domingo, 14 de julio de 2019

ANALISIS EN EXPRESO 27 junio 2019



DE EXPRESO
Evo quiere el Sur del Perú

Operación geopolítica en curso

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com

La reforma política para escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad parece una discusión bizantina cuando tenemos al enemigo en la puerta. En efecto, hay un plan para capturar el poder en el Perú, con elecciones o sin ellas. Viene del Foro de Sao Paulo, que prepara su vuelta al poder, de Caracas y de La Habana, e instrumenta a Evo Morales, presidente de Bolivia.
El plan consiste en hacerse del abastecimiento de la energía al Sur del Perú con un sistema de distribución de gas por vehículos desde Bolivia y una red doméstica de ductos en Desaguadero, que son el efecto de demostración para la posterior construcción de un gasoducto desde Bolivia -conectado a un gasoducto peruano, según el gobierno- luego de ganar la buena pro de la licitación convocada por Proinversión que está por ser otorgada. La empresa estatal de gas de Bolivia es uno de los dos postores.
Al efecto, Evo Morales acaba de anunciar su próximo viaje a Moscú para conversar con Vladimir Putin sobre próximas inversiones en hidrocarburos en Bolivia por medio de la estatal rusa de gas Gazprom.
Los gobiernos del Perú y de Bolivia hicieron público en el reciente gabinete binacional los días 24 y 25 de junio en Moquegua, la tierra del presidente Vizcarra, su mutuo interés en abastecer de gas bolivano a todo el Sur.
Por su parte, dos empresas privadas, termoeléctricas generadoras de electricidad en el Sur –Engie y Kallpa- procedieron a firmar con la estatal de gas de Bolivia y en presencia del propio Evo Morales acuerdos para abastecer sus plantas. Engie construye junto con Gazprom en el norte de Europa el gasoducto denominado  Nordstream 2.
Desde comienzos de año, el gobierno de Martín Vizcarra acordó con el de Evo Morales esta compra de gas boliviano y la construcción de un gasoducto desde La Paz hasta Ilo supuestamente complementario del Gasoducto del Sur, de Odebrecht.
La operación parece un negocio inocuo y comercialmente ventajoso para abastecer de energía al Sur con gas barato. Pero es una operación geopolítica acordada con gobiernos regionales y aliados políticos locales pcon el propósito ulterior de hacerse del control de recursos naturales en la región: cobre, litio, tierras raras y agua por medio del control de la energía para su extracción. El gobierno peruano no es el cerebro detrás de esto, tampoco el de Bolivia. Son los aliados de Evo Morales desde el Foro de Sao Paulo, de Caracas y de La Habana.
La operación detonará en un solo día cuando, con un pretexto cualquiera, se interrumpa el abastecimiento de gas al Sur y la región quede sin energía. El levantamiento popular consiguiente es la forma en que está prevista la captura del poder.  
Existe una vasta red al servicio de este designio. La propia lucha anticorrupción es instrumentada para el ruido mediático, que permite que la opinión pública no repare en el peligro.
La propia clase política está enfrascada en la confrontación permanente entre el Ejecutivo y el Legislativo, debatiendo la disolución del Congreso o la vacancia de la Presidencia. Pero el conflicto de poderes permanente no es, precisamente, sino el síntoma de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad, que incuba el autoritarismo. Es lo que el plan del antisistema ha previsto. Escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad supone corregir la falla en el equilibrio de poderes que debilita nuestra democracia. Pero resulta una discusión bizantina cuando tenemos al enemigo en la puerta. La salida comienza por identificar correctamente el problema. Las guerras se pierden por luchar contra el enemigo equivocado. 

