miércoles, 17 de octubre de 2018

ESTA NOCHE sábado 13 octubre 2018




ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.

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MEDIA COLUMNA
Tiempo de palomas

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Desde una de las orillas, el gobierno necesita comenzar de nuevo la construcción del puente hacia la otra.

Si el gobierno tiende el puente, la oposición lo va a aceptar. No por facilismo, sino porque el pueblo está harto de estos desmanes. Ambas orillas están cansadas de guerra. La hora de los halcones pasó. De nuevo es tiempo de palomas. 

Desde un orilla, el gobierno no necesita ya disolver el Congreso. No va a poder ser sometido por la oposición. Se ganó el respeto del pueblo y la legitimidad. Ahora debe gobernar.

Y tampoco el Congreso será avasallado ya por el Ejecutivo. En realidad, el gobierno no tiene materialmente cómo prevalecer mediante el cierre del Congreso. Por una razón práctica: no conduce a ningún sitio orque continúa abierta la Comisión Permanente que no puede ser disuelta, y en ella la oposición tiene todavía una mayoría más importante que en el Pleno. ¿Cuál es el objeto entonces de disolver el Congreso? ¿Un golpe de Estado para convocar a una Asamblea Constituyente? Esas son fantasías delirantes.

Desde la otra orilla, una segunda vacancia de la Presidencia tampoco conduce a ningún sitio. Ante todo, la oposición ya no tiene la fuerza para tumbar otro presidente de la República. La economía se pararía del todo. Los peruanos no soportarían semejante despropósito. Y sería intolerable volver a recorrer el callejón oscuro de la de la farsa de la “incapacidad moral”, que es lo que el Congreso quiera. Este despropósito jamás debió ser puesto en una Constitución moderna y aún aguarda  a  ser eliminado. Si este u otro mandatario tuviera en lo sucesivo situaciones de las que responder ante la Justicia, deberá hacerlo cuando su gobierno concluya. Eso es lo que la Constitución prevé. Es lo civilizado.    

Lo que va a pasar, entonces, es que las aguas se vana traquilizar y vamos a volver a la normalidad.

Desde luego, esa “normalidad” no es satisfactoria. Pero, por ahora, es lo que tenemos. En el contexto posterior a la batalla, la “normalidad “no puede ser otra que la de nuestra vieja democracia de baja gobernabilidad. La baja gobernabilidad que está ahora al alcance de la mano no es aún la del verdadero equlibrio de poderes, sino la que resulta del agotamiento luego de una batalla en lo que no ha habido sino perdedores.  

Lo que queda en claro de ella, sin embargo, es que el Congreso ha dado su brazo a torcer. Ya aceptó que debe renunciar al poder absoluto que ha retenido por décadas. El resto es un asunto de negociación.

La verdadera reforma del Congreso aun está por venir y será para alcanzar el equlibrio de poderes. Va a suceder. La bicameralidad es solo un medio para el fin, que es el equilibrio de poderes. Hay tiempo para negociar eso.

Lo que no hay es espacio para más conflicto. La opinión pública ya no lo tolera. Por lo mismo, pedir colaboración, diálogo, pactos escritos o verbales encima o debajo de la mesa entre ambas orillas, para lo que resta del quinquenio, es superfluo, innecesario. No hacen falta.

Al fin, sin vencedores  ni vencidos, es tiempo de aprender una lección. Karma, le dicen.  


REPORTE DE NOTICIAS
Las siguientes notas periodísticas de política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican
sólo como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.

sábado, 13 de octubre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 10 octubre 2018




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MEDIA COLUMNA
Quitarle el poder al Congreso II


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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La bicameralidad no es un fin en sí, es un medio para quitarle el poder al Congreso.

Los tontos pueden creer que Martín Vizcarra se contradice y mostrar sus dichos  como trofeos. Lo que dice es que el Congreso ha desnaturalizado el proyecto, que buscaba el equlibrio de poderes. No ha cambiado realmente de opinión sobre el fin, sino sobre el medio. Este es un asunto sobre el que no se cambia así nomás de parecer. Lo que  hace es visibilizar la criollada que intentaba el Congreso, que ahora queda al descubierto. Como dice Juan Sheput, quizá convenga retomar el instrumento una vez que el Congreso retroceda de la trampa que pretendió deslizar. Hay dos meses, hasta el 9 de diciembre, para esta batalla crucial.

El Congreso introdujo de contrabando en la bicameralidad una nueva forma de imponerse sobre el poder Ejecutivo. Eliminó la cuestión de confianza, un balance fundamental del equilibrio de poderes. Sin cuestión de confianza, el poder Ejecutivo queda definitivamente maniatado y sometido al Congreso.
 
