jueves, 11 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 10 julio 2019




Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA 
Que el mercado
diga cuánto vale


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Titulizar es más que titular. Securitización financiera es más que seguridad jurídica.

Se trata de darle a la tierra bajo la cual hay recursos naturales un valor de mercado que pueda ser aceptado en el mercado global. Solo de esta manera ese bien encontrará un comprador a un precio de mercado, porque se ha establecido la confiabilidad. Si el bien está fuera del mercado, en cambio, vale algo solo para los que están cerca, el precio se forma entre pocos y si una de las partes tiene información privilegiada la usará en perjucio de los otros.

El mercado, entonces –el juego libre de la oferta y la demanda, que incluye la transparencia de la información- es el único modo de establecer de manera objetiva cuánto vale la tierra debajo de la cual hay o puede haber recursos naturales. Si la superficie no está en el mercado, en cambio, las partes nunca podrán ponerse de acuerdo sobre su precio, y los recursos dentro de ella se quedarán donde están, dentro de la tierra, para contento del interés político que quiere que se queden allí hasta capturar el poder y permitir solo entonces el acceso bajo reglas monopólicas.

Solo en el Perú hay 800 mil millones de dólares bloqueados porque la empresa a la que el Estado peruano ha concesionado el subsuelo no puede ponerse de acuerdo con quienes, con título o sin él, controlan la superficie encima. No hay manera de entenderse de manera informada y libre porque no hay un tercero que pueda determinar cuánto vale la superficie. Solo el mercado puede serlo, no el Estado. 

La única forma, sin embargo, de saber el precio de mercado es titulizar esa tierra para ponerla en el mercado global. No basta titularla. Títulos y certificaciones de toda índole los extienden una vasta lista de entidades del Estado peruano, desde la municipalidad distrital hasta el registro del gobierno central. Esos papeles no valen nada en el mercado global y casi nada en el mercado local. La tierra entonces termina vendi´pendose a vil precio.

El mercado global es un referente confiable del valor de esa tierra, porque solo en ese mercado será público y conocido por todos cuánto vale realmente lo que hay debajo de ella. Si la información es privilegiada, en cambio, y se halla por ejemplo solo en el poder de la empresa, pero no de la comunidad, no habrá contrato. O habrá un contrato legal sin legitimidad alguna, que no será firme ni duradero y estará rodeado siempre de la incertidumbre y el recelo. Esto -con el interés político siempre al acecho- minará el contrato, lo incumplirá, lo desconocerá y aparecerá la violencia.       

Solo el día en que el comunero pueda ver con sus propios ojos que el precio de su tierra en el mercado y las acciones de la empresa en la bolsa suben juntos o se caen juntos cuando la operación progresa o se interrumpe, su interés objetivo será el mismo de la empresa.

Es indispensable que el mercado –no la empresa ni el Estado- diga cuánto vale en justicia no solo el recurso del subsuelo sino la superficie sobre ella. Para esto no basta titular, hay que titulizar. No basta la seguridad jurídica, hace falta securitización financiera. No importa cuánto tiempo tome. No hay otro camino legítimo.     

   
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martes, 9 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 8 julio 2019





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Tejer la paz

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Ganar la paz y no solo la guerra ha sido siempre el secreto. 

Para hacerlo hay que remendar, coser lo que se ha rasgado. Tejer es la metáfora que usan los pueblos andinos desde siempre. ¿Que hacía Pachacútec, si no, cuando llevaba y traía pueblos enteros para que enseñaran lo que sabían hacer mejor que otros, ya fuera tecnología agrícola o ingeniería hidráulica para controlar el agua de los Andes. Mítimaes les hemos llamado nosotros, sin entender bien qué es exactamente lo que el gran Inca estaba haciendo.Tejía una sociedad y una economía más grandes. Cosía lo rasgado donde hubo guerra. 

No es diferente la nueva hermandad de Ica con Huancavelica, que permite llevar el agua de la cuenca arriba al desierto abajo. 

