domingo, 8 de noviembre de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 8 noviembre 2020 "Hedor y dientes"


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MEDIA COLUMNA

Hedor y dientes

 

Jorge Morelli

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@jorgemorelli1

 


Si la producción mediática de las elecciones americanas comenzó glamorosamente el martes y todo era sonrisas frescas, para la madrugada del viernes todos hedian y se mostraban los dientes.

 

Donald Trump hizo tres acusaciones muy serias. La  primera: que las administraciones demócratas en los estados en controversia impidieron a los observadores republicanos cumplir su función. Si es cierto, no es difícil de probar con videos. La segunda, que al menos en un estado la administración electoral amplió arbitrariamente el plazo para admitir votos más allá de la fecha de la elección, como mandaba la ley electoral estadual. Si es correcto, esto también es fácil de probar.

La tercera acusación es la más grave. Y es que ha habido fraude en el voto por correo. Esta acusación tampoco es difícil de probar. Si se ha contabilizado votos por correo de personas inexistentes, tendría que haberse modificado fraudulentamente el padrón electoral también. Bastaría mostrar que un número significativo de personas que se hallan en el padrón y votaron en la elección no existen en realidad. 

Trump debe mostrar esas pruebas si existen, pero no estaba obligado a probar las acusaciones en la fecha en que las hacía. Estaba haciendo una acusación muy grave y aun debe tener un plazo para sustentarlas. Es necesario investigar las pruebas que presente.

Por eso es parcializada políticamente y moralmente deshonesta la actitud de los medios –CNN, la primera cadena global en particular- que acusaron apresuradamente a Trump de hacer acusaciones sin pruebas en lugar de pedir que se investigue las acusaciones que para determinar si existen pruebas. Porque en eso consiste el debido proceso. Y la democracia es debido proceso.

 

Y es parcializada políticamente y moralmente deshonesta con mayor razón la decisión de otros medios de comunicación que sacaron del aire de plano a Trump argumentando que mentía. El juicio moral pertenece a la esfera de la conciencia. Cómo puede un medio arrogarse el derecho de determinar qué es verdad y qué no lo es. Decía Voltaire: “estoy en desacuerdo con tu opinión, pero daría la vida por defender tu derecho a expresarla”. Eso es tolerancia. Eso es periodismo.

 

La polarización de las elecciones de EEUU ha llegado por primera vez a niveles sudamericanos a los que nosotros estamos acostumbrados, pero no el pueblo norteamericano. Ningún medio de comunicación en Sudamérica –salvo los del chavismo venezolano-, sin embargo, se habrían atrevido a sacar del aire a nadie y menos a un presidente con el argumento de que miente. Por necesidad hemos aprendido a ser tolerantes.

La polarización va a teñir en adelante todo el gobierno de Biden. Me temo que de ella no hay regreso.

 

 

 

             

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miércoles, 4 de noviembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 4 noviembre 2020 "En el Sur se jueha el destino"


  

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En el Sur del Perú se juega

el destino de Sudamérica

 


Jorge Morelli

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@jorgemorelli1

 


 

La tercera globalización, la de Estados Unidos -las dos primeras fueron la del Imperio español en el XVI y la del Británico en el XIX-, acaba de perder dos batallas épicas en Sudamérica: la de Bolivia, donde Evo vuelve al poder, y la de Chile, donde la violencia y la pugna feroz por la nueva constitución van a espantar la inversión de esa tierra que por décadas fue su emblema.

 

En efecto, el eje del Foro de Sao Paulo comprende ahora a Santiago, Buenos Aires y La Paz además de a Caracas, La Habana y México.

 

Y los comicios de ayer en Estados Unidos tampoco son ajenos a esta nueva normalidad. Las elecciones norteamericanas se han sudamericanizado, como nunca antes. La caviarada demócrata apuesta ahora a Joe Biden para llegar al poder por la puerta trasera. Y los americanos lo sabens: videos en las redes muestran las calles de Washington y sus grandes tiendas tapiadas con maderas, vacías de toda mercancía en previsión de violencia y saqueos en las elecciones. Las mismas escenas que en Santiago, en La Paz, en Quito, en Bogotá antes de la pandemia.

 

Los comicios de Estados Unidos ayer y las cuatro elecciones sudamericanas restantes -las de Ecuador en febrero del 2021 y las del Perú en abril; las de Colombia en mayo de 2022 y las de Brasil en octubre del mismo año- decidirán el destino del hemisferio en la segunda década del siglo XXI. Bolsonaro es favorito en el Brasil del 2022. Pero esas cierran el circuito. Antes, el resultado de las elecciones en el el Ecuador, en el Perú y en Colombia es impredecible. Depende en parte de lo que ocurra fuera, especialmente en Caracas y La Habana. Y un segundo gobierno de Donald Trump probablemente determinaría el fin del castrismo en ambos países.

