan fuertes ataduras y una deuda abrumadora" que las economías emergentes no podrán pagar. Lo que está diciendo es que los países que entren a la Ruta de la Seda del siglo XXI van a quedar perpetuamente endeudados con China. Xi responde a esto, explícitamente, que la Ruta de la Seda no oculta una "agenda geopolítica" ni es una "trampa" para el dominio colonial de las economías emergentes.

El nudo de guerra entre las dos primeras economías del planeta vaticina lo que será el resto del siglo XXI. Esa competencia puede ser muy buena para nosotros si no nos atamos a una deuda impagable con hilos de seda.





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miércoles, 21 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 21 noviembre 2018



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Asilo con efecto


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Conceder un asilo no supone formalmente un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión., pero el de hoy aquí pone en debate internacional la imparcialidad de la justicia en el Perú.

La decisión de Alan García ha convertido al gobierno uruguayo en árbitro involuntario de la situación política peruana. Y ese juicio puede tener efecto retroactivo para el gobierno de Martín Vizcarra.

Ante esto, el poder Ejecutivo y el Judicial necesitan tomar medidas urgentes. Dos, a saber.

La primera es que, concedido el asilo, el gobierno debe extenderle a García el salvoconducto que le permite trasladarse al aeropuerto y salir del país. De lo contrario, el ex presidente permanecería indefinidamente en la residencia de la Embajada de Uruguay en Lima -como ocurrió con Víctor Raúl Haya de la Torre en la Embajada de Colombia por años durante la dictadura de Manuel Odría-. Eso comprobaría la acusación de persecución política. Por eso mismo el gobierno habría tomado ya la decisión de no obstaculizar su partida. Pero, es más, debería abstenerse en lo sucesivo de hacer comentarios sobre las declaraciones públicas en la materia, vengan de donde vengan. No le corresponde al Ejecutivo hacer aclaraciones que no le competen sobre una presunta persecución política de la justicia. Eso le corresponde a la justicia. 

Más allá de eso, en segundo lugar, toca al poder Judicial corregir de inmediato sus excesos de las últimas semanas y subsanar sus omisiones. Tiene que haber estricta equidad en el procesamiento judicial de todos los casos que involucran a partidos y dirigentes políticos con la corrupción. Y ese trato equitativo tiene que ser evidente para todos. Cualquier otra cosa solo abonará la sospecha de parcialidad y sesgo político y en última instancia probará que la lucha contra la corrupción en el Perú no ha respetado el debido proceso de la justicia.

En cuanto a Alan García como animal político, por último, cada cual puede escoger lo que prefiera respecto de si evadió su deber de someterse a la justicia o si estaba en su derecho de pedir asilo, y si esto acaba con su carrera o se la devuelve. Esos no pasan de ser comentarios políticos.

Decía Hegel que la lechuza vuela al atardecer. Daba a entender que el verdadero significado de los hechos suele conocerse solo después, y que el conocimiento siempre llega con retraso. En otras palabras, que el sentido de los hechos de ayer depende de los actos de hoy.  


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martes, 20 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE sábado 17 noviembre 2018




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Cuatro votos
por el “no”


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El CNM no debió reformarse, debió cerrarse. Lo que se ha hecho es cambiar a los que eligen a sus miembros. Ahora la sociedad civil ya no tiene mayoría entre los que eligen. La mayoría es del Estado. Pero casi solo del Poder Judicial. El Legislatvo y el Ejecutivo siguen sin tener entrada alguna en el nombramiento de los jueces supremos. Sin embargo, eso es lo que hacen todas las democracias porque esa es una pieza imprescindible del equilibrio de poderes. Aca no hay equilibrio de poderes y la “reforma” que se propone no lo restablece. El problema subsiste. Pronto la corrupción se hará presente otra vez. A esta pregunta del referéndum, por lo tanto, mi respuesta es “no”.