La manera de coser lo rasgado por la guerra es la propiedad cruzada. ¿Qué hizo Leguía al conseguir la propiedad privada del terreno del Chinchorro en Arica para el Estado peruano? ¿Qué hizo Fujimori cuando otorgó al Estado ecuatoriano en propiedad privada el kilómetro cuadrado de Tiwinza? La propiedad privada es el secreto. No la soberanía sobre la tierra, que detona los conflictos.

La propiedad privada de los Estados necesita ser recíproca para poder ser la costura resistente de una paz duradera. Se trata de crear intereses cruzados. Lo mismo vale para los gobiernos subnacionales: las regiones de la Sierra del  Perú deben tener interés en invertir en su región vecina de la Costa, y viceversa. Esto depende de asegurar la propiedad privada en general, lo mismo en una región colindante que en un Estado vecino. 

Lo que vale para Latinoamérica vale también para todas las economías emergentes del planeta, incluyendo las del atormentado Oriente Medio. Los norteamericanos cosen hasta hoy el mosaico de un kilt uniendo retazos de telas de colores. El plan de 50 mil millones de dólares que Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, ha llevado a Palestina e Israel, a Egipto y Jordaniapara desarrollar toda la región no está siendo comprendido. Los palestinos exigen una "solución política” y rechazan una económica. Es un malentendido que confunde la propiedad con la soberanía. El malentendido impide usar el instrumento de la propiedad privada para coser la paz que la guerra ha rasgado.

El plan necesita crear intereses cruzados de un país en todos los otros. La propiedad privada es la clave. Pero necesita ser no solo titulada, sino titulizada, no sólo asegurada, sino securitizada, para que tenga valor de mercado en los mercados de valores globales. Ese es el misterio del capital, que Hernando de Soto explica. 

Es también el mensaje nunca escrito del Perú antiguo, que no se comunicaba escribiendo sino tejiendo. Es el legado de Apo Capac Pachacútec Inca Yupanqui Intichurin, el instrumento con el que se fundó el Tahuantinsuyo desde Colombia hasta la Argentina. ¿Cómo, si no tejiendo la paz, habría podido hacerse en menos de cien años? Es la fórmula que el Perú puede alcanzar a los pueblos de todo el planeta.


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lunes, 8 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 7 julio 2019




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MEDIA COLUMNA 
El Perú no depende del Estado

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Hay héroes modernos que el Perú no conoce y que merecen su homenaje.

El colombiano Martín Ibarra es probablemente el primer experto del mundo en parques industriales, que son la herramienta para el futuro. Ha fundado cientos de ellos desde hace décadas, desde China hasta Colombia, su patria, y me dijo no hace mucho que el milagro chino nació precisamente de ahí. Los parques industriales fueron la primera experiencia de economía libre de China hasta que, multiplicándose como hongos, llegaron a ser tantos que más eran las excepciones que la regla y el modelo pudo generalizarse.

En nuestro caso, los parques industriales están comenzando a reproducirse. Hacia la Sierra central y el interior, la ciudad industrial de Huachipa es hoy una realidad de la tecnología de punta, con más de 20 megafábricas en operación y espacio más que suficiente para albergar 200. Pronto tendrá también un puerto seco, conectado por una nueva carretera con la autopista Ramiro Prialé y, por vía férrea, con el Ferrocarril Central. Hacia el Norte chico, el centro de operaciones será el puerto de Chancay, el punto estrategico de la Ruta de la Seda china para todo Sudamérica, donde llegarán los megabuques Triple E de medio kilómetro de largo y 20 mil contenedores. Chancay estará conectado por la Panamericana Norte y en el futuro por tren de cercanías o vía férrea directa con los nuevos parques industriales de la región. Hacia el Sur chico, el centro de operaciones será el puerto de Pisco, y entre Lurín y Chilca se hallan hoy mismo en construcción media docena de parques industriales conectados por carretera y en el futuro por tren de cercanías. Todo el Norte y el Sur chicos y los valles de la Sierra Central de Lima serán a corto plazo una sola gran región económica conectada al Asia, para la exportación e importación y fabricación de manufacturas para los mercados de Brasil, desde Manaos hasta Sao Paulo.   

Pero hay dos limitantes. Uno es el severo problema de la propiedad de la tierra, ante el que el Estado peruano está totalmente paralizado.