Las guerras de la electricidad

El problema nació cuando el Estado peruano decidió cambiar la base energética del país del petróleo al gas. Y cometió un error. Al lado de la Cordillera de los Andes, el Perú debió girar hacia la energía hidroeléctrica. Lo demostró Jorge Baca Campodónico -ingeniero eléctrico, doctor en Econometria y ex ministro de Economía- en su Linterna de popa en EXPRESO: las hidroeléctricas podrían abastecer las necesidades de energía del Perú por los próximos 50 años. Las 20 hidroeléctricas que se pensó construir en el Marañón en el 2011 habrían abastecido 60 mil megawatts, suficientes para medio siglo.
Santiago Antúnez de Mayolo exploró el Pongo de Manseriche en el Marañón buscando dónde construir una represa para crear una caída de agua. Encontró el lugar en Huancanque, aguas arriba de Borja, donde el río se estrecha entre paredes de roca. Antúnez de Mayolo dibujó en su mente la represa: tendría una caída de 60 metros que generaría 7,550 megawatts, lo suficiente para reemplazar casi todo lo que producen hoy las generadoras termoeléctricas.
A comienzos de la década, señala Baca, la producción de energía hidroeléctrica representaba más del 80% del total. Hoy es el 50%.
“La causa de esta sinrazón –añade- fue la moratoria de construcción de hidroeléctricas por diez años introducida para beneficiar el proyecto de gas de Camisea”. Es decir, el Estado necesitó crear una demanda que no existía para poder colocar el gas, y desplazó a la generación hidroeléctrica de la producción de electricidad.
El objetivo fue exportar gas y masificar el consumo. Mientras la infraestructura no estuviera en su sitio, sin embargo, había que crearle provisionalmente un mercado al gas en la generación de electricidad. Lo que se creó fue una competencia desleal para las hidroeléctricas. 
Esto explica por qué el Estado permitió a las termoeléctricas a gas declarar costos que no eran reales: para que pudieran competir. Luego, lo provisional se volvió permanente. La construcción de la infraestructura del gas quedó paralizada en el pantano de la corrupción. El mercado de consumo que se iba a generar no alcanzó la magnitud necesaria. Chile encontró alternativas en la energía solar para sus minas. Y el autoengaño de los costos se volvió una trampa de la que el Estado no sabe ya cómo escapar. 

Fábula del Estado desnudo

La guerra de la electricidad ha sido causada por la interferencia del Estado en el mercado de la energía. Mil grandes empresas han visto su costo de energía reducirse a la mitad. Parece un escenario ideal, pero no es sostenible, porque están comprando energía por debajo del costo. El Estado interferió el libre mercado y el primer perjudicado fue el propio Estado, que tiene cinco empresas de generación, todas ellas son hidroeléctricas.
Regresar a declarar los costos reales de las empresas termoeléctricas es hoy inevitable. Y lo saben las empresas. Solo piden que no sea de inmediato, porque  han firmado contratos que deben cumplir.
Tod9 se origina en la fecha en que, como en una fábula, el Estado decidió cambiar la base energética del país del petróleo al gas. Pero este sería barato solo una vez masificado su consumo y exportado el saldo. Provisionalmente, debe haber parecido una buena idea crearle un mercado provisional al gas mientras se construía la infraestructura de gasoductos y distribución masiva. El mercado provisional fue el de la generación de electricidad con gas.
Hasta la fecha el Estado está atrapado en esto, ataviado de una energía a precios irreales. Seguirá así hasta que se desnude la verdad y se diga en voz alta que esta es otra reedición de la vieja fábula del rey desnudo.       
Ahora sabemos por qué el Estado peruano no debió pasar del pétroleo al gas cuando tomo la decisión política de cambiar la base energética del país. El error original desembocó con los años en mercantilismo puro y duro cuando, en 2011, una segunda decisión política estableció una moratoria a la inversión en 20 hidroélectricas del Marañon que habrían provisto al Perú de 60 mil megawatts de electricidad, energía renovable no contaminante suficiente para medio siglo.
A esa decisión política debemos hoy que las generadoras termoeléctricas se hayan adueñado de la mitad del mercado. A eso se debe la guerra actual entre las termoeléctricas y las hidroélectricas que denuncian la mentira legalizada en la declaración de costos de las segundas. Ni siquiera es su culpa. Esas empresas han sido llevadas a la trampa en que se encuentra por la decisión política mercantilista que tomó el Estado.
Y a eso se debe que nos veamos hoy, además, en el peligro de entregarle la energía del Sur a la empresa estatal de gas de Bolivia poniendo en manos de Evo Morales y sus aliados los recursos estratégicos del Perú para el siglo XXI: el cobre, el litio, las tierras raras, el agua y la energía necesarias para extraerlos. Hoy estamos a un paso de que el Perú caiga en la trampa de entregar a la estatal de gas boliviana la buena pro de la licitación del proyecto Siete Regiones, la llave de la energía del Sur. Ese abastecimiento puede interrumpirse a voluntad. La historia reciente de Europa del Este muestra que el abastecimiento de energía por gas es el arma estratégica para doblegar la voluntad política de los Estados. En nuestro caso, como sabemos, el plan del radicalismo antisistema es capturar el poder en el Perú. Y estamos poniéndole el arma en las manos.

