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MEDIA COLUMNA
La batalla final
es en el Perú
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
Hoy el eje La Habana-Caracas ve con desesperación que el petróleo no será ya en el siglo XXI la herramienta política que fue en el siglo XX.
La izquierda trató de usar el ambientalismo para sus fines, pero cayó en su propia trampa. La energía del siglo XXI vendrá de recursos renovables tan variados -el agua, el sol- que los Estados no podrán apropiárselos con exclusividad. No servirán como herramienta política.
Para el eje La Habana-Caracas es cuestión de superviviencia apropiarse entonces de los recursos naturales clave para el siglo XXI -el cobre, el litio, las tierras raras, para fabricar desde autos eléctricos y baterías hasta equipos digitales-, y el uranio, sí uranio, para fines militares.
Todo eso existe en el sur del Perú. Y también en los Andes de Chile, Bolivia y Argentina.
Los tres han sido precisamente los blancos de la reciente ofensiva política masiva del eje que ha triunfado por ahora en Buenos Aires y La Paz, donde tiene dos gobiernos aliados de La Habana y Caracas, y también en Santiago de Chile donde ha logrado vender la idea de que las fallas del modelo económico se van a reparar con el cambio constitucional.
El baluarte hoy es el Perú en las elecciones próximas.
Y el escenario sudamericano reciente ha empoderado en el Perú al castrochavismo y a su eterna tonta útil, la izquierda caviar.
Es
por eso que el Congreso dirigido por el Frente Amplio de Marco Arana ha encontrado
la oportunidad de desenterrar su rancia agenda política, sepultada hace 30 años,
y atacar sistemáticamente las bases de un crecimiento económico jamás visto en
la historia del Perú. Nunca se atrevió a tanto. En esta ventana de oportunidad trata
de destruir en meses todo lo cambios antes no pudo.
Habiendo
tomado el gobierno además del Congreso, el castrochavismo apunta ahora a hacerse
del poder en el Perú por el medio que sea, democrático o no, para controlar los
recursos naturales y acceder a la mesa de poder del poder global.
Ese
es el delirio fanático con el que en las elecciones nos veremos las caras.
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