jueves, 7 de enero de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 6 enero 2021. "El síndrome de abstinencia"


 

 

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MEDIA COLUMNA

El síndrome

de abstinencia

 

 

Jorge Morelli

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Los motivos de la Sunat para obligar a los bancos a informar de las cuentas de los ciudadanos mayores de diez mil soles no son sino los del estatismo.

 

El Estado peruano ha gastado en 2020 más que nunca antes en su historia e incrementado hasta una escala nunca antes vista su interferencia en la vida de los ciudadanos. Les ha impedido trabajar y aun así tiene el peor saldo en pérdida de vidas sumado al peor resultado económico.


La angurria fiscal de hoy se debe a que ve llegar el síndrome de abstinencia.

 

La adicción a la droga del gasto tiene su pretexto en un déficit fiscal que ha pasado del 3% a 10 % del PBI. Y ante el hecho de que no hay modo ya de financiarlo con endeudamiento. La deuda, que era de 27 mil millones de dólares y no debía pasar de 30 mil, alcanza ya los 39 mil millones de dólares.

 

Desde luego, lo que debería hacer el gobierno es reducir el gasto estatal. Pero de ninguna manera piensa siquiera en esa posibilidad. No ve otra salida que aumentar los ingresos como sea. Como no puede aumentar los impuestos apunta a la recaudación de cualquier manera. Y tiene como pretexto la evasión tributaria.

 

Por supuesto que hay evasión y que se debe ajustar las clavijas a los evasores. Solo que este es el peor momento para intentarlo. Porque el 80% de los evasores es informal y el Estado no los va a encontrar siquiera. Y va entonces a apretarle el cuello a las empresas formales, las únicas a las que alcanza, justo cuando estas tienen que comenzar a devolver en un año la deuda que el Estado les avaló con los bancos.

 

Empresas y bancos están jadeando. Se les debería dar a ambos no un año sino diez para devolver los préstamos. Para eso tenemos Estado. Ese es su trabajo. Pero esto no se le pasa por la cabeza al gobierno.

 

Si había un juego de suma cero entre economía y salud, que todos los países resolvieron mejor o peor a su modo, ¿cómo es posible que el Estado peruano obtuviera el peor resultado en ambas cosas? 

 

Es que lo que quiere, lo único en que piensa, es en gastar más para calmar su adicción. Necesita un largo tratamiento de desintoxicación y no lo puede admitir. Es forzosa una intervención.

 

Por eso el gobierno no se atreve a explicar con claridad a los peruanos siquiera la gravedad de la situación de sus cuentas fiscales. Porque el pueblo le pedirá explicaciones por lo que ha hecho. Y no puede responder esa pregunta sin desnudar su adicción y su miseria.  

 

 

 

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jueves, 31 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 30 diciembre 2020. "Ajena a la realidad que pretendía regular".

 

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Ajena a la realidad

que pretendía regular

 

 

Jorge Morelli

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El Congreso aprobó finalmente la ley que ocupará el lugar de la derogada ley de Promoción Agraria. Y, como era de suponer, produjo un parto de los montes. El Congreso no ha resuelto nada, lo que ha producido no ha contentado a nadie. 

 

No está claro hasta el momento si, como han anunciado, los azuzadores retoman el bloqueo de carreteras a partir de la fecha. Está claro, en cambio, que en horas de la tarde un pronunciamiento firmado por casi todos los gremios empresariales –SNI, CONFIEP, ADEX, las cámaras de Comercio de Ica, La Libertad, Piura y Arequipa, Perucámaras, la Sociedad Nacional de Pesquería, AMCHAM y la Asociación Automotriz del Perú-, señaló que el Congreso “quiere imponer una remuneración a través de una ley”.

 

Los gremios denuncian que esto es inconstitucional, porque “significa una regulación de precios y viola el derechos de libre contratación y negociación directa entre trabajadores y empleadores”.      

