martes, 28 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 27 mayo 2019




ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA 
El diálogo no basta


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Hace falta una nueva política pública para resolver de una vez para siempre el conflicto entre las comunidades y las empresas.

 

Se trata de un marco para hacer posible el libre contrato entre las comunidades y las empresas. Esa política de Estado debe rodear el libre contrato de cuatro garantías -agua, propiedad, participación y consulta-.

 

La primera garantía y la más importante es la puesta en valor de las tierras comunales con siembra de agua y de bosque. Esto, en dos millones de hectáreas de punas del Perú, permitiría poner en cinco años 10 mil millones de metros cúbicos de agua dentro de la Cordillera, un lago Titicaca entero. Esto hace posible recuperar el control del ciclo del agua de los Andes, aprender a controlar los huaicos y regular hídricamente los ríos que bajan al mar, de modo que no se desborden en verano ni se sequen en invierno. Esta idea fundamental y los cálculos que la respaldan son de quien redescubrió la técnica andina milenaria de la siembra de agua: Alberto Fujimori.

 

La segunda garantía es la titulación de la propiedad -o la posesión- de las tierras comunales y de la tenencia privada dentro de ellas. Es indispensable dar papeles a esos bienes para empoderar a las comunidades y que puedan negociar de igual a igual con las empresas mineras y energéticas con contratos modernos y libres.

 

La tercera garantía es la participación en la renta que produce la explotación de los recursos naturales bajo las tierras comunales. Esto no ocurre hoy, a pesar del mandato legal. El porcentaje del canon que la ley destina a las comunidades no llega hasta ellas. Se queda en el camino, en el gobierno regional o el local, o es pasto de la corrupción. La participación en la renta debe serle entregada directamente a las comunidades sin pasar por el Estado, en obras ejecutadas por ellas mismas con las empresas mineras. El gobierno de Alan García demostró con la ejecución por las empresas mineras de 2,500 millones de soles de la contribución voluntaria de la minería entre 2006 y 2011, que esta es una manera eficiente de invertir.      

 

Las comunidades son privadas, no son del Estado ni forman parte del Estado. Contratando directamente con las empresas, las comunidades deben aprender a trabajar con las empresas libremente y sin tutores. Las comunidades buscarán estudios jurídicos para esos contratos y asesorías técnicas para la inversión en agua y bosque.

 

La cuarta y última garantía es la consulta popular. Esta, según  el Convenio 169 de la OIT, se refiere únicamente a las tierras de pueblos originarios. Las comunidades no son todas pueblos originarios. La tarea de precisar cuáles lo son, a cargo del Ministerio de Cultura, no avanza o es un secreto de Estado.

 

Porque no existe una política pública, un tribunal del poder Judicial ha anulado una concesión en tierras de una comunidad nativa de Madre de Dios –que no se sabe si es o no pueblo originario- convirtiendo a la consulta previa no solo en universal para todas las comunidades, sino en retroactiva.

 

Pero Las Bambas es el caso emblemático. Porque no existe una política pública, el destino de la mina de cobre más grande del Perú, de la que depende la estabilidad fiscal, pende del hilo de un diálogo lleno de ambigüedades e imprecisiones.

 

Es indispensable esa política pública. El diálogo no basta.  

       


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domingo, 26 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 26 mayo 2019




ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA 
Tempestad en
un vaso de agua

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El conflicto actual entre el Ejecutivo y el Legislativo –que ha ocupado toda la semana- debería entablarse con mayor fuerza aun en el campo de batalla correcto, en torno al tema fundamental de la reforma, que es la bicameralidad y el equilibrio de poderes, y no el de la inmunidad parlamentaria, que es irrelevante para corregir las fallas de nuestra democracia de baja gobernabilidad.

Debería incluir también la eliminación de la vacancia por “incapacidad moral permanente”, que no está definida en ninguna parte de nuestra legislación, que consiste en lo que el Congreso quiera, que anula la inmunidad del presidente de la República prevista en la Constitución burlando las causales constitucionales de destitución, y es una espada de Damocles no solo sobre la cabeza del poder Ejecutivo sino sobre la gobernabilidad de nuestra democracia.

