domingo, 7 de marzo de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 7 marzo 2021 "Luz al final del largo túnel"

 

 

Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.

 

 

MEDIA COLUMNA

Luz al final del largo túnel

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

 


 

Los indiferentes, desencantados e indignados que componen la mitad del electorado peruano y no quieren votar, lo harán en blanco o viciarán su voto, porque no saben que existe un camino para salir de este pantano.

 

Es muy simple. El Perú tiene todos los recursos importantes que necesita la economía global del siglo XXI: cobre, litio, oro, tierras raras y agroindustria. Pero no puede sacarlos porque hay un enorme malentendido sobre la propiedad de la tierra y, consecuentemente, sobre cómo repartir equitativamente la renta de esos recursos.

 

Hay un millón de millones de dólares bloqueados bajo el suelo del Perú. Cuatro veces el tamaño actual de la economía. Años atrás la discrepancia era entre el Estado y las empresas extractivas. Hoy es entre las empresas y quienes ocupan las tierras y bloquean la salida de los recursos. Es un malentendido que el Estado es incapaz de resolver y que a su vez quiebra al propio Estado peruano. Su problema actual –el déficit fiscal que con la pandemia ha llegado al 9% del PBI y la deuda para financiarlo, que ahora alcanza al 37 % del PBI- es un espejismo, un falso problema. No alcanza ni a la mitad de la riqueza bloqueada bajo el suelo.

 

Poner esa riqueza en valor en el mercado global bajaría la deuda a la cuarta parte porque cuadruplicaría el PBI, y permitiría tener un presupuesto público cuatro veces mayor para pagar por la salud universal, revolucionar la educación pública y avanzar hacia una igualdad de oportunidades para los peruanos.  

 

Todo depende de que exista el respaldo de un papel creíble, que se pueda comprar y vender en el mercado global. Eso es el crédito: buena fe. Y el Perú tiene de sobra con qué respaldar esa buena fe.

 

De la brecha de la tierra hacen fortuna no pocos, sin embargo. Estos encomenderos del siglo XXI compran tierras a precio local, les consiguen un título y luego venden el título en la bolsa local. Basta para hacer millonarios a algunos.

 

Pero quienes contralan el suelo ya saben del abismo entre el precio local de la tierra y el precio global del recurso. Y el bloqueo se debe a que, en esas condiciones, no puede haber acuerdo sobre el valor de la tierra encima de los recursos. La empresa no sabe cuál es el precio, el poseedor tampoco, el Estado mucho menos. En ausencia de un punto de referencia compartido, solo queda una solución precaria: la venta que nunca termina.

 

La verdadera solución está en la libre oferta y demanda en un mercado de verdad. No en el remedo de mercado local, donde la tierra no vale nada mientras el recurso tiene un precio mil veces mayor en el mercado global. Esa es la brecha que hay que cerrar. Porque ese abismo genera el bloqueo. La solución es un precio de mercado global para la tierra o, lo que es lo mismo, un precio justo para la licencia social. Uno que sea aceptado por todos y permita sacar los recursos.

 


En el instante en que vean esto, los indiferentes, desencantados e indignados de hoy volverán a las urnas porque habrán visto luz al final de este largo túnel.

 

 

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viernes, 5 de marzo de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 3 marzo 2021 "La mayoría está ausente"


 

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La mayoría 

está ausente 

 

 

Jorge Morelli

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Vengo diciendo que la campaña electoral se ha polarizado. En un extremo, Lescano se ha radicalizado hacia la extrema izquierda desplazando a la monja Verónica. En la otra punta, López Aliaga se ha parapetado en la extrema derecha lanzando con catapulta gruesas frases incendiarias -como la relativa a la eutanasia-, destinadas a captar los votos más radicales de entre los “con mis hijos no te metas”. 


La campaña es divergente en la primera vuelta en dirección a los extremos y dejando al centro político fuera de juego por ahora. En la segunda vuelta será convergente: desde ambas orillas se lanzarán a la captura del centro. 