 

Recuerda con razón, además, que “el Congreso no ignora que la sobreregulación laboral ha significado que de los 17 millones de trabajadores que componen la PEA, solo 5 millones acceden a algún derecho laboral y 12 millones trabajan en la informalidad, es decir precariamente, sin protección de salud, sin reglas de higiene y seguridad, sin protección por ceses arbitrario, sin vacaciones y CTS y con salarios muy lejos del marcado laboral formal”.

 

Concluye correctamente que “la legislación laboral, aunque persigue fines dignos, está muy lejos de la realidad que pretende regular”.  

 

Claramente, es una toma de posición de la que los gremios no van a retroceder.

 

El Congreso ha fracasado en resolver el problema que creó al derogar la ley anterior. Y, por declaraciones de la víspera del ministro del sector agrario –cuyo nombre actual es difícil de recordar-, sabemos que el Ejecutivo procuraba al parecer dejar en manos de trabajadores y empresarios la negociación de alguna forma de equilibrio entre ambas.

 

Esto es precisamente lo que el Congreso, en su orgía demagógica, ha fracasado en hallar. Sin embargo, el gobierno propone para esa negociación buscar el apoyo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y de la OIT.

 

Negociar libremente es a lo que las partes tienen derecho constitucional. Es la única forma de resolver el conflicto creado por el Congreso y el Ejecutivo sin causar más daño. Pero hay una salvedad. Las partes no necesitan la mediación de la OIT y mucho menos de la Coordinadora de DDHH, que son organismos políticamente parcializados. Deben tener la libertad de buscar igualmente sus propios árbitros, privados o públicos, y empoderarlos para alcanzar una solución.

 

El Estado como tal -Legislativo y Ejecutivo- ha fracasado en hallar una solución equilibrada a la realidad que pretendía regular. Hoy las partes no deben tolerar la imposición de ningún arbitraje. Deben encontrar el equilibrio por sí mismas.   

 

 

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domingo, 27 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 27 diciembre 2020 "El desmadre del agro lo resolverá el mercado"

 

 

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El desmadre del agro

lo resolverá el mercado

 

 

Jorge Morelli

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En las empresas grandes de la agroindustria de exportación el 95% de los trabajadores son obreros agrícolas formales.

 

Es en las medianas y pequeñas empresas donde el 50 % de los trabajadores es informal.

 

Si las empresas grandes son capaces de absorber el incremento de costos laborales e impuestos que presumiblemente traería la ley que se aprobará sabe Dios cuándo,

lo probable es que al menos la mitad de las medianas y pequeñas empresas no podrán hacerlo y quebrarán.

 

Eso significa que lo probable es también que las empresas grandes comprarán las tierras a las medianas y pequeñas que salen del negocio y habrá, en consecuencia, en la agricultura moderna del Perú una nueva tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra en un número menor de manos.

 

A esto décadas atrás se lo denominó con el término peyorativo de latifundio.

 

Visto así, un poco fría y cínicamente, este es, como decía el presidente Prado, uno de esos problemas que no tienen solución o que se arreglan solos. O, más bien, un problema que, al no tener solución legal, no le queda más remedio que arreglarse solo.

 

En lo inmediato, toda la industria agroexportadora del Perú gira en el vacío legal. La ley anterior fue derogada por el Congreso en una orgía demagógica. Y, por supuesto, este Congreso –que parece una asamblea universitaria- ha sido incapaz de producir un nuevo marco legal para la industria principal del agro. Y no sabemos qué hará si llega a hacerlo.

 

De modo que la agroindustria exportadora del Perú ha pasado de una semimodernidada a una situación en la que por el momento lo único que puede hacer son acuerdos privados en cada empresa, entre sus trabajadores y sus empresarios, ya sea para seguir con el régimen anterior hasta nuevo aviso o improvisar un esquema transitorio hasta que exista una ley.

 

Pero hoy es un mercado que debe funcionar sin ley. Más libre no puede ser un mercado sobre la faz de la tierra.

 

No importa qué es lo que se proponía la izquierda violentista con su brutalidad, eso es lo que ha conseguido en lo inmediato. Y, como se ve ya, en un plazo relativamente corto conseguirá también una nueva concentración de la propiedad de la tierra en un número menor de manos.  