En la reunión de la semana anterior en Palacio, de los voceros de las bancadas con el Presidente, se tomó el acuerdo de que esos dos temas y otros de menor importancia -la inmunidad entre ellos- serían debatidos civilizadamente en la comisión de  Constitución. No se acordó que el gobierno se limitaría a acatar sin chistar lo que el Congreso decidiera por sí solo en estas materias. Sin embargo, la Comisión de  Constitución procedió de inmediato a archivar el proyecto relativo a la inmunidad  antes de que hubiera oportunidad de debatirla. Si se tratara de establecer quién desató la bronca entonces, la pregunta obligada es si no fue el Congreso acaso el que tiró la primera piedra. Esto causó, a su vez, la sobrerreacción -algo histriónica- del Presidente, desatando una espiral de violencia verbal que por momentos ha llegado a tocar las cumbres sublimes del ridículo.

Una semana entera perdida, dedicada a fatigar hasta la náusea la enésima acusación mutua de golpe de Estado, ya sea con cierre del Congreso o con vacancia de la Presidencia. Elija el lector lo que prefiera de este menú: ambos platos están podridos.

No queda sino comenzar de nuevo para reencaminar la reforma hacia la bicameralidad, indispensable hoy para frenar la sobreproducción legislativa del Congreso, que está fuera de control y atenta contra la seguridad jurídica. Y eliminar también la vacancia presidencial por “incapacidad moral permanente” que amenaza a la gobernabilidad democrática.

Con una mejor gobernabilidad –fruto de un mejor equilibrio de poderes con dos cámaras-, el transfuguismo se torna irrelevante. Con ello, la inmunidad parlamentaria deja de ser una herramienta de castigo político y recupera su lugar, secundario, en el orden de las cosas.      

Restablecida la inmunidad presidencial al eliminarse esa causal vergonzosa de vacancia, quién se opondrá a que la inmunidad parlamentaria también sobreviva a esta tempestad en un vaso de agua.


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viernes, 24 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 22 mayo 2019



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La decisión de la vida 
de Martín Vizcarra


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Martín Vizcarra ha vuelto a asegurar que no irá a la reelección el 2021.

Esta vez lo ha dicho a los portavoces de las bancadas del Congreso y ha ido más lejos: ha pedido que se ponga explícitamente en el paquete de leyes de la reforma política que la reelección en la Presidencia de la República no le está permitida al vicepresidente que asume el cargo, como es su caso.

A la clase política no le bastará la nueva aseveración presidencial para disipar la duda. La dejará pasar, en su ejercicio profesional usual del descreimiento. Pero debería pensarlo dos veces. Porque abstenerse de la reelección es lo que más le conviene no solo al país sino al futuro político de Vizcarra.

Si lo intentara, seguramente hallaría media docena de constitucionalistas que avalarían la interpretación auténtica que se lo permita. Nunca escasean los sofistas. Naturalmente, también habría otra media docena que diría lo contrario.

Si ganara la reelección bajo esas premisas esa ilegitimidad de origen haría la gobernabilidad –de por sí baja en nuestra democracia- del todo imposible durante el quinquenio. Al resignarse a no intentarlo incluso el que no quiera reconocerle vocación democrática tendrá que admitir que Vizcarra da muestras de sensatez política.

Pero la buena noticia es para el Perú. Porque la decisión política que hoy toma Vizcarra le deja las manos libres para dedicar los dos años que le quedan a las reformas que el Perú necesita. Las que hagan posibles la gobernabilidad democrática, la libertad de la economía y la igualdad de oportunidades.

Se plasman en cosas concretas: la revolución de la educación, una política pública para el libre contrato entre comunidades y minas y entre trabajadores y empleadores, y en la reforma política con bicameralidad para dar el salto desde nuestra democracia de baja gobernabilidad a una con equilibrio de poderes.

Libre de la presión de la demagogia al no tener que pensar en lo que convenga a una campaña política, Vizcarra está en posición de hacerle un inmenso servicio al Perú invirtiendo su capital poltico en la reforma. Si tiene éxito, el pueblo peruano tendrá con él una deuda de gratitud y esa será una cosecha que Vizcarra tendrá el legítimo derecho de recoger.

De lo contrario, en cambio, si usa los dos años que aún tiene por delante en sobrevivir sin liderazgo ni iniciativa, solo verá menguar tristemente lo que queda de su popularidad sin ningún propósito, como viene ocurriendo, hasta despedirse un día para nunca más volver.

Martín Vizcarra está ante la decisión política más importante de su vida.


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martes, 21 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 20 mayo 2019




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MEDIA COLUMNA 
Noticias que llegan del futuro


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El interés de China en el Perú es medular para llegar al Brasil, que es el mercado grande. En el mediano plazo, llegará desde Paita a Yurimaguas por carretera y por el Amazonas hasta Manaos, el centro industrial del norte de Brasil. También llegará al Brasil, según Martín Vizcarra y Evo Morales, por el sur en tren desde Ilo y Bolivia, a través del Mato Grosso, hasta Sao Paulo.