 

El centro político es lo que hay que mirar de cerca ahora. En todas las encuestas sin excepción, se compone ante todo de ausentismo: los que no votarán ya sea por la pandemia o por desencanto. A ellos se suman los que votarán por no comprender o ser indiferentes a lo que pasa. Allí están también los que viciarán con indignación su voto asqueados por la clase política. Todos ellos son formas distintas de ausencia. 

 

En las últimas elecciones parlamentarias todos ellos sumaron el 60 por ciento del universo total de los electores peruanos. Aunque sea difícil de creer, el hecho es que solo el 40 por ciento restante vótó marcando alguna alternativa en la cédula. Entonces igual que ahora, la atomización del Congreso es un hecho por adelantado.

 

En las encuestas publicadas hasta la fecha sobre las elecciones del 2021, es básicamente este mismo fenómeno el que se está presentando. En todos los sondeos -ya sea de la argolla institucional o de fuera de ella- la suma de los desencantados e indiferentes excede el 50 por ciento del electorado. Y las encuestas no miden a los ausentes.   

 

Es en esa suma total, entonces, donde se encuentra el centro poltico.

 

En efecto, la característica principal de la polarización que se está produciendo en la primera vuelta es que ocurre sobre todo en los sectores AB, lo que se refleja en las redes sociales. Los sectores CDE, en cambio, no se expresan en las redes, sino aun hoy en el Perú boca a boca y en decisiones de grupo de familia o de amigos. Y ellos no han tomado aun una decisión.

 

Los candidatos por los que tradicionalmente se inclinaban los sectores populares ya no convocan su lealtad de manera automática. Los grandes líderes de los partidos están ausentes o se hallan mal representados por reemplazantes de turno que en casos han desnaturalizado incluso su propio legado político.

 

Y, sin embargo, son los sectores populares -y no el polarizado y numéricamente irrelevante sector AB- quienes decidirán esta elección.

 

Igual que en el ajedrez, la conquista del centro del tablero es siempre el objetivo. 

    

 

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domingo, 28 de febrero de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 28 febrero 2021 "Volver a creer en la política"

 

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Volver a creer

en la política

 

Jorge Morelli

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Lescano ha salido del bolsón de los demagogos y se ha radicalizado. Lo que quiere es desplazar a Verónika del extremismo de izquierda radical para ocupar su lugar. Desde su punto de vista, la jugada es un acierto. Verónika ha decidido representar el papel de la monja en campaña, y Lescano puede tener éxito y pasar a la segunda vuelta.  

 

Lo mismo hace López Aliaga en el otro extremo del espectro político. Se radicaliza. Cada día dice algo más desafiante y se aleja del centro moderado. Agrede deliberadamente , hiere incluso con frases duras contra la eutanasia y la tolerancia en cuestiones de género.

 

Es el indicio de que la campaña se está polarizando. No podía ocurrir otra cosa con un sistema de partidos atomizado, como el que tenemos, que ni siquiera es un sistema. La segunda vuelta será una lucha por restaurar el centro político. Pero no la primera, en la que el centro ha desaparecido y parece una vieja pintura que ha perdido el color.

 

Lo que ocurre es que el centro no podrá ya ser restaurado. Se cae a pedazos. El centro necesita ser refundado, no restaurado. Y esto requiere pensar fuera de la caja. Necesita un marco nuevo donde se absuelvan la contradicción entre los extremismos. Hemos fatigado esas contradicciones. Ya no movilizan a nadie.

 

No son las convicciones ideológicas las que mueven los corazones. Son las emociones las que lo hacen. Y en un momento en que el pueblo peruano se halla abandonado a su suerte, desposeído y reducido a la condición de mendigo del siguiente bono del gobierno; cuando la solidaridad con el prójimo ha desaparecido y solo el gesto de empatía es eficaz para atravesar el muro de hielo del desaliento y la desmoralización de que hemos sido objeto, es hora de darse cuenta de que hemos caído en una trampa.

 

Esto no ocurre por casualidad. Obedece a un plan según confesara muchos años atrás un espía tránsfuga de inteligencia. El plan tiene cuatro fases: desmoralización es la primera. Desestabilización, la segunda. La tercera es la captura del poder. La cuarta es la “normalización”, la institucionalización de la mentira oficial.