La pregunta sobre el financiamiento privado de los partidos es la novedad de la fiesta. Se prohíbe la contratación directa de medios de comunicación por los partidos. En adelante, la contratación de medios la hace el Estado, que distribuye entre los partidos una franja electoral. En parte de manera igualitaria y en parte en proporción a los votos. En adelante. Además, los aportantes son personas, ya no empresas. A la luz de la experiencia reciente, sin embargo, ¿quién volverá a donar a una campaña electoral para terminar en la fiscalía? Dada la nueva situación de hecho, votar “sí” favorece a los candidatos con recursos propios, que tendrán una ventaja indebida. Si lo que se quiere es equidad, había que prohibir de plano las donaciones privadas. Lo que se propone no es equitativo. La respuesta a esta pregunta, por lo tanto, también es “no”.

La no reelección de congresistas es un error y todos lo saben. Los congresistas reelegidos son mejores. Creer que los nuevos son, por definición, ajenos a la corrupción no es más que un refrito de la idea infantil del “buen salvaje” de Rousseau. El pueblo votará igual por la no reelección, sin embargo, a pesar de saber que es un error, porque lo que quiere es castigar a los congresistas actuales cualquiera sea el costo. Quizá su santa ira sea comprensaible, pero no es justificable. A esta pregunta, por lo tanto, la respuesta es igualmente “no”.

Por último, es verdad, como dice Vizcarra, que el Congreso ha desnaturalizado la pregunta sobre la bicameralidad. Ha reintroducido vergonzosamente la reelección por la puerta falsa, a escondidas, de espaldas al pueblo, al disponer que los congresistas pueden postular al Senado. Se comprende que el gobierno, al ver que el Congreso tuerce burdamente el sentido de la pregunta, se retracte de su posición original y obligue a los congresistas a renunciar a la reelección trucha. Bien podría el Congreso jugar limpio, si quisiera, eliminando ese contrabando torpe y dando limpiamente la pelea por la reelección de manera transparente. Tendría a la razón de su lado. Si hiciera eso, a esta pregunta respondería “si”. Si el Congreso no lo hace, sin embargo, a pesar de que apoyo la bicameralidad, mi respuesta será “no”. Por no avalar este sucio truco y porque la bicameralidad, al cabo, no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar el verdadero fin, que es el equilibrio de poderes,  hay otros modos de conseguirlo.  


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sábado, 17 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 14 noviembre 2018



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Fake news de Virgilio

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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“Timeo danaos et dona ferentes”
                           Virgilio, Eneida.

El emperador Augusto encargó al poeta Virgilio escribir la historia de Roma trazando la genealogía de su familia -la gens Julia- hasta Troya. El mito del origen troyano de Roma no lo inventó Virgilio en la Eneida. Según la partición del mundo antiguo, las familias romanas trazaban su pasado hasta los troyanos en oriente o los griegos en occidente.

El mito de la gens Julia narra que a Eneas, el piadoso troyano hijo de Venus, los dioses lo habían designado para sobrevivir a la destrucción de Troya porque tenía un destino: fundar Roma. Virgilio narra que cuando Eneas desciende al Hades tras atravesar las diferentes regiones del Infierno -y tal vez esto explique por qué Dante lo elige como su guía en la Divina Comedia- conoce allí a sus nobles ancestros troyanos y también a sus descendientes romanos hasta el propio Augusto.

Sin embargo, anciano ya y viendo la muerte cerca, Virgilio encargó que después de su muerte la Eneida fuera destruida, echada al fuego. Afortunadamente, eso jamás ocurrió y el poema ha llegado hasta nosotros. ¿Por qué, no obstante, habría dado Virgilio semejante orden? Porque la narrativa construida por él fue un invento, una mentira o, si se prefiere, una verdad posmoderna. Fake news, en suma. El emperador Augusto le encomendó a Virgilio crearle un linaje divinizado, inventado, trucho.

En el mundo romano los griegos solían pasar por mentirosos. Quizás la cita más conocida de la Eneida es la que pronuncia Lacoonte ante el Caballo de Troya: “temo a los griegos, y hacen regalos”. El “presente griego” es la esencia de la astucia de Odiseo. En la Divina Comedia, Odiseo se halla condenado en el Octavo Círculo, por dar astutos consejos fraudulentos.

