jueves, 10 de septiembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 9 setiembre 2020




Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Oxígeno en lugar de 
atmósfera que respirar


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


El Perú, según la ideología que se ha apoderado de su Estado, debería parecerse a las misiones jesuitas en las fronteras del Imperio español con el Brasil en el siglo XVIII: un mundo falsamente ordenado, regulado y sometido, con horarios severos y castigos duros, que suprime toda iniciativa individual. Los jesuitas partieron en 1767, expulsados del Imperio español poco antes de la independencia de EEUU, por haberse convertido en un poder político que desafiaba a la Corona con ideas “progresistas” de la Ilustración francesa. Abandonados –hay que imaginar la escena de llanto ante la procesión de los padres-, los indígenas de las misiones fueron arrasados en la frontera del Imperio por los bandeirantes brasileños, instrumentos de penetración comercial y veladamente política. Sobreprotegidos primero y dejados luego a su suerte, los indígenas fueron sacrificados en la frontera de un imperio en decadencia asaltado por bárbaros.

Un orden político asistencialista, sobreprotector y discriminatorio es una mala solución. Peor aun si esgrime una ideología altruista en apariencia. Durante 200 años de República hemos permitido que el Estado peruano haya sido convertido en este penoso y sollozante remedo de la Ciudad de Dios de las misiones del pasado. ¿Qué tiene de sorprendente que al cabo el pueblo terminara por abrazar el cisma informal y le diera la espalda a ese Estado?

La prueba de que hoy mismo esto prevalece la expone Jorge Baca (EXPRESO, domingo 6 setiembre): “El Presupuesto 2021 en lugar de atacar el problema del desempleo y la informalidad, busca incrementar en 66% el número de beneficiarios del programa Juntos, y en porcentajes similares los beneficiarios de otros programas sociales. El gobierno insiste en querer aliviar la pobreza con mayores transferencias monetarias. Lo que la población requiere son oportunidades de trabajo productivo y no subsidios temporales… El sector público –continúa- debe incrementar su inversión en áreas que generen gran número de empleos productivos formales. En el sector rural las actividades de forestación, reservorios, canales, sistemas de riego son las que deberían ser priorizadas. En el sector urbano, la reconstrucción de millones de viviendas precarias… Como dice el ex ministro de Economía Juan Carlos Hurtado Miller, el Presupuesto debe diferenciar lo que es gasto social de lo que es inversión social… especialmente si esa inversión social pone en valor la riqueza escondida en manos de los más pobres. Hernando de Soto sostiene acertadamente la necesidad de otorgar derechos de propiedad. Esa necesidad existe en las viviendas precarias de las grandes ciudades y en las tierras andinas donde el potencial minero y de forestación y reservorios y siembra y cosecha de agua pondría en valor fuentes de riqueza ahora desperdiciada”.

Hasta hoy la ausencia de una atmósfera económica que respirar es sustituida en el Perú por tiendas de oxígeno llamadas programas sociales.En algunos casos se justifica. En la mayoría, es una forma nociva de clientelismo para comprar votos que se desploma no bien se acaba el dinero.

“La iniciativa privada es libre”, dice la Constitución. Salvo breves y honrosos períodos, el falso paternalismo prevalece hasta hoy, como en las viejas misiones de la frontera del Imperio español. No importa la intención, sino el resultado: un pueblo dependiente del aire que se le regala se vuelve servil y la libertad se asfixia donde no hay atmósfera que respirar. El Presupuesto del Bicentenario muestra una vez más el síntoma del mal. Llamar informal al que se rebela contra eso es un eufemismo. Es la respuesta de un hombre libre.


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sábado, 5 de septiembre de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 4 setiembre 2020



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MEDIA COLUMNA
El menor de los males


Jorge Morellin
@jorgemorelli1


En el Perú cerca de 30 mil personas han perdido la vida por la pandemia. Es el 0.1% de su población. Si la cifra fuera el doble sería aún más triste, pero la discusión es inútil. Ambas cifras colocan por igual al Perú como el primer país del mundo en mortalidad per cápita.

El cable de la agencia española EFE al exterior describe la situación: “Más enfermos que nunca, pero menos graves. Menos muertos, pero UCIS en el límite. La curva del COVID-19 en el Perú refleja una compleja realidad que habla tanto de un desastre como de la esperanza de que el virus pueda estar actuando contra sí mismo”.