 

La primera etapa es crucial. Puede tomar veinte años. Se halla completa cuando los habitantes de un país están ya convencidos irremediablemente de que su país es el peor engendro del planeta entero y que todo esfuerzo es inútil.

 

Este es el punto en que nos encontramos en el Perú. Hemos sido desmoralizados, cocinados a fuego lento imperceptiblemente. Esto se expresa en el lugar común de que la política es un asco del que hay que huir. Ya decía Platón, sin embargo, que el castigo para los que no se ocupan de la política es ser gobernados por los que sí lo hacen. No suelen ser los mejores.

 

Por eso la atomización, por eso la polarización del espectro político, por eso prospera el extremismo y se muere el centro político. Refundarlo es posible. Pero solo puede hacerlo quien tenga la herramienta correcta para pasar a la segunda vuelta, que es escuchar al pueblo y consultar siempre su opinión. Porque ese es su derecho.         

 

 

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jueves, 25 de febrero de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 24 febrero 2021. Lescano, propietario de recursos naturales


 

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Lescano, propietario de

los recursos naturales

 

 

Jorge Morelli

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Según cable de agencia, el candidato de Acción Pópular, Yohny Lescano, en conferencia el lunes con la prensa extranjera habría dicho que, de ser elegido presidente de la República el 11 de abril, buscaría “convertir al Estado en propietario final de los recursos en el país andino”.

 

¿Qué es lo que esto significa?

 

Lescano precisa que no emplea el término nacionalización o expropiación de los recursos. Pero argumenta que no es admisible que las empresas extranjeras que extraen los recursos se sientan “dueñas” del recurso final y lo vendan al precio que quieren.

 

Añade que un eventual gobierno suyo el Estado sería “el propietario del recurso final” y que con esa premisa conseguiría mejores precios.

 

Hay ambiguedad deliberada en esa expresión, pero lo que evidentemente esconde es que Lescano quiere que el Estado peruano sea el comercializador final de los recursos naturales. En otras palabras, obligaría a las empresas que extraen los recursos a vender forzosamente al Estado lo extraido.

 

De más está decir que la sola elección de Lescano el 11 de abril derrumbaría la producción de cobre del Perú, que es la boya a la que se aferra luego de naufragar en la pandemia mundial.

 

Esto debido a que la propuesta de Lescano, que obviamente se ha sacado de la manga sin pensarlo ni media vez, supone la violación de contratos firmados por el Estado peruano.

 

Con China, en primer lugar, que es el primer comprador de cobre del Perú.

 

El mismo cobre que, gracias a la demanda china, ha llegado a más de cuatro dólares la onza en el mercado global y se ha convertido en lo que mantiene a flote a la economía peruana.

 

A este triste remedo del obsoleto programa político de la izquierda es a lo que ha quedado reducido el noble legado de Fernando Belaunde Terry.

 

 

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domingo, 21 de febrero de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 21 febrero 2021. "El nuevo mal mayor"

  

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El nuevo “mal mayor”

 

 

Jorge Morelli

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Dos de las tres hermanas publicaron esta semana sus encuestas, como es usual arrojaron resultados similares. Lescano aparece en ambas en segundo lugar.

 

Es notorio que las dos encuestadoras hermanas hayan producido el mismo resultado. Y ciertamente es posible que estén reflejando no un burdo montaje sino la realidad de un giro en la opinión de izquierda en el Sur del Perú, que a estas alturas prefiere votar por Lescano antes que por Veronika.  

 

Hay, no obstante, una encuesta de control, que no es parte de la argolla de las tres hermanas. Las encuestas hermanas han sido sondeos telefónicos, la encuestadora “de control”, en cambio ha encuestado a la mitad de su muestra puerta a puerta. Publicada esta semana, en esta encuesta no aparece Lescano en el segundo lugar.

 

El congresista Lescano, uno de los mejores comunicadores de la clase política tradicional con el agregado del más descarado populismo en sus propuestas, parece el nuevo instrumento elegido para atemorizar al electorado para promover el antiizquierdismo.