Esta maniobra la ha ejecutado a espaldas del pueblo, sin confesarlo. El gobierno hace bien en denunciar que se ha desnaturalizado la propuesta, y se encuentra en su derecho de pedirle al pueblo que, tal como está la reforma, es preferible poner en evidencia la burla del Congreso a la buena fe de los peruanos. 

Eso no es todo. La criollada ha incluido la reelección oculta. Mediante un texto deliberadamente ambiguo, el Congreso ha pretendido impedir solo en apariencia la reelección parlamentaria mientras la restablecía por la puerta falsa al permitir que los diputados puedan reelegirse postulando al Senado. Esto puede o no ser aconsejable, eso es harina de otro costal. El engaño y la burla al pueblo es lo intolerable.  

La inexistencia de un verdadero equilibrio de poderes en el Perú es la causa de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Se halla en la raíz primera de todos los golpes de Estado de nuestra historia republicana. Esa es la obra cumbre del Congreso, el “primer poder del Estado” en el Perú.

La bicameralidad le quita el poder al Congreso. Y este se resíste a perderlo. Ha fingido aprobarla solo para introducir en ella una trampa que hoy queda en evidencia. La tomadura de pelo no pasará. Así hubiera que sacrificar hoy la ventana de oportunidad, la bicameralidad se abrirá paso mañana.

Porque el verdadero objetivo es quitarle el poder al Congreso. Y la batalla recién comienza.  

lunes, 8 de octubre de 2018

ESTA NOCHE sábado 6 octubre 2018




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MEDIA COLUMNA
¡Fujimori libertad!


Jorge Morelli
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Alberto Fujimori padece de fibrilación auricular paroxística, incompatible con la prision sin que peligre su vida. 

Cuantas veces lo examinen los médicos llegarán a la misma conclusión. Por eso su indulto fue humanitario.

Pero este es un caso que no se limita a un expediente administrativo. Este es tambien un hecho emblemático de la historia del Perú.   

Por años se me acercaron personas en plena calle a las que no conocía a decirme "yo no soy fujimorista, señor, pero no estoy de acuerdo con que el Chino esté encarcelado". 

Más de la mitad del Perú llegó a sentir de ese mismo modo.

Doce años estuvo preso por crímenes que no cometió, de resultas de un proceso que polítiźó la justicia.
 
Nueve meses estuvo en libertad, con su familia y sus amigos, respetando su compromiso con toda discreción y escribiendo  sus memorias en paz.

Hoy, nuevamente las personas han vuelto a acercárseme en la calle a decirme lo mismo que antes decían.

Hoy nuevamente volvemos a empezar, dicen ahora. Esta vez por su vida. No lo abandonaremos. Una vez más, ¡Fujimori libertad!



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ESTA NOCHE jueves 4 octubre 2018



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El cinturón que
circunda el globo  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Las Nuevas Rutas de la Seda -en recuerdo de la que por siglos unió a China con Europa, que Marco Polo conoció- es el plan global de China para el siglo XXI. Uno que abarca ya a 115 países de Eurasia, Africa, América Latina y Oceanía.

Su construcción solamente, según informa Reuters hoy, podría aumentar la demanda de cobre en 1.6 millones de toneladas anuales.

El cobre cerró el martes en 2.86 dólares la libra con un aumento de 0.56% en la Bolsa de Metales de Londres, luego de tres sesiones consecutivas de alzas. Pero el jueves el cobre se desplomó de nuevo a 2.78 dólares. El precio no tiene sostenibilidad en el mercado.

No la tiene porque nadie sabe si la demanda de China podrá continuar en el tiempo, si su economía no se frenará y con ello su demanda. Para nosotros y los chilenos, los dos primeros productores de cobre en el mundo, eso sería el desastre. Chile necesita, según confesión de su ministro, un cobre a tres dólares la libra para su equilibrio fiscal. Nosotros algo menos, pero no estamos lejos de eso. Y el precio que era de 3.30 dólares la libra hace seis meses, hoy es de 2.81 dólares. Con menos ingreso de impuestos del cobre y mayor gasto corriente, nuestro déficit fiscal lejos de disminuirn no deja de crecer. 

Pero las Rutas de la Seda de China -a las que China llama también el Camino y el Cinturón, aludiendo a la circunvalación del globo terráqueo- podría salvarnos.

Es una red de infraestructura global cuya edificación demandará enormes cantidades de cobre y otras materias primas. Una demanda que podría llegar a ser, según cálculos “conservadores” de la minera Billiton (BHP), de más de un millón y medio de toneladas del metal rojo, cada año.

Podría mover un tercio de la economía global. Es un plan digno de aquel con que Franklin D. Roosevelt sacó a EEUU de la Gran Depresión (para eterna admiración de John Maynard Keynes), pero esta vez de escala global. 