Continúa EFE: “A partir de junio, una breve y muy elevada meseta en el ritmo de contagios, habilitó al Gobierno a decretar la apertura de la economía, completamente devastada, pero esa reactivación disparó a su vez una nueva oleada de infecciones, que llegaron y arrasaron zonas que antes habían quedado intactas. Y, sin embargo, con una cifra media de nuevos contagios semanales en julio y agosto que casi duplica los registrados en mayo o junio, el número de muertos diario no solo no ha seguido estable, sino que ha caído significativamente. Del mismo modo, los hospitales no solo no se vieron desbordados, sino que han visto disminuir su ocupación”.

¿A qué se refiere EFE con que el virus estaría “actuando contra sí mismo? A que “la enfermedad está siendo menos virulenta, o la población ha superado cierto punto de contagios que complica la reproducción del virus”. En otras palabras, un juicio ecuánime de los hechos tendría que concluir que la pandemia, que se ha ensañado con el Perú por razones que no conocemos bien, está cumpliendo un ciclo dentro de un proceso natural que inexorablemente acabará con ella. La población del Perú está llegando lentamente, pero de manera definitiva, a la prevista inmunidad de grupo.

Pero ese fue siempre el escenario. Todo dependió desde un principio de lo que las familias pudieran hacer por sí mismas y las empresas por sus trabajadores. Era obvio que era poco lo que el Estado peruano iba a poder hacer. ¿Fue la cuarentena prematura o excesiva? Si así fue, ¿quién podía saberlo al principio? No se hizo el seguimiento del entorno de los casos detectados como en otras partes, ¿pero alguien cree realmente que estábamos en condiciones de hacerlo? Personalmente, nunca esperé nada de lo que el Estado pudiera hacer. Me sorprendió incluso que lograra hacer respetar la cuarentena por un buen tiempo. Por eso creo que atribuirle la responsabilidad de esta tragedia a las decisiones o indecisiones del gobierno más que un juicio ecuánime es un acto político.

La población que ignoró la cuarentena lo hizo en su inmensa mayoría porque, viviendo de una actividad informal y al día, no tenía otra alternativa. Mal o bien, a la larga las familias se hicieron cargo y nadie pudo impedirlo. No podemos culpar a los peruanos.

Retrospectivamente, sin embargo, puede decirse que el gobierno sobrereaccionó, falló al estorbar con exceso la respuesta del mercado al fenómeno natural. Obstaculizó innecesariamente la reapertura de las empresas formales, porque desconfió de ellas. No supo o no quiso creer que podían cuidar de sus trabajadores y debían asumir la responsabilidad en algún momento. El momento de la reapertura pasó sin que el gobierno reaccionara. La reactivación con protocolos descabellados y un plan de cuatro fases en cuatro meses ha sido y sigue siendo tardía e indolente.

El gobierno sobrereaccionó porque la megalomanía estatista lo llevó al engaño. Asumió el diagnóstico implícito, nunca debatido, de que existía un supuesto trade off, un juego de suma cero entre salud y economía: que había que elegir una u otra. Hoy sabemos que no era así. No había trade off sino feed back, retroalimentación entre salud y economía.

Nos recuperaremos de esto. Pero produjimos innecesariamente una catástrofe económica e igual tuvimos proporcionalmente más víctimas que todos los demás. México y Brasil se resistieron siempre al cierre indiscriminado. Hoy sabemos que ese era, en realidad, el menor de los males.



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miércoles, 2 de septiembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 2 setiembre 2020



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MEDIA COLUMNA
El Perú puede ser un
refugio para el valor


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Calculan en el Archivo de Indias que, hasta el año 1600 fueron del Perú a España unos 185 mil kilos de oro a pagar las guerras de Carlos V y Felipe II contra los protestantes alemanes, los musulmanes turcos de Solimán, y su aliado el rey de Francia, para escándalo de la Cristiandad.

Son casi seis millones de onzas de oro que, a precios de hoy, valdrían unos 12 mil millones de dólares. Nominalmente, no más del 5% del PBI del Perú de hoy. Su valor real, sin embargo, y su peso proporcional en la economía del siglo XVI -la primera globalización- es, en cambio, incalculable.

El hecho hoy es que la onza de oro pasó la semana pasada la barrera histórica de los dos mil dólares para situarse luego ligeramente por debajo de ella. El lunes subía nuevamente, camino de sobrepasar por tercera vez la valla de los US$ 2,000 en las últimas dos semanas.