 

Y depende también del efecto contagio regional. En nuestro caso, ¿cuál va ser el impacto del retorno al poder de Evo Morales en Bolivia sobre el electorado del Sur del Perú, que probablemente decidirá el resultado de las elecciones en el Perú?

 

Dos díscolos gobernadores regionales, los de Arequipa y Puno, están públicamente vinculados a Evo, y sus intereses políticos se materializaron en el proyecto Siete Regiones, que pondría el control de la energía del Sur del Perú –con gas boliviano- en manos de Evo. Es decir, le abriría al Foro de Sao Paulo el acceso a los recursos naturales del Sur del Perú –el cobre, el litio, el agua- que decidirán las guerras globales comerciales, monetarias y de las telecomuncaciones del siglo XXI.

 

En el Bicentenario de la República el destino de Sudamérica volverá a decidirse en el Sur del Perú.

 

Es un lugar común en la clase política peruana la idea de que quien tiene presencia importante en el Sur y controlaría sus votos es nada menos que Antauro Humala. Si esta fuera una realidad política, independientemente de lo que fuera deseable tal vez importe conocer lo siguiente. Pregunté en una ocasión a Jorge Paredes Terry, en larga conversación, cuál es exactamente la naturaleza de la relación de Antauro con los dos gobernadores regionales antes referidos. Su respuesta fue que ninguna. Ante mi escepticismo, agregó que ambos personajes son incondicionales de Evo, mientras Antauro, en cambio, con toda su intemperancia, es un militar peruano y un nacionalista y jamás se prestaría al “bolivianazo” de Evo y el Foro de Sao Paulo y sus cómplices de Caracas y La Habana.

 

Tal vez esta sea una respuesta para quienes se preguntan quién es Paredes Terry, pero no le hacen las preguntas correctas.

   

             

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viernes, 30 de octubre de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 30 octubre 2020 "Creerse el sueco"

  

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Creerse el sueco

 

Jorge Morelli

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El operativo de inteligencia que ha llevado a Chile al suicidio es muy simple. Hay que conocerlo para detener el que está en marcha en el Perú.

 

Todo está perfectamente descrito en el artículo de  Axel Kaiser publicado en Economía de EXPRESO (sábado 30 de octubre). Consistió en hacer que los chilenos se creyeran con todos los derechos de los suecos sin los deberes respectivos. Se trató de un operativo mental de inteligencia sistemáticamente ejecutado a lo largo de 20 años –esos son los plazos de los operativos para capturar el poder-. Un mega psicosocial solía llamarse antes, pero no de un día o una semana como entonces, sino una incepción –así se llama hoy- de largo plazo y a escala masiva.

 

Consiste en la sustracción planificada y sistemáticamente ejecutada del paradigma de la sociedad respecto de su identidad, su pasado, presente y futuro, y su sustitución clandestina por otro, destinado a incubar progresivamente la siguiente secuencia: desencanto, escepticismo, depresión, sorda ira, violencia y, finalmente, la captura de un poder que cae por sí solo.   

 

Ni siquiera es una novedad. Este fue el plan alternativo de Gramsci al de Trotsky y Lenin para la captura del poder. Recomiendo al respecto mirar cuidadosamente el video en las redes de una entrevista hecha hace más de 60 años a un oficial de inteligencia soviético quien ya entonces denunciaba una por una las etapas de este proceso de 20 años. La novedad es la escala masiva en versión siglo XXI en las redes sociales globales.

 

Eso lo que viene haciendo en el Perú la izquierda caviar en sus dos versiones, la de los tontos útiles y la de quienes saben perfectamente lo que está pasando y quiénes lo están fabricando. Financiado desde fuera, alimentado desde dentro por información fake distorsionada, un país es sistemáticamente conducido primero a creer que ha alcanzado ya la condición de primer mundo con una economía y sociedad desarrolladas: la Tierra Prometida que ofrece el crecimiento del PBI. Luego viene la caída en la realidad. Ese país –la nueva generación especialmente- no conoce el pasado reciente y no se compara con la situación de pobreza que padeció pocas décadas atrás. Se compara con naciones que hace muchas décadas desarrollaron lenta y concientemente mecanismos para una real igualdad de oportunidades, una verdadera libertad de la economía y una auténtica gobernabilidad democrática.