 

Este truco para asustar a los electores amedrentándolos con la amenaza del comunismo funcionó bien en el 2016. Logró que el electorado votara por el “mal menor”, que en esa oportunidad fue PPK, para que Verónika no pasara a la segunda vuelta. El lector no habrá olvidado que esto en efecto ocurrió.

 

En el caso de hoy, agitar el antiizquierdismo es la estrategia que conviene a los despojos del poder vizcarrista.

 

Su objetivo siguiente va a ser promover el paso de Keiko Sofía Fujimori a la segunda vuelta. No para llevarla a ella al gobierno, desde luego, sino para agitar, ya en la segunda vuelta contra ella el espantajo del antifujimorismo. De este modo, como en el 2016, terminaría imponiéndose el “mal menor” de turno. Ese es el plan del vizcarrismo.

 


Para poner al “mal menor” en el gobierno, sin embargo, es indispensable que exista un “mal mayor”. Y Veronika, convertida hoy en una especie de monja, ya no asusta a nadie. No basta para despertar el anticomunismo. De allí la necesidad de Lescano como el nuevo “mal mayor”. Ese es el papel que los sobrevivientes del naufragio vizcarrista pretenden atribuirle. El mismo guión del 2016, casi con los mismos actores.  

 

Estamos avisados.    

 

   

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jueves, 18 de febrero de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 17 febrero 2021 "El minuto de Sagasti"



 

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El minuto de Sagasti

 

 

Jorge Morelli

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En conferencia de prensa desde Arequipa, Hernando de Soto ha propuesto lo que llama la Iniciativa Sagasti-De Soto. Consiste en su decisión de poner a disposición del gobierno actual, a partir de este mismo momento, sin condiciones ni ataduras, sus conexiones con jefes de Estado y organismos internacionales para presentar una ofensiva frontal contra la pandemia con un plan coherente.

Lo fundamental de la Iniciativa, sin embargo, es lo que primero interesa al pueblo peruano y es que esta no incluye ninguna forma de cuarentena, ni enclaustramiento, ni cierre de la actividad productiva.

 

Existen varios estudios especializados, uno de ellos de la Universidad de Stanford, que argumentan seriamente la ineficacia o la inutilidad del confinamiento. Es un reflejo, una reaccioón primaria de temor o, peor, un acto político carente de fundamento científico que nos ha colocado a la cola de todos los países en el manejo de la economía de pandemia y no ha impedido, sin embargo, que llegáramos al último lugar al mismo tiempo en el control del contagio.

 

Uno tras otro han caído gobiernos incapaces de hacer frente al desafío. Y hoy mismo el espectáculo grotesco del privilegio en la administración de la vacuna toca el fondo de la miseria moral en el gobierno.

 

Por eso Sagasti no tiene derecho de ignorar el ofrecimiento de De Soto. Debe escuchar el clamor del pueblo peruano duramente golpeado e inútilmente desmoralizado por sus propios gobernantes.

 

Ciertamente no se trata por parte de De Soto de un intento de aprovechar del gobierno para empujar su candidatura. Al contrario, es un baldón acercarse a un  gobierno que no tiene ningún poder. Si De Soto ofrece su colaboración y pone el nombre del Presidente por delante en la Iniciativa, no lo hace por el gobierno, que nada puede darle, lo hace a pesar del gobierno. Lo hace por el Perú.

 

Porque los peruanos necesitan salir a trabajar. No pueden seguir inactivos por más tiempo. Hace ya casi un año que la economía de un país entero está paralizada o frenada por darle gusto a una colección de pusilánimes incapaces de asumir la responsabilidad política de una decisión cuando es necesaria por dura y difícil que sea.   

 

Sagasti tiene la palabra. Todo hombre tiene un minuto decisivo bajo el sol. Más le vale no desoir el ofrecimiento que se le hace y que podría salvar de la vergüenza su paso por el gobierno. Un verdadero líder no tendría la pequeñez de rechazar la mano que le alcanzan para preferir un falso orgullo a lo que el pueblo necesita. Vamos, Sagasti. Este es el minuto en que hay que tener el valor de decidir.

 

 

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