La otra cara del resurgimiento del oro es la caída del dólar. El pasado 28 de agosto el presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo que la entidad tolerará una mayor inflación para generar empleo. Un día después los funcionarios de la Fed discrepaban sobre cuánta inflación podrá tolerar la Fed. Se entiende que el objetivo de inflación se basará en adelante en un promedio en el tiempo y no ya en un objetivo anual fijo. O sea, no en una cifra, sino en el ritmo de su cambio. Pero nadie sabe cuál puede ser ese ritmo. El mercado ha leído esto como otra inundación de dólares en la economía global y se deshace de los dólares para comprar oro.

El Perú, no obstante, vive de espaldas a todo esto. Desdeñoso, semejante a los dioses, el dólar en Lima llegaba ese mismo día a 3.59 soles mientras el Indice Dólar caía en el mundo el lunes a 92 puntos y el rendimiento del bono del Tesoro americano a 10 años bajaba a 0.7%. Ni el dólar ni el bono del Tesoro son ya refugios sólidos para el valor. Pero los peruanos creen que el refugio sigue siendo el dólar. Es a lo que están acostumbrados, porque lo ha sido por décadas.

El Perú siempre ha sido sinónimo de oro en el mundo, en cambio, y el oro es hoy el refugio del valor en el mercado global. No es difícil volver a vender el nombre del Perú asociado al oro en el mercado. Pero hoy hay que prever para hacer del Perú un refugio más estable y sólido para la economía global. No solo el oro, entonces, sino todos los minerales -el cobre, el litio o las tierras raras- que necesitará y demandará masivamente la economía global del siglo XXI.


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domingo, 30 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 30 agosto 2020



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Refundar el centro

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

Desde una orilla del río, Salvador del Solar hizo hace poco un llamado a la necesidad de un "espacio de conversacion" para comparar agendas, digamos, e incluyó en ese espacio a Julio Guzmán y a George Forsyth, además de a sí mismo, se entiende. Apuntaba con este trío al centro político en la mitad del río.

Pero lo hace desde la orilla del gobierno, que apunta a escoger más adelante a su candidato entre los que conformen ese “espacio”. Por ahora procura limitar la competencia contratando no solo todos los jinetes que puede, sino arreando también a todos los caballos que puede a su corral. 

Sin embargo, “Forzay” –ese es el ingenioso apodo que las pintas le han puesto-, quien hoy lidera las encuestas, no se considera para nada incluido en ese "espacio". Apunta al centro igualmente, pero por su cuenta.

En la otra orilla ocurre lo mismo. Hay multitud de caballos, y un mercado donde son los jinetes los que eligen caballo cuando antes era a la inversa. Aquí el “espacio” lo  buscan los partidos políticos tradicionales –como el Apra, AP o el PPC- y los “nuevos” partidos tradicionales -como APP o FP- incluso, en procura de candidatos no tradicionales con nuevo discurso -Fernando Cillóniz, por ejemplo, plantea una ferviente revolución moral contra la corrupción-.

Todos apuntan al centro político buscándolo en la mitad del río.  

Las alianzas políticas siempre son complicadas y frágiles, sin embargo. Cada tienda tiene sus propios jefes y sus indios y poner a unos jefes y sus indios con otros jefes y los suyos en la misma tienda es una muy mala idea. Se matarán todos inexorablemente. Alberto Fujimori sabía esto muy bien. Por eso ponía tiendas distintas.

Así, pues, todos apuntan al centro, pero ninguno acierta. Lo buscan y no lo hallan, porque aun no existe. Lo que hace falta es refundar el centro.

No en torno solamente al tótem del carisma, sino envolviendo a todos dentro de un nuevo paradigma que amplíe el centro político como tal. De esta manera, las tiendas conservan su propia organización, su programa y su doctrina dentro de un mismo “espacio” en cada orilla.

Hoy en el Perú el centro político incluye y representa a los emprendedores –especialmente a los informales, hoy más del 70% de los peruanos-. Les bastará la conciencia de una identidad política para ganar las próximas elecciones.


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viernes, 28 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 28 agosto 2020



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MEDIA COLUMNA
Festivales de
humo y arena


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


La deuda del Perú ha crecido por encima del 30% del PBI por primera vez en décadas debido al gasto de la pandemia. Ese porcentaje era antes el límite que no se podía sobrepasar sin poner en peligro el grado de inversión del Perú en el sistema financiero global.

La deuda estaba en 27% del PBI antes de la pandemia y llegará quizá al 37% ahora. La deuda de EEUU llega hoy al 110% de su PBI. Pero EEUU no tendrá problemas para colocar hoy la emisión de nuevos bonos por tres millones de millones de dólares (tres billones o three trillion dollars) adicionales para hacer frente a la pandemia. Es ilimitado por definición el crédito del dólar, el medio de cambio y la reserva de valor global por casi un siglo ya.  