Hernando de Soto tiene la fórmula para solucionarlo: dotar de papeles a los bienes de las economías emergentes de todo el mundo -empezando por el caso estrella, que será el del Perú, su patria-. Esto hará posible, en el mismo momento y por el mismo acto, dotar de bienes a los papeles de los mercados de valores desarrollados. Cuando esto ocurra en gran escala dejarán de formarse burbujas globales que luego colapsen –la última ocurrió hace una década- dejando a la economía global desconcertada y exhausta hasta hoy. Pero el gran secreto estriba en que esta revolución de la propiedad va a ocurrir en el mundo sí o sí, con o sin la intervención del Estado.  

La otra gran limitante en el Perú es el agua. Los parques industriales del Sur en formación sufren ya su escasez. Aquí la innovación de la tecnología ancestral de la siembra de agua permitirá captar el agua de la estación de lluvias en la Sierra, meterla dentro del suelo y poner en pocos años un lago Titicaca entero -diez mil millones de metros cúbicos de agua- dentro de la Cordillera de los Andes.Esto frenará los huaicos y regulará hídricamente los ríos que bajan al Pacífico de manera que no se sequen en invierno ni se desborden en verano. Acaba de comprobarlo un estudio técnico del Imperial College de Londres. Pero quien sabe esto mejor que nadie es oy Fernando Cillóniz, quien como gobernador de Ica logró dar forma con Huancavelica a una Hermandad del Agua por la cual Huancavelica aceptó entregar agua a Ica a cambio de inversiones de Ica en las cuencas altas de los valles que bajan hasta el desierto. La Hermandad del Agua es el modelo que en el futuro será replicado por todas las regiones costeras del Perú con sus regiones hermanas de la Sierra. Será un nuevo ayni andino para el siglo XXI.     

Hombres como estos son los capitanes de la industria que construyen hoy silenciosamente el Perú del siglo XXI, como Vanderbilt, Rockefeller, Carnegie, JP Morgan o Ford contruyeron Estados Unidos en los siglos XIX y XX. El Perú no lo sabe aún, y menos que, aunque mucho se beneficiaría de la colaboración proactiva de su Estado que le da la espalda, en realidad no necesita de él para llegar a ser.      


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jueves, 4 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 3 julio 2019



MEDIA COLUMNA 
Tres de cada cuatro peruanos


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Somos ya 7 mil 676 millones los habitantes del planeta. La explosión demográfica no es una noticia. Es, más bien, un refrito. La primicia es que 5 mil 112 millones de ellos –o sea, dos terceras partes de todas las personas del mundo- están comunicadas hoy por celular.  

Más sorprendentemente aún, 3 mil 484 millones de ellas –es decir, el 45 por ciento- están en las redes sociales, casi todos ellos a través de un celular.

El Perú se encuentra considerablemente adelantado en esta tendencia. Somos 32.7 millones los peruanos, y 24 millones se encuentran activos en las redes sociales. Es el 73 por ciento. Si cerca de la mitad del planeta está en las redes, tres cuartas partes de los peruanos lo están. Llevamos ventaja.   

Esta es la revolución más importante del siglo XXI. Está ocurriendo ante nuestros ojos y no acertamos a calcular sus enormes consecuencias. En lo político, por ejemplo, dadas las cifras anteriores, no es ninguna exageración decir que, al cumplirse el Bicentenario de la República, las redes sociales serán la arena de la batalla de las próximas elecciones del 2021.

Las campañas políticas del pasado –con sus fantásticos oradores de plaza que arrastraban multitudes- son un objeto de museo. Entre nosotros ya no queda ninguno. En realidad, hace ya décadas que son una nostálgica memoria. Pronto lo serán también, afortunadamente,  las asfixiantes campañas de publicidad política en la televisión de señal abierta de años todavía recientes.