China decide entonces invertir tres mil millones de dólares en un punto intermedio entre Paita e Ilo: el megapuerto de Chancay con sus 17 metros de calado. Solo allí pueden acoderar buques triple E, de medio kilómetro de largo y 20 mil contenedores por viaje. Chancay será el centro de distribución por cabotaje no solo a Paita e Ilo, sino a Guayaquil y Colombia por el norte y a Mejillones en Chile por el sur.

Hace muy poco, el presidente chileno, Sebastián Piñera, fue el representante más destacado de Sudamérica en el segundo foro mundial de la Ruta de la Seda en Pekín. Firmó con China una vía férrea distinta, que no pasará por Bolivia, desde Sao Paulo hasta el megapuerto de Luksic en Mejillones-Antofagasta en el Pacífico. También para un cable submarino desde Valparaíso al Asia que hará de Santago el centro de las comunicaciones y las finanzas de la costa del Pacífico. Chile tiene además, como el Perú y Bolivia, cobre y litio para la producción de baterías y autos eléctricos que exportar a los mercados de Sao Paulo y Buenos Aires.

La posición de Chancay es estratégica respecto del norte y sur de Sudamérica no por el mercado peruano, que es relativamente limitado, sino por la producción minera del centro, que saldrá en lo sucesivo directamente a Chancay y a China. Por allí llegarán también los equipos y productos chinos al centro, a Lima y al norte y sur chicos, para la eventual producción masiva de equipos de comunicaciones de Huawei en Chancay u otros espacios cercanos, para ser distribuidos luego a todos los mercados de América del Sur.  

El puerto de Chancay estará operativo para el Bicentenario en dos años o dos años y medio. El desarrollo de su área industrial tomará quizá año y medio adicional. Son cuatro años. Este horizonte abre un corto plazo en que los miles de contenedores que no irán al cabotaje se moverán en camiones desde Chancay hacia grandes almacenes en el área de la conexión de la Panamericana Norte con la Carretera Central y la Panamericana Sur, para su distribución posterior en redes locales y regionales.

De allí la urgencia crucial de una vía férrea que conecte a Chancay con el Ferrocarril Central, ya sea el tren de cercanías o directamente -a la Refinería de Zinc de Cajamarquilla en Huachipa son solo 106 kilómetros con una inversión aproximada de 130 millones de dólares-. Por allí pasará en lo sucesivo la mayor parte del PBI del Perú. Son las noticias que vienen del futuro.


viernes, 17 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 15 mayo 2019



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MEDIA COLUMNA
Cómo acabar con las burbujas 
de la economía global


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Una sentencia de Hernando de Soto, citada muchas veces en esta columna, explica que el problema de la economía del siglo XXI son los papeles sin bienes en los países desarrollados y los bienes sin papeles en el resto del mundo.

Las consecuencias son, de un lado, el colapso recurrente de burbujas globales y, de otro, economías emergentes atrapadas en el pantano del ingreso medio.

La formidable sentencia de De Soto trae implícita la solución del problema: ambas carencias se resuelven al mismo tiempo si se consigue dotar de papeles a los bienes de países emergentes y colocar luego esos papeles en los mercados financieros globales. Dos pájaros de un tiro. Son las dos caras de la misma moneda.

De hecho, De Soto trabaja ya con tecnología digital llamada blockchain (cadena de bloques) en extender a los poseedores de tierra de todo el planeta títulos virtuales transables en los mercados de capitales. Se trata de un mercado virtual de alcance global donde no hace falta un título de propiedad porque la confianza la pone el libre contrato entre las partes ante esta especie de notario de intimidades que es el registro virtual donde, por lo tanto, no hace falta la intervención del Estado. De ningún Estado: es el siglo XXI.

¿Usted piensa que esto es una utopía imposible? Piénselo dos veces.

Cuando Xi Jinping anuncia la creación de la Ruta de la Seda, el gran cinturón chino de infraestructuras alrededor del globo para el siglo XXI, pone en valor lugares que, hasta que China se interesó en ellos, no tenían relevancia global alguna y, por lo tanto, ningún valor en el mapa de los recursos económicos mundiales.