El medio ambiente

El Perú debió pasar a la generación de energía hidroeléctrica y destinar el gas -un hidrocarburo estratégico no renovable que hoy quemamos para generar calor como si fuera carbón- a una nueva industria petroquímica. Quemar el gas para generar electricidad es un pobre uso de un recurso escaso. Generar calor es la más ineficiente de las formas de emplear la energía. Y, además, quemar el gas es contaminante.
En el futuro, el Perú necesitará cantidades exponencialmente mayores de electricidad.NO provendrán del gas. Tendremos que cambiar nuevamente de base energética, de la del gas a la de la hidroelectricidad.


jueves, 11 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 10 julio 2019




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MEDIA COLUMNA 
Que el mercado
diga cuánto vale


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Titulizar es más que titular. Securitización financiera es más que seguridad jurídica.

Se trata de darle a la tierra bajo la cual hay recursos naturales un valor de mercado que pueda ser aceptado en el mercado global. Solo de esta manera ese bien encontrará un comprador a un precio de mercado, porque se ha establecido la confiabilidad. Si el bien está fuera del mercado, en cambio, vale algo solo para los que están cerca, el precio se forma entre pocos y si una de las partes tiene información privilegiada la usará en perjucio de los otros.

El mercado, entonces –el juego libre de la oferta y la demanda, que incluye la transparencia de la información- es el único modo de establecer de manera objetiva cuánto vale la tierra debajo de la cual hay o puede haber recursos naturales. Si la superficie no está en el mercado, en cambio, las partes nunca podrán ponerse de acuerdo sobre su precio, y los recursos dentro de ella se quedarán donde están, dentro de la tierra, para contento del interés político que quiere que se queden allí hasta capturar el poder y permitir solo entonces el acceso bajo reglas monopólicas.

Solo en el Perú hay 800 mil millones de dólares bloqueados porque la empresa a la que el Estado peruano ha concesionado el subsuelo no puede ponerse de acuerdo con quienes, con título o sin él, controlan la superficie encima. No hay manera de entenderse de manera informada y libre porque no hay un tercero que pueda determinar cuánto vale la superficie. Solo el mercado puede serlo, no el Estado. 

La única forma, sin embargo, de saber el precio de mercado es titulizar esa tierra para ponerla en el mercado global. No basta titularla. Títulos y certificaciones de toda índole los extienden una vasta lista de entidades del Estado peruano, desde la municipalidad distrital hasta el registro del gobierno central. Esos papeles no valen nada en el mercado global y casi nada en el mercado local. La tierra entonces termina vendi´pendose a vil precio.