 

Cuando los chilenos olvidaron quiénes hemos sido todos en esta parte del mundo y comenzaron a compararse con los suecos, como dice Kaiser; cuando fueron sistemática y perversamente inducidos a creerse los suecos de Sudamérica, sumieron progresivamente a un país entero en la depresión al comprobar diaria, dolorosa, fácticamente que eso era una mentira. Y la depresión incubó la ira.

 

Un país renacido de las cenizas y orgulloso de sí mismo, en cambio, como lo fue el Perú cuando derrotó al terrorismo senderista y emerretista y firmó la paz con Ecuador y con Chile, no es una sociedad que pueda ser arrastrada al suicidio. Pero sí lo es una que es llevada diariamente a la convicción de que nos hemos convertido en la vergüenza y en los perdedores de la Tierra.

 

Eso es no es más que un espejismo mental. Solo levantemos la mirada más lejos hacia el pasado y el futuro, y el enemigo jamás podrá inducirnos a creer que ya hemos perdido. 

 

 

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jueves, 29 de octubre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 28 octubre 2020 "La izquierda caviar es reaccionaria"


  

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La izquierda caviar

es reaccionaria

 

 

Jorge Morelli

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El fantasma de la derecha flota sobre la campaña. Es un virus, una enfermedad contagiosa, una lepra bíblica. Que no deba ser así es lo de menos, es estéril discutir con un lugar común. De modo que los candidatos tienen que tomar distancia de la derecha.  

 

Esa confusión semántica esconde lo que en verdad importa: qué es ser reaccionario.  

 

No es reaccionaria la izquierda radical, ni siquiera la anti minera. No puede serlo porque está indisolublemente ligada a los intereses reales del pueblo enraizado en la tierra y en las minas, arraigado en la aspiración a la propiedad, que esa izquierda no puede desconocer ni traicionar. Consecuentemente, ha hecho suya hoy la idea de la propiedad y propone que el poseedor del suelo sea dueño también del subsuelo.  

 

Desde luego, es libre de presentar una reforma constitucional en ese sentido. Pero no será fácil. Desde Roma, no ha existido Estado alguno dispuesto a renunciar a la propiedad del subsuelo. Estados Unidos es una solitaria excepción, y siempre sujeta a limitaciones. Esa salida puede ser políticamente inviable hoy, pero no es reaccionaria.  

 

La izquierda caviar, en cambio, depende del Estado, trabaja para el Estado, gana un sueldo del Estado y su estrategia electoral es un pobre truco: generar empleos en el Estado para conseguir esos votos. Se llama clientelismo. Es profundamente reaccionario.  

 

La izquierda caviar no responde a ningún interés real en la economía, sino exclusivamente a una pura idea política. Por lo mismo, propone iniciativas desconectadas de la realidad. Deduce sus propuestas desde la ideología, de arriba hacia abajo. No las construye por inducción de abajo hacia arriba a partir de la experiencia.  

 

Este es su limite. Nunca irá más allá de eso. La izquierda caviar, a diferencia de la radical, jamás podrá proponer la propiedad del subsuelo. Ni  siquiera del suelo. Necesita que el Estado los controle.  

 

Nunca escapará de la obsesión del monopolio de la gestión de los recursos por la empresa estatal. Cuando ha tenido que ceder, al cabo de poco vuelve a lo mismo. Por ejemplo, proponer que los fondos de pensiones pasen de las AFP a una entidad estatal que concesiona su gestión es reaccionario. Los fondos de pensiones son de propiedad de los pensionistas del Perú. No son del Estado.    

  

Y es reaccionario, por lo mismo, el monopolio del Estado de la gestión de los recursos naturales. Mientras la izquierda radical toma distancia de eso al demandar la propiedad privada de los recursos para las comunidades, la izquierda caviar no puede hacerlo. Tiene que mantener los recursos en manos del Estado para luego capturar el Estado. Ese es su plan, al que vuelve una  otra vez sin aprender. La izquierda caviar no puede avanzar, solo volver atrás. Es reaccionaria.    

 

Lo verdaderamente revolucionario, en cambio, no es la propiedad privada del subsuelo,que es de todos los peruanos y no solo de unos pocos. Lo revolucionario es la propiedad privada del suelo. Pero –y he aquí la diferencia- dotado de papeles que se compren y vendan en las bolsas globales. Solo así su valor subirá y bajará junto con el de los recursos debajo. Es lo que una parte de la izquierda recién ha comenzado a comprender.     

 

 

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viernes, 23 de octubre de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 23 octubre 2020 "Donde nace la ira"


  

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Donde nace la ira

 

 

Jorge Morelli

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El domingo Evo Morales ha vuelto al poder. Las elecciones de Bolivia la semana pasada, y las del Perú, Chile y Ecuador el próximo año son las grandes batallas políticas del momento.