¿De qué depende el crédito, entonces? De la confianza en la garantía o en la palabra de quien tiene credibilidad aunque no tenga garantía. Desterrado y corto de dinero, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, consigue de Raquel y Vidas un préstamo dejando en garantía un cofre de oro que en realidad es arena, con la condición de que no sea abierto. En el Fausto de Goethe, Mefistófeles propone al rey, cuyas arcas estan vacias, la idea diabólica de emitir dinero sin límites con el respaldo del oro que supuestamente se halla bajo el suelo del reino.

Vender arena es fácil cuando hay una oferta masiva de dinero que no tiene verdadero respaldo. Convierte al mercado en uno de vendedores de arena a precio de oro.

Y el exceso de dinero y la escasez de palabra es un combo letal. Es lo que ha generado las mega burbujas globales de las últimas décadas. Su antepasado es la burbuja de los tulipanes holandeses del siglo XVII. La primera de las grandes fue la de las  ciberempresas, llamada “puntocom”, un juego comparada con la que vino luego: la mega burbuja de las hipotecas subprime, que colapsó en 2008, un casino en el que paquetes de deuda sin garantía fueron vendidos masivamente como apuestas a la probabilidad de su cobro. Luego vendría la venta en bolsa de seudo empresas globales a precio de oro cuando eran arena. Así nació la flor del pantano de Wall Street: la apuesta en "corto" a que en el cofre no había oro sino arena.

El colapso y regeneración de burbujas globales se ha vuelto un círculo vicioso. Del colapso se sale generando otra aun más grande. Es lo que ha hecho crecer el mercado financiero global fuera de toda proporción. La deuda mundial llega hoy a 300% del PBI mundial. Es la otra cara de estos festivales de humo y arena.

En el Renacimiento se creía en una "proporción áurea". En realidad existe en la naturaleza, en el crecimiento de las volutas de una caracola marina, por ejemplo. Los números Fibonacci son su expresión matemática. ¿Existe una proporción que no debe ser excedida también entre el tamaño de la economía real y el del mercado de las finanzas? Si la hay, se perdió en la segunda mitad del siglo pasado al abandonar EEUU el vínculo del dólar al oro. Desde entonces vendemos cofres de arena a precio de oro y la ficción se mantiene solo mientras no se abra el cofre.

Escapar del círculo vicioso de las mega burbujas supone devolver al futuro un valor económico real que pueda ser traido al presente como deuda. Hoy la deuda mundial es impagable, pero se puede sanear.

El PBI de EEUU, por ejemplo, era de 21 millones de millones de dólares antes de la pandemia. El de China, de 14 millones de millones de dólares. El PBI mundial, unos 87 millones de millones. A diferencia del rey del Fausto, sin embargo, hoy sabemos que en el planeta hay 150 millones de millones de dólares en recursos naturales bloqueados bajo el suelo por quienes controlan la superficie y no permiten sacarlos sin recibir una tajada equitativa. Como dice Hernando de Soto, son tierras a las que hay que dar un precio de mercado global. Son bienes sin papeles que podrían devolver valor real a los papeles sin bienes del mercado global.

En efecto, solo esos recursos -sin incluir lo que no está bloqueado- valen hoy en el mercado global más de cuatro veces el PBI de EEUU y de China sumados, cerca del doble del PBI mundial y más de la mitad de la deuda mundial.

Para abatir sin dejar colapsar las mega burbujas -que no son sino festivales de humo y arena- hay que devolver valor real a las finanzas mundiales, sustituir la arena por oro antes de que se abra el cofre.


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miércoles, 26 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 26 agosto 2020



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El premio consuelo


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


La decisión del Congreso de devolver sus aportes a los pensionistas de la ONP va a costar entre 13 y 15 mil millones de soles. Es impagable.

De la ONP sale todo lo que entra, paga las pensiones con lo que ingresa. Y tampoco le alcanza, el Tesoro tiene que poner encima. De modo que lo que manda el Congreso lo van a pagar los contribuyentes. Lo financiará el Tesoro con deuda. Endeudarse es traer al presente un valor que existirá en el futuro. Pero el Congreso obliga a los peruanos a gastar hoy lo que no existirá mañana. Lo legítimo es resistir a la demagogia y ponerle cabe al populismo.

El Ejecutivo va a observar la ley, como ha adelantado. Pero el Congreso va a insistir y la ley será promulgada.