 

La buena noticia es para los trabajadores ya que, si las grandes empresas concentran la propiedad de la tierra, los trabajadores de la agroindutria, ahora sí, serán todos formales.

 

 

 

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jueves, 24 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 23 diciembre 2020 "No pasaràn"


 
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No pasarán

 

Jorge Morelli

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La destrucción de una ambulancia en la carretera, que bien podría salvar hoy mismo la vida a sus propios destructores o a sus familiares, es un acto que rompe con toda forma posible de comunicación.

La ruptura es para con cualquier orden de prioridades en materia de valores humanos. No deja espacio ya para valores compartidos.

 

Ni siquiera para los derechos humanos. Este acto emblemático de barbarie significa desprecio por la vida humana como tal. Transmite que, para sus protagonistas, existen prioridades sobre y por encima de la vida humana misma, la ajena y la propia.

 

Cuando esas prioridades son unas en cuyo altar se justifica el sacrificio de la vida humana, estamos ante algo propio solo del fanatismo fundamentalista, que siempre conlleva un propósito político aun cuando se reviste de un discurso teológico.  

Mientras esto tenía lugar ayer en la carretera, en la ciudad otra forma de quiebre comunicacional tenía lugar en el Congreso. Mientras empresarios agrícolas exponían sus argumentos en el hemiciclo, congresistas de izquierda radical sepultaban en el descrédito todos y cada uno de ellos acusándolos de mentir e los hechos. 

 

La discusión sobre hechos -ni siquiera sobre personas, mucho menos sobre ideas- es el signo inconfundible de la forma más primitiva de debate. Y en ese lugar, la discusión de hechos, es donde ha recaído el debate sobre el futuro del Perú y su economia en el siglo XXI.

 

Y el hecho es que quienes ayer destruyeron esa ambulancia están activamente interesados en impedir que los hechos sean conocidos. Lo que buscan es sembrar creencias falsas, reforzar prejuicios y mantener las mentes en cautiverio.

 

Claramente, el objetivo es impedir toda forma de diálogo. El objetivo es romper el diálogo y toda comunicación, provocar deliberadamente y forzar a los policías a la violencia en legìtima defensa para generar así un falso escenario de violación de derechos humanos que denunciar ante organismos internacionales. 

 

Es una farsa montada por quienes sacrifican los derechos humanos en aras de sus fines políticos.

El sacrificio de esos policías desarmados, sin embargo, no está cayendo en saco roto. Las imágenes en las redes están circulando por too el país e inclinando gradualmente a la opinion pública de todo el Perú del lado de su defensa.

 

Es la izquierda violentista la que está cavando su propia fosa electoral. Intuyendo ahora que no puede ganar, intentará desesperadamente impedir las elecciones.

 

No pasará.

 

 

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domingo, 20 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 20 diciembre 2020 "Los candidatos del Foro"


 

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Los candidatos del Foro

 

 

Jorge Morelli

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Martín Vizcarra tenía hasta cuatro caballos en la carrera, entre los cuales podía elegir uno y ayudarlo a ganar. El modo de hacerlo desde el gobierno es archiconocido: portátiles, omnibuses, camionetas 4x4, información de sondeos electorales y temas locales políticamente rentables. Todo fina cortesía de los contribuyentes.

Ni siquiera era indispensable escoger. Las circunstancias decidirían cuál de los cuatros jinetes apocalíticos sería el indicado: ¿Guzmán, Urresti, Forsyth, Salaverry?

¿Una vez fuera del gobierno es imposible ejecutar ese plan? Falso. Sigue siendo posible si quien está en el gobierno –no en el poder, como se ve- es amigo. Como Sagasti.

Y las circunstancias ya han hecho el trabajo. En el curso de los días, el Zorro moqueguano ha constatado que Forsyth tiene potencial, pero está crudo todavía. Es demasiado joven aun. El Moradito, por su lado, simplemente no da la talla. Como dice Butters, es un holograma, no existe, hay que estarlo inventando y proyectando constantemente. E investigarán supuestas cuentas de su campaña anterior.