Eneas, en cambio, es piadoso. No engaña. Virgilio aclara que la salida de Eneas de Troya el día de su destrucción por los griegos no es una fuga. El troyano no escapa con el consentimiento de los vencedores (como suponen malévolamente algunos). Virgilio pone esto en boca de Eneas: “Hice méritos para caer a manos de los dánaos (griegos) si mi sino hubiera sido que cayera". Eneas no huye, cumple el encargo de los dioses, que es poner a salvo los genes troyanos. Por eso lleva a su padre a cuestas y consigo a su hijo, al que los romanos llamarán Iulio, antepasado de la gens Julia. Esa es la narrativa que Virgilio inventó, digna del linaje de Julio César y de su sobrino, Cayo Julio César Octaviano, el emperador Augusto.

En la Divina Comedia Dante pone a Virgilio en el Limbo, no en en el Paraíso. No es bautizado, no es cristiano (aunque vivió en la época de Cristo). Virgilio está con los pecadores inocentes, con los que se sienten culpables. Quizá porque le avergonzaba haber divinizado a Augusto en la Eneida para legitimar el poder imperial y la pérdida de la república.    


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martes, 13 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE sábado 10 noviembre 2018



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Piratas de tierra


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Al informe Lava Jato le ha faltado perspectiva política.

El plan de sembrar la corrupción en el Perú y en toda América del Sur fue un designio concebido y sistemáticamente ejecutado desde el Foro de Sao Paulo por la izquierda brasileña y el Partido de los Trabajadores bajo las órdenes de Luis Ignacio da Silva, Lula, hoy un preso que acaba de perder la última elección de su vida.

Fue el Estado brasileño, en efecto, el que instrumentó a las empresas, corruptas desde hace décadas y adictas a mercados cerrados que excluyeron siempre a la competencia. La codicia la pusieron las empresas, pero fue el Estado brasileño el que les proporcionó la cobertura de las políticas del mercantilismo.

De lejos le venía también el imperialismo expansionista. Desde el siglo XVI, el Imperio portugués en el Brasil se hacía de la vista gorda ante los bandeirantes, los piratas de la tierra, que por 200 años empujaron los límites más allá del Tratado de Tordesillas que en tiempos de Isabel la Católica fijó la frontera entre España y Portugal en América. Por dos siglos, los bandeirantes esclavistas fueron mantenidos a raya en las fronteras del Imperio Español por los jesuítas en las misiones del Paraguay, de la Argentina y de Bolivia. Son fabulosos los templos construidos en esas misiones, también en el Perú. Eran inmensas haciendas donde los indígenas eran severamente organizados para el trabajo de la tierra y evangelizados dentro de un rígido modo de vida, tenidos como novicios en la más humilde de las tareas de la Ciudad de Dios en la Tierra. El desastre vino cuando el rey de España, Carlos III, el déspota ilustrado por excelencia, ordenó la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios del Imperio Español, supuestamente por azuzar disturbios a favor del control del precio del pan, en realidad por haberse convertido a través de la educación en un poder que desafiaba a la monarquía absolutista. Uno puede imaginar lo que habrá sido la procesión de frailes dejando los templos de las misiones en toda América del Sur y a los indígenas en las fronteras a merced de los bárbaros bandeirantes.

Esta es la perspectiva en la que se inscribió el “neo imperialismo” corrupto del Foro de Sao Paulo, que contagió al continente con la tácita complicidad de La Habana y de Caracas, una vez fracasado el intento de exportar el castrismo a América del Sur con Allende en Chile y con Velasco en el Perú.

Los indicios son quizá que las empresas brasileñas tal vez habrían preferido que en 2011 no ganara la izquierda en el Perú, pero en última instancia les daba lo mismo mientras pudieran planear obras faraónicas, manipular las licitaciones de obra pública y multiplicar al infinito las adendas prometidas. Porque debían obedecer a sus patrones, los políticos del Foro de Sao Paulo. Estos bandeirantes modernos no eran piratas independientes, sino una organización para capturar la economía de Sudamérica y tomar el poder. Esto es lo que permaneció oculto debajo de la codiciosa minucia de las empresas corruptas.

Esta es la perspectiva política que había que explicar al pueblo peruano, la que este necesita conocer. Y se halla clamorosamente ausente del informe de la comisión Lava Jato.     