Es el caso del puerto de Chancay, emblemático desde hoy para el Perú. China ha anunciado en colaboración con sus socios peruanos de la empresa minera Volcan una inversión de tres mil millones de dólares en la construcción de un megapuerto en Chancay, el de mayor calado -17 metros- de la costa de Sudamérica, que podrá recibir buques Triple E –de medio kilómetro de largo y 20 mil contenedores.

Súbitamente, por el milagro del capital –como diría De Soto-, nuestro viejo, humilde y soñoliento puerto de Chancay, con su muelle, su playa y su castillo, que no tenía ni aspiraba a tener esa clase de valor económico antes de que China lo inscribiera en la Ruta de la Seda, por el solo acto de ser hoy un eslabón de la cadena de la infraestructura global del siglo XXI, adquiere de pronto, exponencialmente, un protagonismo económico mundial.

Chancay será un megapuerto que bien podría pensar mañana en emitir papeles –bonos o acciones- transables en la bolsa de Nueva York en los que pueden interesarse grandes fondos de pensiones mundiales que necesitan invertir en proyectos seguros y de mediano plazo. ¿Imposible? Hace pocos días el FMI dijo oficialmente que apoyaría la construcción de la Ruta de la Seda y, en ese mismo momento, un gran fondo de pensiones europeo anunció su interés en invertir en la nueva infraestructura global que la sola decisión política de China ha puesto en valor.

Otras actividades en cientos de lugares del tercer mundo seguirán pronto por este mismo camino y los bienes emergentes colocarán poco a poco cada vez más papeles en los mercados de capitales desarrollados. Reunidas ambas mitades, la economía global por fin quedará saneada. 

Para nosotros, millones de hectáreas de punas altoandinas con siembra de agua y de bosque tendrán entonces un nuevo valor real y virtual. Nuestros propios fondos previsionales, que necesitan crecer invirtiendo en activos seguros de mediano plazo, pueden ser la vanguardia que abra el camino.

Es enorme el peso de la decisión política en la creación del valor económico. Es lo que hacen los grandes estadistas. Lo hemos sabido siempre.         



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martes, 14 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA lunes 13 mayo 2019



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Demolición de los héroes 

Jorge Morelli
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Los últimos héroes del siglo XIX americano fueron hombres como Vanderbilt en los trenes, Rockefeller en el petróleo, Carnegie en el acero, JP Morgan en la electricidad o Henry Ford en el automóvil. Fueron capitanes de la industria que construyeron Estados Unidos. Hoy, en la era de la posmodernidad y la realidad virtual, nos hemos dedicado a la demolición de los héroes.  No hay sitio para ellos en un mundo lleno de desencanto y suspicacia. 

No obstante, a veces la marea de descreimiento parece ceder derrotada por la resurrección de los héroes, los del pasado, donde es difícil distinguir entre el hombre y el mito. Basta revisar el menú de Netflix, donde todos los pueblos de la Tierra están contando su historia. Allí están renaciendo los emperadores romanos, y también los vikingos y sajones de la alta Edad Media; los gobernantes mongoles de la China de Marco Polo; los Papas y banqueros del Renacimiento y el Terror de Savonarola en la Florencia de los Medici; también los clanes escoceses del siglo XVIII; los fantasmas de Versalles de Luis XIV y el trágico final de esa era en el Terror de la guillotina; los constructores del Imperio Británico alrededor del globo; y los zares de Trotsky, Lenin y los bolcheviques de la revolución rusa. Todos bajo una mirada crítica, pero bondadosa.

No hace falta recurrir a la ficción. La realidad es mil veces más fantástica. Hay en efecto un caso en que la resurrección del héroe ocurre en la realidad de hoy. Viene del mundo musulmán, del Islam, y es la historia del héroe fundador del Imperio Otomano, que llegó a ser el más grande del mundo y duró más de 600 años desde el siglo XIII hasta la Primera Guerra Mundial. Es la saga del gran Ertugrul, origen de la dinastía de los otomanos, enemigos del Imperio Español de Carlos V en el siglo XVI y del Imperio Británico en el XX.

Lo que sucede ahí, sin embargo, es la refundación posmoderna de la identidad de la vieja Turquía, occidentalizada por Ataturk, aliada de la OTAN, y amiga de Rusia desde siempre y hoy. 

Solo que en esta narrativa no hay matices en el héroe, ni en sus múltiples antagonistas (entre quienes destaca el general mongol Noyan y su chaman Uduvilge). Son héroes o villanos full time, aun si hay espacio para migrar entre esos extremos y para la conversión sincera. El carisma de esta producción de televisión ha tenido al pueblo turco fascinado a lo largo de sus más de 200 capítulos.