Toda la comunicación social se ha transformado. La información ya no se obtiene de la prensa o de los noticieros de televisión, allí se encuentra hoy la opinión (mal disfrazada de información todavía en el seudo periodismo). La publicidad tampoco pasa ya principalmente por la prensa escrita, ni la pantalla de televisión abierta, mucho menos la de cable, que lucha por la superviviencia. Han hecho explosión en las redes una miríada de canales digitales donde todo el quiere puede fácilmente tener el suyo propio. Y miles de blogs y páginas web convierten a cada uno en editor de sí mismo, anónimo o no, según prefiera. En cada casa existe hoy una sala virtual de cine por redes que distribuyen miles de películas y series por sistemas digitales en internet. Y todo está al alcance de la gran mayoría. Nada es privativo de quienes tienen recursos.

Esto ha cambiado la naturaleza de la relación entre la oferta y la demanda en el mercado. También la del elector político y el candidato. Toda publicidad política en adelante estará en las redes. Segmentada por edades y niveles socio económicos para llegar a sus respectivos públicos objetivo.  

El nuevo mercado es uno que empodera tanto a la demanda como a la oferta, al elector tanto o más que al elegido o al que aspira a serlo. El peligro de la manipulación del elector -el consumidor de oferta electoral- es una amenaza que ya ha aparecido en el escenario mundial. El robo masivo de información de las redes, por ejemplo, magnifica el impacto de las tendencias que aparecen espontáneamente o son prefabricadas en laboratorio. La oferta y la demanda falsas siembra la desconfianza, una atmósfera enrarecida que puede ser tóxica para el mensaje de las ideas políticas.

Ya nadie se despide ni se saluda en el celular, porque todos están comunicados todo el tiempo. Por eso mi viejo y querido tío –diplomático y ciudadano del mundo que vivió el mundo antiguo- solía decir que tenía “nostalgia de la ausencia”. Es el precio a de la comunicación universal ubicua. No hay vuelta atrás. Pero, para la inmensa mayor parte de los habitantes del mundo, es la diferencia entre la oscuridad y la luz.  
 

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miércoles, 3 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 1 julio 2019





 MEDIA COLUMNA 
Yan-ken-po
quebrado


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Para escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad necesitamos alcanzar el equilibrio de poderes. No basta la separación de poderes, que es una condición necesaria pero no suficiente. Afortunadamente, el equilibrio de poderes no es nada complicado. Es algo tan sencillo como un juego de yan-ken-po.

En el juego infantil, la piedra chanca la tijera, que corta el papel, que envuelve a la piedra. Así es como se consigue el equilibrio entre los tres jugadores. Es un equlibrio dinámico. Es lo mismo entre los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo.

Primero, la “piedra” tiene que poder “chancar”- El poder Judicial debe poder declarar inconstitucionales o inaplicables las leyes del poder Legislativo. Lo hace por la vía del control constitucional de la ley, ya sea a través del control difuso –un invento norteamericano de principios del siglo XIX, llamado judicial review- que la declara inaplicable, o bien del control concentrado del Tribunal Constitucional –un invento alemán de comienzos del siglo XX- que la declara la inconstitucionalidad de una ley. Ambos instrumentos existen en la Constitución del Perú. Hasta ahí todo bien.

En segundo lugar, la “tijera” del Legislativo debe poder cortar el “papel” del poder Ejecutivo. Lo hace a través de tres mecanismos: la vacancia de la Presidencia, la censura de los ministros y la insistencia en las leyes observadas por el Ejecutivo. Desafortunadamente, en el Perú el Congreso hace todo esto con una facilidad excesiva. Este no es un bueb¿n balance. Debe ser corregido y la reforma política lo está dejando de lado.

Pero lo más grave es que en el Perú, el “papel” del poder Ejecutivo no puede vencer a la “piedra” del poder Judicial. No existe ya esa posibilidad, que es la forma en que las democracias crean el equilibrio. Como esa posibilidad está bloqueada entre nosotros, el equilibrio de poderes está quebrado.

A diferencia de todas las democracias de América, sin excepción, donde el Ejecutivo nombra siempre a los jueces de la Corte Suprema (con aprobación posterior del Legislativo), a los jueces supremos en el Perú los nombra un organismo de fuera del juego.