El mercado global es un referente confiable del valor de esa tierra, porque solo en ese mercado será público y conocido por todos cuánto vale realmente lo que hay debajo de ella. Si la información es privilegiada, en cambio, y se halla por ejemplo solo en el poder de la empresa, pero no de la comunidad, no habrá contrato. O habrá un contrato legal sin legitimidad alguna, que no será firme ni duradero y estará rodeado siempre de la incertidumbre y el recelo. Esto -con el interés político siempre al acecho- minará el contrato, lo incumplirá, lo desconocerá y aparecerá la violencia.       

Solo el día en que el comunero pueda ver con sus propios ojos que el precio de su tierra en el mercado y las acciones de la empresa en la bolsa suben juntos o se caen juntos cuando la operación progresa o se interrumpe, su interés objetivo será el mismo de la empresa.

Es indispensable que el mercado –no la empresa ni el Estado- diga cuánto vale en justicia no solo el recurso del subsuelo sino la superficie sobre ella. Para esto no basta titular, hay que titulizar. No basta la seguridad jurídica, hace falta securitización financiera. No importa cuánto tiempo tome. No hay otro camino legítimo.     

   
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martes, 9 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 8 julio 2019





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Tejer la paz

Jorge Morelli
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Ganar la paz y no solo la guerra ha sido siempre el secreto. 

Para hacerlo hay que remendar, coser lo que se ha rasgado. Tejer es la metáfora que usan los pueblos andinos desde siempre. ¿Que hacía Pachacútec, si no, cuando llevaba y traía pueblos enteros para que enseñaran lo que sabían hacer mejor que otros, ya fuera tecnología agrícola o ingeniería hidráulica para controlar el agua de los Andes. Mítimaes les hemos llamado nosotros, sin entender bien qué es exactamente lo que el gran Inca estaba haciendo.Tejía una sociedad y una economía más grandes. Cosía lo rasgado donde hubo guerra. 

No es diferente la nueva hermandad de Ica con Huancavelica, que permite llevar el agua de la cuenca arriba al desierto abajo. 

La manera de coser lo rasgado por la guerra es la propiedad cruzada. ¿Qué hizo Leguía al conseguir la propiedad privada del terreno del Chinchorro en Arica para el Estado peruano? ¿Qué hizo Fujimori cuando otorgó al Estado ecuatoriano en propiedad privada el kilómetro cuadrado de Tiwinza? La propiedad privada es el secreto. No la soberanía sobre la tierra, que detona los conflictos.

La propiedad privada de los Estados necesita ser recíproca para poder ser la costura resistente de una paz duradera. Se trata de crear intereses cruzados. Lo mismo vale para los gobiernos subnacionales: las regiones de la Sierra del  Perú deben tener interés en invertir en su región vecina de la Costa, y viceversa. Esto depende de asegurar la propiedad privada en general, lo mismo en una región colindante que en un Estado vecino. 

Lo que vale para Latinoamérica vale también para todas las economías emergentes del planeta, incluyendo las del atormentado Oriente Medio. Los norteamericanos cosen hasta hoy el mosaico de un kilt uniendo retazos de telas de colores. El plan de 50 mil millones de dólares que Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, ha llevado a Palestina e Israel, a Egipto y Jordaniapara desarrollar toda la región no está siendo comprendido. Los palestinos exigen una "solución política” y rechazan una económica. Es un malentendido que confunde la propiedad con la soberanía. El malentendido impide usar el instrumento de la propiedad privada para coser la paz que la guerra ha rasgado.

El plan necesita crear intereses cruzados de un país en todos los otros. La propiedad privada es la clave. Pero necesita ser no solo titulada, sino titulizada, no sólo asegurada, sino securitizada, para que tenga valor de mercado en los mercados de valores globales. Ese es el misterio del capital, que Hernando de Soto explica. 

Es también el mensaje nunca escrito del Perú antiguo, que no se comunicaba escribiendo sino tejiendo. Es el legado de Apo Capac Pachacútec Inca Yupanqui Intichurin, el instrumento con el que se fundó el Tahuantinsuyo desde Colombia hasta la Argentina. ¿Cómo, si no tejiendo la paz, habría podido hacerse en menos de cien años? Es la fórmula que el Perú puede alcanzar a los pueblos de todo el planeta.