Urresti, de un tercer lado, es un candidato formidable, pero tiene serios problemas con el caballo. Su mentor, el empresario universitario y congresista José Luna corre peligro de que se anule la inscripción del caballo y aun de que se cometa, también contra él, el abuso de una prisión preventiva que heriría de muerte la candidatura de su campeón.

En suma, al Zorro solo le queda Salaverry. Y ahí lo tenemos matriculado en su lista congresal. Van juntos a todas partes. Todos saludan a Vizcarra. Nadie conoce a Salaverry. No importa. El ex presidente piensa que puede hacer presidente a Salaverry.  

El cogollo detrás de todo esto –el Foro de Sao Paulo, ese perfume rancio que se vende en La Habana-Caracas-México-Buenos Aires-La Paz- y el billete local que lo respalda ya le ha bajado el dedo a los otros tres caballos. Ya se lo había bajado antes a la Verónica radical que adula a Caracas sin provecho y, desde luego, a Arana que sigue envuelto en su misterio doloroso.

El Foro estudia su estrategia con el Zorro y el actual ocupante precario del Si0llón a quien, sin embargo, su honor no le permite e insiste, porque es buena persona, en la necesidad de respetar las formas. Emite, en consecuencia, ruidos y normas sobre la indispensable neutralidad electoral de los funcionarios públicos en el recojo y destino de la información local a nivel nacional.

Tampoco el agazapado Zorro de abajo las tiene todas consigo. Su postulación al Congreso en busca de inmunidad parlamentaria puede terminar quitándosela a todos los congresistas, tal como él mismo proponía antes. Y Salaverry, candidato del Foro por ahora, puede terminar en el fiasco como los otros caballos que ruedan por la pista de carrera.     

             

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jueves, 17 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 16 diciembre 2020 "La megaencuesta y la desinformación"

 

 

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La megaencuesta y el  poder 

de la desinformación

 

 

Jorge Morelli

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La revelación que ha hecho Hernando de Soto en entrevista con Beto Ortiz acerca de la existencia de una megaencuesta periódica de opinión pública hecha por el Estado cuyo contenido es mantenido en estricto secreto, es el punto de inflexión de un problema de vieja data.

 

Se trata nada menos que de la confiabilidad de las encuestas privadas de opinión pública que, desde hace muchas elecciones, han ido creciendo en sofisticación y manejo hasta el punto de no solo informar sino de influir decisivamente sobre los renultados.

 

Porque la desinformación es el poder.

 

El método es sencillo: mientras crece un candidato que provoca miedo en el electorado, se mantiene en segundo lugar al favorito de la cátedra, que iniciará su arremetida recién en la recta final. El lenguaje hípico es deliberado. Las campañas electorales se han vuetlo tan confiables como los hipódromos. Tal vez menos.

 

No solo acá. Hay que conceder eso. El caso Trump versus Biden y las acusaciones contra Cambridge Analytica en las elecciones del Brexit y en la propia campaña norteamericana de cuatro años atrás han sido campanazos que no han sido escuchados.

 

En lo que a nosotros concierne, la revelación de De Soto contiene una salida y una solución relativamente eficiente a esta vieja trampa. Es la afirmación valiente y oportuna, de fuentes bien informadas, acerca de que la existencia efectiva de este  punto de referencia, un telón de fondo de información masiva, que permite contrastar a lo largo y ancho de la campaña electoral los resultados de las diferentes encuestas privadas que suelen discrepar abismalmente entre sí sin que sea posible hasta hoy discriminar quién se acerca más a la realidad porque no se sabe de los resultados de la megaencuesta realizada de manera permanente y periodica por el Estado y que permitiría a cada uno formarse un criterio independiente respecto de lo que realmente está pasando en la opinión pública.

 

No es que se trate de una infomación confiable tampoco. Ciertamemte podría ser manipulada también por el gobierno de turno. Pero la vigilancia de la prensa y de las encuestadoras privadas permitirá tener un referente común.