En efecto, en el Perú inventamos lo imposible, algo que no existe en ninguna parte: un organismo constitucional autónomo que nombra por sí y ante sí no solo a los jueces supremos sino a todos los jueces. Este fue el Consejo Nacional de la Magistratura, un cuarto jugador al que ninguno de los otros tres podía enmendarle la plana. Se convirtió, entonces, en un poder absoluto, una reinvención del absolutismo contra el que nació la democracia. El organismo se corrompió. No podía suceder otra cosa, puesto que todo poder absoluto se corrompe absolutamente.

Pero en lugar de sacar la conclusión correcta, hemos insistido en el error: le cambiamos el nombre al organismo por el de Junta Nacional de Justicia, le añadimos algunos detalles cosméticos y convocamos luego a un concurso para elegir a sus miembros. El sainete ridículo en que se ha convertido la selección de los miembros -en el que parece que no quedara ni un solo hombre justo en Sodoma y Gomorra- es el síntoma de lo que ocurre: el organismo no debió ser reformado, debió ser cerrado.

Si el “papel” no puede envolver a la “piedra” no hay juego. Aun hay que devolverle entonces al poder Ejecutivo la función de nombrar a los  jueces supremos, y que ellos nombren luego a todos los demás jueces. De esta manera podemos comenzar a rediseñar el equilibrio de poderes.

Pero la reforma política ni sospecha esta realidad. Los errores se pagan. La trampa de la democracia de baja gobernabilidad en la que seguimos es el precio que pagamos por haber perdido sin saberlo el equilibrio de poderes.


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lunes, 1 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 30 junio 2019





MEDIA COLUMNA 
Se debió hacer
desde un principio

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Puesto que conocer la verdad sobre la corrupción brasileña en el Perú no tiene precio, era inevitable la decisión política de firmar el acuerdo con Odebrecht aunque fuera leonino, para conocerla.

Pero hoy la situación parece otra. Todo contrato supone una contraprestación. Y esta no se ha producido. Lo recibido no solo no ha sido toda la verdad, ni siquiera es la parte más importante de la verdad. Los testimonios recogidos de los funcionarios brasileños hasta hoy han reiterado en buena cuenta lo que los investigadores ya conocían. No ha habido, que se sepa, acceso directo a los servidores que guardan la información de detalle sobre los pagos indebidos en el país. La nueva información relevante ha provenido de colaboradores eficaces peruanos o de investigaciones periodísticas, como la que acaba de hacerse pública, según la cual en el servidor drousys aparecen los pagos del Gasoducto del Sur –17 transferencias por 3 millones 70 mil dólares realizadas en el 2014, poco después del otorgamiento de la buena pro de la concesión al postor único- cuyos destinatarios finales están aún ocultos bajo seudónimos. La verdad sobre el megaproyecto -el mayor de todos- de 7,500 millones de dólares ha sido escamoteada, ocultada, omitida.

En virtud del acuerdo, el Perú es hoy un acreedor de Odebrecht. Pero otros acreedores han llegado a la conclusión de que no existe otro camino que incautar los activos de la empresa para hacerse pago de sus acreencias. Están forzando una situación de hecho que precipita un escenario nuevo. El pago de la deuda no está garantizado. Depende de la decisión de un juez brasileño, que podría declarar la liquidación de la empresa. Aún si en esta ocasión la empresa consigue medidas cautelares que la protejan por el momento, la situación volverá a presentarse en otros escenarios. No basta ahora un papel firmado para garantizar el pago de los 200 millones de dólares (en 15 años) que la empresa adeuda al Perú según el acuerdo. En lo sucesivo la empresa será asediada por sus acreedores globalmente, y el Perú, con un acuerdo en la mano que no puede materialmente garantizar el pago, ¿va a hacer cola para cobrar?

Si la empresa naufraga, no debe arrastrarnos con ella. No es un problema en que los peruanos tengamos que estar involucrados. A diferencia de otros acreedores, el Perú tiene la posibilidad real y debe hacer prevalecer su condición de Estado. Se justifica entonces debatir serenamente cuál es la decisión política que el Perú debe tomar.