Segú BHP, citado por Reuters, más del 70% de esa enorme demanda correspondería a unos cien proyectos de energía, “que no suelen ser la mayor fuente de consumo de cobre”. Solo una “inversión inicial” que podría llevar aparejado luego un “gran impulso en la demanda de sectores intensivos de cobre, como los automóviles”, dice BHP. Está hablando de todos los automóviles eléctricos para el siglo XXI, se entiende.


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jueves, 4 de octubre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 3 octubre 2018




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MEDIA COLUMNA
Arbitro entre bárbaros


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Finalmente se removió el obstáculo principal y se abrió paso la bicameralidad. El equilibrio de poderes es ahora posible. Digo posible, no seguro. Porque ninguna institución política está a salvo del faccionalismo. Siempre es una cuestión de probabilidades. Solo se puede reducir el margen de error.

La pieza clave en la arquitectura de la nueva bicameralidad -si se aprueba el dictamen actual- es que el Senado será en adelante última instancia de las observaciones del poder Ejecutivo a las leyes que el Congreso le envía. 

Es decir, aprobada una ley esta es, como siempre, enviada al Ejecutivo. Si este no está de acuerdo con ella , la observa y la devuelve. En adelante, el Senado se pronunciará en última instancia sobre si el Congreso insiste en su ley o se allana a las observaciones del Ejecutivo. 

Esto crea por fin un poder de veto efectivo sobre las leyes, y la Constitución se lo da al Senado.

Hay dos importantes ventajas. Como última instancia, el Senado podrá ahora no solo detener una mala ley antes de que llegue serlo, sino matarla cuando ya casi lo es si el Ejecutivo la observa con buenas razones.

Si la decisión del Senado favorece al Ejecutivo y produce un enfrentamiento con la cámara de Diputados, la sangre no llegará al río. El conflicto no es entre dos poderes. Queda encapsulado dentro del Legislativo, donde debe estar, sin desestabilizar la nave de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Caso contrario, si llega a haber conflicto entre poderes, este es entre el Ejecutivo y el Senado, ya no entre el Ejecutivo y el Congreso entero.

La otra ventaja tiene que ver con el socorrido premio consuelo del Ejecutivo. ¿Cuál es este? La delegación de facultades. Las facultades para legislar delegadas por el Congreso son, en efecto, el premio consuelo para el Ejecutivo que carece de mayoría parlamentaria propia. El Congreso rara vez las niega al comienzo. Es el gato jugando con el ratón. Sabe que puede terminar el juego cuando quiera.

Como el Ejecutivo sabe también, sin embargo, que no tendrá otra oportunidad de darse el marco legal que cree necesario para gobernar, al recibir las facultades delegadas se siente autorizado a abusar de ellas y suele arrojar un vómito de decretos legislativos de vigencia inmediata que al Congreso le toma tiempo revisar uno por uno.

No obstante, si la sobreproducción legislativa del Congreso unicameral es masiva y compromete la seguridad jurídica, la vorágine de los decretos legislativos con facultades delegadas que cada gobierno emite es igual o peor. El premio consuelo de la delegación de facultades no es, pues, el camino institucional para enmendar la baja gobernabilidad de nuestra democracia. Es apenas una solución provisional, precaria. Lo han sabido todos los grandes presidentes del Perú.

Con estas limitaciones, entonces, ¿puede decirse que esta reforma política de hoy permitirá al Perú escapar de la mala trampa de la democracia de baja gobernabilidad? No basta para eso. Pero puede ser un salto importante. Ya veremos. En todo caso, es lo que hay.

La instauración del Senado como árbitro entre el Ejecutivo y la Cámara de Diputados puede ser una herramienta útil para evitar el conflicto de poderes y la parálisis del gobierno. Pero nunca dejará de ser una cuestión de probabilidades. Siempre existirá la posibilidad de que la oposición tenga mayoría en ambas cámaras -o que la tenga el gobierno- y que, en cualquiera de los dos casos, la miopía política conduzca a aprobar leyes contra toda advertencia. En tal caso, solo queda recordar que ni las mejores instituciones están hechas a prueba de bárbaros.


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martes, 2 de octubre de 2018

ESTA NOCHE sábado 29 setiembre 2018




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MEDIA COLUMNA
La era del falso valor


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Le atribuyen a la guerra comercial la causa de la caída de los precios de las materias primas, como el cobre, que golpea fuertemente al Perú. 

Sin embargo, la causa es más bien la política monetaria de la FED que alza las tasas de interés. La Fed busca un regreso imposible a una "normalidad" que ya no existe. 

Es más, al subir las tasas produce el alza el dólar con lo que obliga a Trump a ponerle más aranceles a China para compensar el alza de dólar. 

