Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.
MEDIA
COLUMNA
Crítica
de la democracia
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Qué es lo que esto significa.
Los peruanos están furiosos con
razón. La clase media llegó a incluir al 46 por ciento de la población e
incluye hoy al 34 por ciento. Más de tres y medio millones de peruanos han
recaido ya en la pobreza. Quienes alcanzaron con gran esfuerzo a comprar algo a
plazos pierden hoy su esfuerzo porque no pueden seguir pagando. La brutal desigualdad
de oportunidades y la pobreza han sido expuestas por la pandemia.
Por eso la pregunta no es ya si el
resultado de la votación expresa solo una crítica a la clase política -como ha
sido habitual por 30 años-, sino si esconde una pérdida de credibilidad de la
democracia como tal.
Esto no debería sorprender a nadie. Hace ya más de una década que lo advierte la mega encuesta Latinobarómetro en toda Sudamérica. Cifras alarmantemente bajas de apoyo a la democracia y sorprendentemente altas a favor de alguna forma de autoritarismo –de izquierda o de derecha- hablan por sí solas año tras año sin que nadie escuche.
Algún politólogo chino, incluso, argumenta
fluidamente en Ted Talks que la verdadera democracia no consiste en tener elecciones periódicamente, sino en una meritocracia en el ejercicio de la función pública organizada por el gobierno de partido único. Tal es la parálisis de silencio al respecto que, en Occidente, el debate ni siquiera adquiere estado público.
Si la democracia pierde piso en Sudamérica, sin
embargo, la defensa de la democracia actual en las elecciones es un discurso
político vacío e ineficaz. De nada sirve denunciar que el radicalismo de
izquierda esconde un proyecto autoritario y pretende quedarse en el poder si
eso es exactamente lo que los electores implícitamente expresan, aunque
no se atrevan a decirlo.
Afortunadamente, esa lectura es falsa.
Lo que hay, en realidad, es un monstruoso malentendido.
El pueblo ha sido llevado al límite
de la exasperación por la exclusión que la pandemia mostró por primera vez no
ya como un asunto de riqueza o pobreza, sino de vida o muerte. Qué clase de
farsa es esta, preguntan los peruanos.
Lo que el voto indignado esconde y los
pueblos de Sudamérica expresan hoy con el ausentismo o el voto antisistema desde
México hasta la Argentina, no es una crítica a la democracia como tal, sino un
hartazgo ya insoportable ante la parálisis de la democracia de baja gobernabilidad incapaz de resolver los problemas.
Pero la falacia política interesada toma
al todo por la parte.
Y así lo confiesa
estos días la izquierda que aspira al gobierno al no deslindar de la intención
de quedarse en el poder.
La opinión en MEDIA
COLUMNA representa exclusivamente a su autor. Usted puede reenviar y publicar
libre y gratuitamente cualquier MEDIA COLUMNA tomándola de este correo o de
jorgemorelli.blogspot.com