El Perú cumplió lo que ofreció: le ha permitido a la empresa vender su activo principal en el país –Chaglla- a terceros cuyos derechos ahora deberemos respetar. En esto no hay vuelta atrás. Pero el Perú ha autorizado también a la empresa a seguir funcionando en el país y esta, en cambio, es una obligación retractable. El Perú podría retirarle a la empresa la autorización para seguir operando en el país. No obstante, eso la quebraría sin beneficio alguno. Lo que puede hacer, entonces, es anular el acuerdo. ¿Qué el acuerdo tiene rango de sentencia? El Ejecutivo puede recurrir al Tribunal Constitucional, cuya jurisprudencia ha incluido la modificación de sentencias en el pasado.

Preventivamente, puede nombrar interventores en la empresa y, llegado el caso, tomar el control en su momento de los 800 millones de dólares en activos e instalaciones que tiene aún en el país. Algunos temen que el Perú sería denunciado ante tribunales arbitrales internacionales. No perdería en buena lid un proceso contra una empresa que ha redimensionado exponencialmente la corrupción en esta parte del mundo. Y, aun en ese supuesto caso negado, como Jaime de Althaus dijo oportunamente, cabría una contrademanda contra el Estado brasileño por su probada complicidad política en los hechos.

Bien pensado, es en realidad lo que se debió hacer desde un principio.

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jueves, 27 de junio de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 26 junio 2019




MEDIA COLUMNA 
La pepa de la cumbre


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El Acuerdo número 12 firmado por Martín Vizcarra y Evo Morales en Ilo es la pepa de la cumbre presidencial. Y tiene corto y mediano plazo.

En el mediano, según el texto firmado, se trata de “impulsar la interconexión del gasoducto Bolivia–Perú con el Gasoducto al Sur (proyecto peruano SIT Gas, que se viene desarrollando para llevar gas natural a las regiones del sur del Perú) a fin de permitir la futura exportación de GNL procedente de Bolivia a través del puerto de Ilo a los mercados de Asia”.

Afortunadamente, este mediano plazo no llegará. El Gasoducto del Sur del Perú está parado y su construcción no va a ser retomada por este gobierno. Tal es la maraña en que ha quedado el malhadado proyecto estrella de la corrupción brasileña. Es muy dudoso, además, que el gobierno que suceda a este vaya a poder retomar esa iniciativa en un futuro predecible. 

En el corto plazo, en cambio, el texto firmado compromete al Péru a “implementar, en el transcurso del presente año, un proyecto de distribución de redes de gas que permita llegar con gas natural domiciliario y otros usuarios a las poblaciones en zona de frontera, en Desaguadero y otras”. Esta redacción oscura incluye en “otros usuarios”, aparentemente, a las plantas termoeléctricas de generación de energía en el Sur pertenecientes a las dos empresas que firmaron por su cuenta un acuerdo con la estatal de gas boliviana para ese fin.

El corto plazo incluye, además, “implementar un proyecto de comercialización de GLP para abastecer a poblaciones peruanas de la zona sur de la República del Perú, a precios competitivos para el consumidor final con la participación de la empresa estatal boliviana YPFB, asociada o por sí sola”.

Esta iniciativa crea, pues, a corto plazo dependencia del Sur del Perú del abastecimiento de gas de Bolivia, que puede ser interrumpido en cualquier momento por la empresa estatal de gas de Bolivia, que obviamente sigue las directivas políticas del gobierno “bolivariano” de  Evo Morales.   

Esta, que es la pepa de la cumbre, está bien disimulada detrás de dos decenas de acuerdos -que nadie objetaría- respecto de la descontaminación del Titicaca, un megapuerto para Bolivia en Ilo, y 17 asuntos más, todos ellos de interés público.

Esta columna ha venido denunciando durante semanas el peligro que supone la dependencia política de un gobierno extranjero con aliados políticos conocidos en la región.

A esto ha venido a añadirse recientemente la comprobación del daño que conlleva para la economía peruana su perjudicial dependencia del gas natural para la generación de energía eléctrica, cuando la base energética del país debió ser y aun debe ser hidroeléctrica y no termoeléctrica.

La  decisión anunciada hoy por el gobierno es política, no es económica ni técnica. Es lo que en su momento advertimos.   


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