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lunes, 8 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 7 julio 2019




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El Perú no depende del Estado

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Hay héroes modernos que el Perú no conoce y que merecen su homenaje.

El colombiano Martín Ibarra es probablemente el primer experto del mundo en parques industriales, que son la herramienta para el futuro. Ha fundado cientos de ellos desde hace décadas, desde China hasta Colombia, su patria, y me dijo no hace mucho que el milagro chino nació precisamente de ahí. Los parques industriales fueron la primera experiencia de economía libre de China hasta que, multiplicándose como hongos, llegaron a ser tantos que más eran las excepciones que la regla y el modelo pudo generalizarse.

En nuestro caso, los parques industriales están comenzando a reproducirse. Hacia la Sierra central y el interior, la ciudad industrial de Huachipa es hoy una realidad de la tecnología de punta, con más de 20 megafábricas en operación y espacio más que suficiente para albergar 200. Pronto tendrá también un puerto seco, conectado por una nueva carretera con la autopista Ramiro Prialé y, por vía férrea, con el Ferrocarril Central. Hacia el Norte chico, el centro de operaciones será el puerto de Chancay, el punto estrategico de la Ruta de la Seda china para todo Sudamérica, donde llegarán los megabuques Triple E de medio kilómetro de largo y 20 mil contenedores. Chancay estará conectado por la Panamericana Norte y en el futuro por tren de cercanías o vía férrea directa con los nuevos parques industriales de la región. Hacia el Sur chico, el centro de operaciones será el puerto de Pisco, y entre Lurín y Chilca se hallan hoy mismo en construcción media docena de parques industriales conectados por carretera y en el futuro por tren de cercanías. Todo el Norte y el Sur chicos y los valles de la Sierra Central de Lima serán a corto plazo una sola gran región económica conectada al Asia, para la exportación e importación y fabricación de manufacturas para los mercados de Brasil, desde Manaos hasta Sao Paulo.   

Pero hay dos limitantes. Uno es el severo problema de la propiedad de la tierra, ante el que el Estado peruano está totalmente paralizado.

Hernando de Soto tiene la fórmula para solucionarlo: dotar de papeles a los bienes de las economías emergentes de todo el mundo -empezando por el caso estrella, que será el del Perú, su patria-. Esto hará posible, en el mismo momento y por el mismo acto, dotar de bienes a los papeles de los mercados de valores desarrollados. Cuando esto ocurra en gran escala dejarán de formarse burbujas globales que luego colapsen –la última ocurrió hace una década- dejando a la economía global desconcertada y exhausta hasta hoy. Pero el gran secreto estriba en que esta revolución de la propiedad va a ocurrir en el mundo sí o sí, con o sin la intervención del Estado.  

La otra gran limitante en el Perú es el agua. Los parques industriales del Sur en formación sufren ya su escasez. Aquí la innovación de la tecnología ancestral de la siembra de agua permitirá captar el agua de la estación de lluvias en la Sierra, meterla dentro del suelo y poner en pocos años un lago Titicaca entero -diez mil millones de metros cúbicos de agua- dentro de la Cordillera de los Andes.Esto frenará los huaicos y regulará hídricamente los ríos que bajan al Pacífico de manera que no se sequen en invierno ni se desborden en verano. Acaba de comprobarlo un estudio técnico del Imperial College de Londres. Pero quien sabe esto mejor que nadie es oy Fernando Cillóniz, quien como gobernador de Ica logró dar forma con Huancavelica a una Hermandad del Agua por la cual Huancavelica aceptó entregar agua a Ica a cambio de inversiones de Ica en las cuencas altas de los valles que bajan hasta el desierto. La Hermandad del Agua es el modelo que en el futuro será replicado por todas las regiones costeras del Perú con sus regiones hermanas de la Sierra. Será un nuevo ayni andino para el siglo XXI.     