Las burbujas globales no han dejado de colapsar una tras otra, generando luego, en respuesta, masivas políticas de estímulo monetario a las que sigue a continuación una  "normalizacion" imposible. No importa qué tan rápido se haga, no puede alcanzar la velocidad que haría falta.

Las burbujas no se detendrán hasta que la moneda global -hoy el dólar- sea nuevamente anclada a un referente firme del valor, como el oro en el pasado. Es hora de resignarse a la evidencia y dejar atrás la decisión de Richard Nixon que en 1971 rompió los acuerdos vigentes desde 1946 en Bretton Woods, donde Keynes ancló el dólar al oro a una tasa fija que trajo 25 años de prosperidad al mundo.

La idea de que el valor económico es algo relativo, en cambio, solo ha traido consigo miseria: un crecimiento descontrolado de la economía virtual de las finanzas muy por encima del tamaño de la economía real. Y con esto llegó, como no podía ser de otro modo, el engaño masivo de la creación de dinero de la nada. Y la miseria de ir de colapso en colapso global desde hace 47 años.

Es posible que no se pueda sobrepasar un cierto equilibrio entre el valor de la economía real y el del mercado financiero -una “proporción áurea”, digamos, como se decía en el Renacimiento.

La flotación libre en el mercado del referente de todo valor económico, en cambio, es una idea diabólica que Goethe denuncia en el Fausto cuando hace a Mefistófeles engañar al rey, cuyas arcas están vacías, asegurádole que bien puede emitir todo el dinero que quiera con el respaldo del valor de todo el oro que yace bajo la tierra. 

Si EEUU no toma la decisión política crucial de volver a atar al dólar a algún referente firme del valor -que bien puede ser todavía el oro-, lo hará China con el yuan. 

Allí comenzará la guerra monetaria y no solo comercial. Y también el desplazamiento progresivo del dólar por el yuan como moneda global, tal como lo hizo el dólar con la libra inglesa hace exactamente cien años.


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miércoles, 26 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 26 setiembre 2018




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MEDIA COLUMNA
El autoengaño del que
el Congreso es cómplice (*)

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El compromiso del Gobierno, compartido por el Congreso, es volver a un déficit fiscal de 1% del PBI para el año 2021. Ese es el techo que se estableció inamoviblemente por ley desde los tiempos del gobierno fujimorista.   

Gracias a la acuciosa minuciosidad del ex ministro de Economía Jorge Baca Campodónico (EXPRESO 23-9-2018), sin embargo, sabemos ahora que el déficit fiscal será de 3.0 % del PBI este año y de 3.4 % en el 2019.

O sea, ya es tres veces más grande de lo que debería. La brecha es de 4 mil millones de dólares y sigue creciendo.

Es falso, entonces, que el déficit fiscal esté bajando. Por el contrario, no cesa de crecer. Esto se debe a que el gasto corriente -en remuneraciones- no deja de aumentar. Seis años atrás el gasto corriente representaba el 11.9% del PBI, hoy representa el 14%. En ese pozo sin fondo se hunden cada año 4 mil millones de dólares.  

El Estado peruano está técnicamente quebrado. Financia el gasrto corriente con deuda. Cinco años atrás, en 2013, los recursos provenientes de operaciones de crédito para financiar el Presupuesto representaban un 0.5% del PBI, hoy representan el 2.8% y en 2019 serán el 3.1%.

Y para mostrar una supuesta reducción del déficit, se esconde el gasto financiero -el pago de intereses de la deuda- como si no fuera gasto. Se ha comenzado a disimular la verdad, a maquillar las cifras. No se sincera la realidad.        

El propio viceministro de Economía reconoce que toda la esperanza del gobierno está puesta en el aumento del ingreso fiscal, porque no habrá “contención del gasto”. Son sus palabras. La prioridad del Gobierno es alcanzar un crecimiento de 4% de la economía a como dé lugar, sin reparar en la pérdida del equilibrio fiscal. ¿Cómo cree el Gobierno, pregunto, que se metió la Argentina en la trampa que hoy resulta  inmanejable y obliga al gobierno de Mauricio Macri a cerrar la mitad de los ministerios para bajar el gasto de cualquier manera?   

Y luego el Gobierno y el Congreso -que calla todo esto- fingen creer que se va a poder cerrar el forado aumentando el ingreso fiscal en lugar de reducir el gasto. Cualquier pretexto es bueno con tal de no reducir el gasto. Y muestran su patética desesperación por recaudar más sin tener en cuenta al contribuyente.

Ya es virtualmente imposible que el Gobierno pueda volver a un déficit de 1% para el 2021. El regreso al equilibrio fiscal es, pues, un autoengaño, una ficción de la que el Congreso es cómplice.

(*) Tomada del portal El MONTONERO


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