Los peruanos aun no asimilan este hecho: solo en el Perú y en ninguna otra parte del mundo el Congreso prevalece siempre sobre el Ejecutivo porque constitucionalmente está facultado a insistir en una ley observada con solo la mitad de los votos de la única cámara. En todas partes se exige dos tercios de cada cámara. 

Esta será una ocasión más en que los peruanos comprobarán por qué la nuestra es una democracia de baja gobernabilidad. El equilibrio de poderes no existe porque nuestra arquitectura constitucional tiene una falla. No ha existido nunca equilibrio de poderes en dos siglos de República.

Desde el Virreinato lo que ha habido es el socorrido recurso informal de que la ley se acata, pero no se cumple. Las cosas no se resuelven, se parchan. El soberano no sabe lo que manda o lo olvida.

El Ejecutivo tiene quince días para observar la ley. El Congreso insistirá, pero tendrá que levantar todas y cada una de las observaciones del Ejecutivo, que serán decenas. Y eso tomará tiempo. Luego, la ONP tendrá plazo para organizar las solicitudes, otros treinta días para pagar la primera mitad del retiro y otros noventa para la segunda mitad. Se irán seis meses en esto. Todo quedará suspendido, sin embargo, porque para entonces el Ejecutivo habrá presentando una demanda ante el Tribunal Constitucional ya que, en efecto, la ley es inconstitucional: el Congreso no tiene iniciativa de gasto.

Mientras tanto habrán tenido lugar las elecciones y este Congreso demagógico habrá dejado de existir. Vendrá otro igualmente demagógico, al que el gobierno entrante pedirá facultades delegadas para legislar sobre la eternamente esperada reforma del sistema previsional. 

Es que el Congreso nunca ha entendido la astuta disposición constitucional –invento de Oscar R. Benavides, que Fernando Belaunde reivindicaba- que permite al Ejecutivo compensar la falta de equilibrio de poderes permanente con una delegación de facultades aunque sea pasajera.

Es el premio consuelo.


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domingo, 23 de agosto de 2020

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¿Dónde está el refugio?


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


La economía peruana cayó -16.3% en marzo, -40.49% en abril, -32.75% en mayo y -18.06% en junio. La caída es de -30.2% en el segundo trimestre. Bloomberg asegura que es la peor entre las principales economías latinoamericanas. En la otra mano, el PBI ya habría comenzado a crecer en julio entre 2% y 3%, por la reapertura, y podría rebotar 8.7% en el 2021.

Las esperanzas vienen de fuera. El cobre ha subido más de 40% en los últimos cuatro meses y pasó esta semana la barrera de los tres dólares la libra. El Perú es el segundo productor mundial, luego de Chile. El gran comprador es China, cuya economía es la locomotora que nos va sacar del pantano. El oro también se ha disparado esta semana atravesando dos veces la valla de los dos mil dólares la onza. El alza impresionante del oro en el mundo es un hecho histórico. Refleja que el oro es hoy el verdadero refugio del valor ante el desplome continuado, en cámara lenta, del dólar. Y el Perú es el primer productor de oro de América Latina y el sexto en el mundo.

Contra la corriente, sin embargo, el dólar sube y sube en Lima día a día. Cerró el viernes en 3.59 soles. No habiendo en el Perú acceso fácil y masivo al oro pese a ser productores, los peruanos no tienen otro refugio para el valor que ese dólar del que el mundo duda hoy. Es una expoliación la que los peruanos sufren sin saberlo. Ni sus académicos, ni sus empresarios, ni sus autoridades les dicen lo que está ocurriendo.

Hace falta un nuevo refugio para el valor. Siendo un importante productor, una alternativa obvia en el Perú es la libre comercialización del oro. Frenaría, de paso, la fuga del oro peruano a Bolivia donde se vende libremente y nadie hace preguntas. El propio BCR debería comprar oro a las grandes mineras locales para guardar en refugio seguro las reservas del Perú. 

Esta nueva evidencia no es exclusiva de un país emergente que solía creerse exitoso y ya no sabe dónde está el refugio. En la Fed, el banco central de EEUU, el fantasma del patrón oro está causando pánico por el solo nombre de una mujer nominada al directorio por el presidente Donald Trump. “Las ideas de la señora son tan extremas que serán una distracción innecesaria frente a las tareas”, dicen los asfixiados. Es un pretexto tonto. ¿Por qué el pánico? Porque Judy Shelton argumenta que es hora de volver al patrón oro para devolverle al dólar su papel de reserva del valor. Y duda de la necesidad misma de un banco central.


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