Hombres como estos son los capitanes de la industria que construyen hoy silenciosamente el Perú del siglo XXI, como Vanderbilt, Rockefeller, Carnegie, JP Morgan o Ford contruyeron Estados Unidos en los siglos XIX y XX. El Perú no lo sabe aún, y menos que, aunque mucho se beneficiaría de la colaboración proactiva de su Estado que le da la espalda, en realidad no necesita de él para llegar a ser.      


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jueves, 4 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 3 julio 2019



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Tres de cada cuatro peruanos


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Somos ya 7 mil 676 millones los habitantes del planeta. La explosión demográfica no es una noticia. Es, más bien, un refrito. La primicia es que 5 mil 112 millones de ellos –o sea, dos terceras partes de todas las personas del mundo- están comunicadas hoy por celular.  

Más sorprendentemente aún, 3 mil 484 millones de ellas –es decir, el 45 por ciento- están en las redes sociales, casi todos ellos a través de un celular.

El Perú se encuentra considerablemente adelantado en esta tendencia. Somos 32.7 millones los peruanos, y 24 millones se encuentran activos en las redes sociales. Es el 73 por ciento. Si cerca de la mitad del planeta está en las redes, tres cuartas partes de los peruanos lo están. Llevamos ventaja.   

Esta es la revolución más importante del siglo XXI. Está ocurriendo ante nuestros ojos y no acertamos a calcular sus enormes consecuencias. En lo político, por ejemplo, dadas las cifras anteriores, no es ninguna exageración decir que, al cumplirse el Bicentenario de la República, las redes sociales serán la arena de la batalla de las próximas elecciones del 2021.

Las campañas políticas del pasado –con sus fantásticos oradores de plaza que arrastraban multitudes- son un objeto de museo. Entre nosotros ya no queda ninguno. En realidad, hace ya décadas que son una nostálgica memoria. Pronto lo serán también, afortunadamente,  las asfixiantes campañas de publicidad política en la televisión de señal abierta de años todavía recientes.

Toda la comunicación social se ha transformado. La información ya no se obtiene de la prensa o de los noticieros de televisión, allí se encuentra hoy la opinión (mal disfrazada de información todavía en el seudo periodismo). La publicidad tampoco pasa ya principalmente por la prensa escrita, ni la pantalla de televisión abierta, mucho menos la de cable, que lucha por la superviviencia. Han hecho explosión en las redes una miríada de canales digitales donde todo el quiere puede fácilmente tener el suyo propio. Y miles de blogs y páginas web convierten a cada uno en editor de sí mismo, anónimo o no, según prefiera. En cada casa existe hoy una sala virtual de cine por redes que distribuyen miles de películas y series por sistemas digitales en internet. Y todo está al alcance de la gran mayoría. Nada es privativo de quienes tienen recursos.

Esto ha cambiado la naturaleza de la relación entre la oferta y la demanda en el mercado. También la del elector político y el candidato. Toda publicidad política en adelante estará en las redes. Segmentada por edades y niveles socio económicos para llegar a sus respectivos públicos objetivo.  

El nuevo mercado es uno que empodera tanto a la demanda como a la oferta, al elector tanto o más que al elegido o al que aspira a serlo. El peligro de la manipulación del elector -el consumidor de oferta electoral- es una amenaza que ya ha aparecido en el escenario mundial. El robo masivo de información de las redes, por ejemplo, magnifica el impacto de las tendencias que aparecen espontáneamente o son prefabricadas en laboratorio. La oferta y la demanda falsas siembra la desconfianza, una atmósfera enrarecida que puede ser tóxica para el mensaje de las ideas políticas.

Ya nadie se despide ni se saluda en el celular, porque todos están comunicados todo el tiempo. Por eso mi viejo y querido tío –diplomático y ciudadano del mundo que vivió el mundo antiguo- solía decir que tenía “nostalgia de la ausencia”. Es el precio a de la comunicación universal ubicua. No hay vuelta atrás. Pero, para la inmensa mayor parte de los habitantes del mundo, es la diferencia entre la oscuridad y la luz.  
 