 

Esta información solo la tiene hoy el Presidente de la República, sin embargo. Y es su deber y nuestro derecho que sea dada a conocer.

 

Se trata acá  de un  asunto de interés público que no puede ceder al interés privado de las encuestadoras, que bien pueden libremente vender su información a quien crean conveniente. Para eso son empresas privadas. Pero esa es una información que necesita poder ser validada por cualquier ciudadano comparándola con los resultados que arroja la megaencuesta, aunque sea inexacta, bajo vigilancia.   

 

Es una función regulatoria y de fiscalización que involucra desde el Indecopi hasta el Defensor del Pueblo, indispensable para dejar atrás para siempre toda sombra de duda sobre manipulación política de la opinión pública, un flagelo contra el que venimos perdiendo la guerra desde hace demasiado tiempo.   

 

            

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domingo, 13 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 13 diciembre 2020 "Déjame trabajar!"

 

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"¡Déjame trabajar, deja

de estorbar y de robarme!”


 

Jorge Morelli

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Es acuciante la pregunta sobre qué es exactamente lo que estamos viviendo.

 

Tácita y casi unánimemente, damos por hecho que se trata de una especie de mala copia de la revolución bolchevique de hace un siglo en Rusia –Sagasti es el Kerensky-. Y vemos al Congreso vacar la Presidencia como cortaba cabezas la Revolución Francesa.

 

Sin duda es peligroso disfrazar las marchas de revolución bolchevique de carnaval. Crear esa confusión es un acto deliberado para tomar el poder en medio del caos. La treta del cambio constitucional es el vehículo. Aprovecha la demanda encubierta de autoritarismo ante el estrepitoso fracaso, una vez más, de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Ese es precisamente el plan del enemigo. Ese es el trabajo de los azuzadores pagados e infiltrados para crear el falso escenario de una situación de derechos humanos. Es una copia con sordina de las tácticas del Pensamiento Gonzalo en 1983 en Uchuraccay, ante la entrada del Ejército a Ayacucho.

 

Pienso que el tipo-ideal -como diría Max Weber- de la revolución bolchevique no es el que caracteriza correctamente lo que pasa en Sudamérica. Las marchas no son un remedo del Octubre Rojo. 

Los peruanos aun no hallan las palabras para expresarlo, pero su reclamo se dirige contra el Estado para gritarle “¡déjame trabajar, deja de estorbar y de robarme!”. Por eso le grita a la clase política: “no me representas”. No pones orden, ¿quién manda acá?, es lo que quiere decir. Ese no es un grito contra un poder absoluto. Al contrario, es un grito contra una clase política débil, incapaz de gobernar.

 

Este es el proceso de un parto. Aquí está naciendo algo nuevo. ¿Pero qué?

 

Pienso que, a pesar de los disfuerzos anarquistas, este es el comienzo de una auténtica revolución burguesa.

 

Y en esto se parece a la Primavera Arabe. 

 

Confundirse al respecto es fácil, y no es una novedad. Apenas meses después del 14 de julio de 1789, un joven parisino escribió al filósofo inglés Edmund Burke preguntándole por lo que suponía eran grandes similitudes entre la Revolución Francesa y la Revolución Gloriosa, la inglesa de 1688, un siglo antes, que sentó las bases de la monarquía parlamentaria en Inglaterra y con ella los cimientos de una burguesía que produciría  la Revolución Industrial. Burke contestó en su Carta a un Joven de París de noviembre de 1790, hace 230 años -antes de que existiera una república en el Perú- que la diferencia se hallaba en la esencia misma. Mientras Francia en su Revolución había destruido las instituciones políticas para comenzar desde cero, en Inglaterra la Revolución Gloriosa había construido una institución política nueva y evitado la trampa de comenzar de nuevo. Para ilustrar el punto con humor, añadió que se debe desconfiar de los franceses porque, lejos de cultivar un jardín según su disposición natural, allanan la tierra y, como en Versalles, hacen geometrías sobre ella. 

 

            

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