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MEDIA COLUMNA
El trapo rojo
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La
Constitución del 93 es la matriz del modelo económico que ha hecho posible 30
años de crecimiento del Perú, que ha creado por primera vez una clase media y
reducido la pobreza como nunca antes en 200 años de República.
Pero la mayoría de los peruanos
no lo sabe. No tiene como saberlo. En su experiencia, cada día que se levanta a
trabajar ve las fallas por todas partes. Y estas son brutalmente reales.
Se debe a que el modelo dejó de
avanzar hace 20 años por malas decisiones, y el crecimiento siguió adelante solo
por inercia.
Hemos elegido creer que la
causa es la corrupción, pero esa no es sino otra consecuencia. Queremos pensar
que los políticos tienen la culpa, pero la corrupción de la política no es sino
otro resultado.
La causa es que el modelo se
detuvo. Las consecuencias son visibles por todos lados. La justicia y la
seguridad no existen, la informalidad ha avanzado hasta las tres cuartas partes
de la economía, la salud y la educación públicas están colapsadas.
No hay igualdad de
oportunidades, ni libertad económica, ni gobernabilidad democrática.
Por eso prospera el plan de La
Habana y de Caracas –caimanes del mismo pozo, como dijo Chávez alguna vez- de culpar
a la Constitución que hizo posible el crecimiento del Perú, exigir su cambio y
lanzar al país al mismo hoyo negro de Cuba, de Venezuela, de Argentina y de
Bolivia, donde Chile va camino de caer ahora, donde es posible paralizar la
economía, capturar el poder y hacerse de los recursos clave para la economía del
siglo XXI, que están todos en el Perú y en Chile: el cobre, el litio, las
tierras raras, el oro, el agua y el alimento.
Por eso se halla bloqueada la
inversión de miles de millones de dólares en minería y agroexportación, que hoy
no por casualidad son objeto de ataque directo en Ica, en Cotabambas, en
Espinar, en el Valle del Tambo. Porque esa es la clave del futuro y el enemigo
lo sabe.
Pero el diagnóstico no está aún
completo. Hay una falla que ha debilitado el modelo económico, que lo ha minado
hasta el punto de impedirle repararse a sí mismo.
Esta falla es la tara del
mercantilismo y el oligopolio privado. Décadas tomó deshacernos del monopolio
estatal solo para caer luego en el abuso de la posición de dominio del
oligopolio privado -o, más bien, público-privado- en la energía, en las
finanzas, en la salud, en las comunicaciones, directamente subsidiados por el
Estado incluso en varios de esos casos.
La tara, sin embargo, no está
en la Constitución, ni proviene del modelo económico. Proviene de la falla de la
regulación por el Estado de todas esas actividades económicas. Han fallado los
organismos reguladores. No han querido o no han podido, da lo mismo, hacer su
trabajo e impedir el abuso público-privado de la posición de dominio en el
mercado.
Eso es lo que ha ocurrido en Chile y en el Perú. De allí el malestar. Pero para corregir esto es una torpeza más encerrarse a debatir sobre otra constitución.
Las guerras se pierden por luchar con el enemigo
equivocado. Ya sabemos ahora quién es el enemigo. Lo que reclama es un engaño, un
trapo rojo, una muleta para que el toro embista.
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