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sábado, 10 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 6 noviembre 2018




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¿Viejo y confiable aliado o
nuevo mejor amigo chino?
 
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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China lleva a cabo en estos momentos en Shanghái una masiva exposición a la que asisten tres mil empresas de 130 países y un número de jefes de Estado de América, donde China ha puesto los ojos para una cabeza de playa estratégica en el Canal de Panamá. Al inagurar la Expo de Shanghái, el presidente Xi Jinping ha asegurado que la apertura económica es "imparable" y que "China no parará sus pasos en la construcción de una economía mundial más abierta", llamando a abrir los mercados para crear una economía global, como lo hacía Estados Unidos hace veinte años. Christine Lagarde, la directora del FMI, le ha llamado a esto  un "puente hacia el futuro".

La herramienta del “puente hacia el futuro” es la propuesta global de una  nueva “Ruta de la Seda” alrededor de la Tierra. La “Ruta” une en Sudamérica el Océano Pacífico con el Atlántico por tren, como lo hizo Norteamérica en el siglo XIX. Cuando el primer ministro chino visitó el Perú no hace tanto, vino directamente desde Brasil y propuso a ambos países la construcción de ese tren desde el puerto de Paita en el Perú hasta el puerto de Santos en Brasil, más de 3.700 kilómetros. Se firmaron entonces varios acuerdos en ese sentido. Se habló de una inversión de 10 mil millones de dólares financiada por China.

Ese tren tendrá sinergias económicas y sostenibilidad. Traería soya de Brasil para exportarla a China. Brasil está reemplazando en el mercado chino las exportaciones de soya de EEUU, suspendidas por las decisiones de política arancelaria del gobierno de Donald Trump. Es un vacío que va a llenar con millones de toneladas de granos. El tren no regresaría vacío a Brasil. Llevaría fosfatos de Bayóvar, en manos de Vale, una empresa brasileña, para ser fertilizante de la agricultura de la soya brasileña. Es un perfecto circuito cerrado.

El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha adelantado que China es hoy el primer socio de Brasil y que ambos quieren multiplicar el comercio. China desplazó hace una década a Estados Unidos como socio principal de Brasil, que hoy exporta casi 50 mil millones de dólares anuales a  China. Curiosamente, sin embargo, Bolsonaro necesitó el lunes pasado una reunión con el embajador de China en Brasilia para aclarar un malentendido. Circulaba la especie de que el nuevo gobierno de Brasil se alejaría de China para aproximarse a Estados Unidos. Había que desmentirlo. Brasil no necesita elegir entre sus dos socios.

¿O sí? Nada es sencillo cuando hay en juego intereses geopolíticos masivos. Cuando estuvo en Lima hace muy poco el entonces secretario de Estado norteamericano dijo que Latinoamérica debería hacer negocios con su viejo y confiable aliado norteamericano en lugar de con su nuevo mejor amigo chino.

Ahora hay una segunda propuesta de “tren bioceánico”. Este viene de Santos en Brasil, pero no llega a Paita sino a Ilo, en Moquegua, tierra del presidente Vizcarra atravedsando el territorio de Bolivia. El proyecto es resueltamente empujado por el presidente Evo Morales, que estudia un posible financiamiento de España, del Reino Unido o de un consorcio suizo-alemán. Este tren cuesta 14 mil millones de dólares, pero no es clara su sostenibilidad económica, más allá de la carga hacia y desde Bolivia. Competirá, además, con un tercer “tren bioceánico” que a Chile le gustaría construir, según anuncia el presidente Piñera, y que es la pesadilla boliviana.
  
Estados Unidos construyó su red ferroviaria de costa a costa en la segunda mitad del siglo XIX. Es la formidable historia de Cornelius Vanderbilt y el gran palacio que edificó en la terminal, en honor de los trabajadores que construyeron el ferrocarril: la Grand Central Station de Nueva York. Estamos en el siglo XXI y es hora de hacer lo mismo en América del Sur. Y, como Brasil, tampoco nosotros necesitamos realmente elegir entre nuestro viejo y confiable aliado y el “puente hacia el futuro” de la Ruta de la Seda de nuestro nuevo mejor amigo chino. Hay espacio para ambos. ¿O no?



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