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miércoles, 3 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 1 julio 2019





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Yan-ken-po
quebrado


Jorge Morelli
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Para escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad necesitamos alcanzar el equilibrio de poderes. No basta la separación de poderes, que es una condición necesaria pero no suficiente. Afortunadamente, el equilibrio de poderes no es nada complicado. Es algo tan sencillo como un juego de yan-ken-po.

En el juego infantil, la piedra chanca la tijera, que corta el papel, que envuelve a la piedra. Así es como se consigue el equilibrio entre los tres jugadores. Es un equlibrio dinámico. Es lo mismo entre los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo.

Primero, la “piedra” tiene que poder “chancar”- El poder Judicial debe poder declarar inconstitucionales o inaplicables las leyes del poder Legislativo. Lo hace por la vía del control constitucional de la ley, ya sea a través del control difuso –un invento norteamericano de principios del siglo XIX, llamado judicial review- que la declara inaplicable, o bien del control concentrado del Tribunal Constitucional –un invento alemán de comienzos del siglo XX- que la declara la inconstitucionalidad de una ley. Ambos instrumentos existen en la Constitución del Perú. Hasta ahí todo bien.

En segundo lugar, la “tijera” del Legislativo debe poder cortar el “papel” del poder Ejecutivo. Lo hace a través de tres mecanismos: la vacancia de la Presidencia, la censura de los ministros y la insistencia en las leyes observadas por el Ejecutivo. Desafortunadamente, en el Perú el Congreso hace todo esto con una facilidad excesiva. Este no es un bueb¿n balance. Debe ser corregido y la reforma política lo está dejando de lado.

Pero lo más grave es que en el Perú, el “papel” del poder Ejecutivo no puede vencer a la “piedra” del poder Judicial. No existe ya esa posibilidad, que es la forma en que las democracias crean el equilibrio. Como esa posibilidad está bloqueada entre nosotros, el equilibrio de poderes está quebrado.

A diferencia de todas las democracias de América, sin excepción, donde el Ejecutivo nombra siempre a los jueces de la Corte Suprema (con aprobación posterior del Legislativo), a los jueces supremos en el Perú los nombra un organismo de fuera del juego.

En efecto, en el Perú inventamos lo imposible, algo que no existe en ninguna parte: un organismo constitucional autónomo que nombra por sí y ante sí no solo a los jueces supremos sino a todos los jueces. Este fue el Consejo Nacional de la Magistratura, un cuarto jugador al que ninguno de los otros tres podía enmendarle la plana. Se convirtió, entonces, en un poder absoluto, una reinvención del absolutismo contra el que nació la democracia. El organismo se corrompió. No podía suceder otra cosa, puesto que todo poder absoluto se corrompe absolutamente.

Pero en lugar de sacar la conclusión correcta, hemos insistido en el error: le cambiamos el nombre al organismo por el de Junta Nacional de Justicia, le añadimos algunos detalles cosméticos y convocamos luego a un concurso para elegir a sus miembros. El sainete ridículo en que se ha convertido la selección de los miembros -en el que parece que no quedara ni un solo hombre justo en Sodoma y Gomorra- es el síntoma de lo que ocurre: el organismo no debió ser reformado, debió ser cerrado.

Si el “papel” no puede envolver a la “piedra” no hay juego. Aun hay que devolverle entonces al poder Ejecutivo la función de nombrar a los  jueces supremos, y que ellos nombren luego a todos los demás jueces. De esta manera podemos comenzar a rediseñar el equilibrio de poderes.

Pero la reforma política ni sospecha esta realidad. Los errores se pagan. La trampa de la democracia de baja gobernabilidad en la que seguimos es el precio que pagamos por haber perdido sin saberlo el equilibrio de poderes.