Es la construcción de la realidad. Algo que Occidente no ha visto en décadas, educado como se halla en el claroscuro de la contradicción moral del héroe para reflejar la “realidad” histórica de una manera descarnada y brutal, lo que ha traido consigo la demolición de los héroes.

La producción turca está tomando el mercado sudamericano. La cuestión es que los héroes parecen indispensables para las sociedades emergentes. En el video en las redes de una manifestación política reciente en Estambul en respaldo del atribulado presidente Erdogan, ante miles de personas con banderas turcas y el presidente y su esposa en primera fila, aparecen en el estrado los héroes de la narrativa televisiva de Ertugrul vestidos de uniforme de batalla. No son los actores, son sus personajes los que están físicamente allí, y el pueblo aplaude agradecido.

Es el mundo de hoy, donde la frontera entre la realidad y la ficción ya no se sabe exactamente dónde se halla y a nadie le importa. Ya sea que se trate de una grosera manipulación o de un recurso legítimo, lamentarse está demás.  El hecho es que en el mundo musulmán los héroes están en plena resurrección. Y quizá en Occidente también.


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lunes, 13 de mayo de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 12 mayo 2019



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¿Sabe Vizcarra lo que hace?

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com

En la mesa de juego mundial se sientan las potencias globales a apostar por los recursos naturales del planeta que cada uno necesita para sí en el siglo XXI. En esa mesa hoy, el cobre, el litio y el oro son más importantes que en el pasado. Los autos eléctricos del siglo XXI requieren el doble de cobre, y sus baterías serán de litio. Y los bancos centrales del planeta están comprando oro físico en cantidades crecientes como reserva de valor. Es el refugio ante el eventual colapso de una burbuja global.

El Perú tiene los tres recursos en el Sur –oro, cobre, litio-, ya sea al pie o dentro de los Andes. Los tienen también Chile y Bolivia, y su explotación necesita agua y energía. La pugna por la influencia geopolítica y el control estratégico en toda el área es algo con lo que vamos a tener que vivir. Esta es la premisa.

El presidente Martín Vizcarra dijo el viernes en Puno que estudia cómo abastecer de gas al Sur del Perú trayéndolo de Bolivia por gasoducto. La República lo puso en primera plana: “A Evo ya le planteé traer gas de Bolivia”. Fue hace dos años. Hoy existe un proyecto para abastecer siete regiones del Sur con ese gas. Hay una licitación en marcha y dos postores. Uno es la empresa estatal de gas de Bolivia. Al pronunciarse el Presidente, ¿no influencia en favor de Bolivia la decisión de la buena pro del proyecto Siete Regiones del Sur?

Este no es solo un proyecto comercial, es un proyecto geopolítico. El último plan para exportar el castrismo a América del Sur funcionó a través de la corrupción del empresariado y la clase política de nuestros países por la corrupta izquierda brasileña y su financiamiento de campañas. Ahora que pierde el control del petróleo de Venezuela, ¿vamos a ser tan ciegos de no ver que el objetivo es el control político del Sur del Perú para echar mano de sus recursos estratégicos?

¿Y qué mejor modo que hacer del Sur una región dependiente de energía alimentada por un gas cuyo abastecimiento puede ser interrumpido a voluntad? En el siglo XIX el Perú estuvo a punto de ser desmembrado para federar a Bolivia con el Estado Sur-Peruano. Ejemplos recientes de este tipo de acción geopolítica estratégica existen hoy mismo en el abastecimiento de gas a Europa a través de los ductos que atreviesan Ucrania.

Pero el Presidente Vizcarra cree ingenuamente por lo visto que se trata aquí solo de un contrato comercial de gas barato para el Sur, de la mano de su amigo, el presidente de Bolivia. Está siendo engañado. Naturalmente el gobernador regional de Puno, aliado político y admirador de Evo Morales, aplaude la iniciativa. ¿No ve el Presidente la enorme influencia personal de Evo sobre Aduviri? ¿Cree el Presidente que la izquierda no puede volver al poder en el Brasil (y en la Argentina)? ¿Y la energía del Sur va a depender de un gas que puede cortarse a voluntad desde fuera del Perú? ¿Va a entregar el presidente Vizcarra a Evo Morales y sus aliados políticos la llave de la energía del Sur del Perú y el control estratégico de sus recursos naturales para el siglo XXI?  


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