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lunes, 1 de julio de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 30 junio 2019





MEDIA COLUMNA 
Se debió hacer
desde un principio

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Puesto que conocer la verdad sobre la corrupción brasileña en el Perú no tiene precio, era inevitable la decisión política de firmar el acuerdo con Odebrecht aunque fuera leonino, para conocerla.

Pero hoy la situación parece otra. Todo contrato supone una contraprestación. Y esta no se ha producido. Lo recibido no solo no ha sido toda la verdad, ni siquiera es la parte más importante de la verdad. Los testimonios recogidos de los funcionarios brasileños hasta hoy han reiterado en buena cuenta lo que los investigadores ya conocían. No ha habido, que se sepa, acceso directo a los servidores que guardan la información de detalle sobre los pagos indebidos en el país. La nueva información relevante ha provenido de colaboradores eficaces peruanos o de investigaciones periodísticas, como la que acaba de hacerse pública, según la cual en el servidor drousys aparecen los pagos del Gasoducto del Sur –17 transferencias por 3 millones 70 mil dólares realizadas en el 2014, poco después del otorgamiento de la buena pro de la concesión al postor único- cuyos destinatarios finales están aún ocultos bajo seudónimos. La verdad sobre el megaproyecto -el mayor de todos- de 7,500 millones de dólares ha sido escamoteada, ocultada, omitida.

En virtud del acuerdo, el Perú es hoy un acreedor de Odebrecht. Pero otros acreedores han llegado a la conclusión de que no existe otro camino que incautar los activos de la empresa para hacerse pago de sus acreencias. Están forzando una situación de hecho que precipita un escenario nuevo. El pago de la deuda no está garantizado. Depende de la decisión de un juez brasileño, que podría declarar la liquidación de la empresa. Aún si en esta ocasión la empresa consigue medidas cautelares que la protejan por el momento, la situación volverá a presentarse en otros escenarios. No basta ahora un papel firmado para garantizar el pago de los 200 millones de dólares (en 15 años) que la empresa adeuda al Perú según el acuerdo. En lo sucesivo la empresa será asediada por sus acreedores globalmente, y el Perú, con un acuerdo en la mano que no puede materialmente garantizar el pago, ¿va a hacer cola para cobrar?

Si la empresa naufraga, no debe arrastrarnos con ella. No es un problema en que los peruanos tengamos que estar involucrados. A diferencia de otros acreedores, el Perú tiene la posibilidad real y debe hacer prevalecer su condición de Estado. Se justifica entonces debatir serenamente cuál es la decisión política que el Perú debe tomar.

El Perú cumplió lo que ofreció: le ha permitido a la empresa vender su activo principal en el país –Chaglla- a terceros cuyos derechos ahora deberemos respetar. En esto no hay vuelta atrás. Pero el Perú ha autorizado también a la empresa a seguir funcionando en el país y esta, en cambio, es una obligación retractable. El Perú podría retirarle a la empresa la autorización para seguir operando en el país. No obstante, eso la quebraría sin beneficio alguno. Lo que puede hacer, entonces, es anular el acuerdo. ¿Qué el acuerdo tiene rango de sentencia? El Ejecutivo puede recurrir al Tribunal Constitucional, cuya jurisprudencia ha incluido la modificación de sentencias en el pasado.

Preventivamente, puede nombrar interventores en la empresa y, llegado el caso, tomar el control en su momento de los 800 millones de dólares en activos e instalaciones que tiene aún en el país. Algunos temen que el Perú sería denunciado ante tribunales arbitrales internacionales. No perdería en buena lid un proceso contra una empresa que ha redimensionado exponencialmente la corrupción en esta parte del mundo. Y, aun en ese supuesto caso negado, como Jaime de Althaus dijo oportunamente, cabría una contrademanda contra el Estado brasileño por su probada complicidad política en los hechos.

Bien pensado, es en realidad lo que se debió hacer desde un principio.

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