 

Muchos creen que el populismo es el factor primordial, porque las recientes clases medias latinoamericanas se hallan expuestas hoy por la pandemia a la recaída en la pobreza, y ven en esto el caldo de cultivo de la amenaza populista.

 

Pero pienso que lo decisivo en Bolivia sigue siendo el factor indígena, que aun pesa masivamente en el electorado. Es el caso también de las regiones andinas de Ecuador y del sur del Perú, y en Chile el de las minoritarias regiones mapuches del extremo sur del continente. La identidad étnica no es solo un factor cuantitativo, sino uno cualitativo, que vuelve a pesar hoy en la balanza política latinoamericana. 

 

Hace medio siglo ya desde que se desbordó la migración masiva de los pueblos a las ciudades en todo el continente como en todo el planeta. La migración ha cambiado la geografía política en todas partes.

 

Paralelamente comenzó también una deserción masiva del segmento educado de las sociedades que abandonó al Estado a su suerte en todas partes.

 

Esta deserción abarcó progresivamente la magistratura de la administración de justicia, la seguridad ciudadana, el magisterio de la educación pública, la atención de la salud. Los jóvenes más educados prefirieron las empresas modernas. Y, para defenderse del Estado arcaico, se atrincheraron en el oligopolio privado: de la energía, de las finanzas, del comercio, de las telecomunicaciones, de los medios. En las economías pequeñas el oligopolio parece un hecbo natural.

 

Una tecnocracia mediana nacida en el Estado pasaría desde entonces a copar la función pública en las economías y las sociedades latinoamericanas. Con una educación técnica mediocre y una fuerte carga de reivindicación social y política (introducidas luego de contrabando en el derecho),el Estado se fue convirtiendo poco a poco en un instrumento de lucha política, de confrontación y retaliación contra el ámbito privado. Y la segmentación de lo privado y lo público fue adquiriendo un perfil social estratificado, étnicamente identificado, que albergó con el tiempo un mal disimulado racismo y se convirtió en el neo-etnicismo que hoy gana las elecciones en Bolivia a la tecnocracia de Carlos Mesa, cada vez más aislada.

 

Sin liderazgo, carente hasta de una narrativa convincente de inclusión, la inercia ha ido produciendo la actual dinámica social latinoamericana. Y la pandemia ha venido a llover sobre mojado. Este el volcán del que emanan el desencanto y la ira contestataria en todas partes.

 

En las elecciones de los otros tres países andinos el próximo año se miden las fuerzas centrífugas de la confrontación política y la división étnica, contra las fuerzas centrípetas de la inclusión económica en el mercado y la ciudadanía en la nación.

 

En su Bicentenario, el Perú tendrá que recordar que es mucho más antiguo que la República.

 

 

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miércoles, 21 de octubre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 21 octubre 2020 "Mes de brujas"

 

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Mes de brujas

 

 

Jorge Morelli

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Dos acontecimientos esta semana provocan un giro de 180 grados en el escenario político peruano.

 

La victoria de Evo Morales en Bolivia y el recrudecimiento de la violencia en Chile –hay dos iglesias incendiadas y más de 500 detenidos- van a poner en aprietos a la izquierda local.  A primera vista parece lo contrario, pero no es así. El electorado peruano no es de izquierda hoy en su mayoría. Es una reciente clase media amenazada de recaer en la pobreza por la crisis de la pandemia. Lo que explicablemente quiere es proteger su patrimonio en peligro, renegociar su deuda con el banco, ver luz al final del túnel. Lo que no quiere es caos urbano como en Santiago  o un nueva recaída en la demagogia de izquierda como en Bolivia.

 

En suma, las candidaturas de extrema izquierda en las próximas elecciones de abril –las de Arana y Verónika, que además van separadas- no se van a beneficiar en nada de una recaída latinoamericana en el grotesco escenario anterior a la pandemia. Sus cómplices del eje La Habana, Caracas, Foro de Sao Paulo, La Paz, Buenos Aires son este fin de mes unos monstruos de mes de brujas.   

 

El segundo acontecimiento fantasmal es la reaparición del zombie de la vacancia de la Presidencia por “incapacidad moral permanente”. He sido y soy enemigo de esa barbarie que debe ser derogada porque es el símbolo del desequilbrio de poderes que amenaza a nuestra democracia. Incluso en el caso de Vizcarra que, como PPK, tenía que ser procesado, de ser el caso, ni un día antes del final de su gobierno. Veremos si esta vez el Congreso tiene los dos tercios de los votos que necesita. La moción, no obstante, será admitida y el Congreso volverá a debatir la manoseada herramienta una vez más hasta la náusea.

 


Examinemos brevemente entonces el escenario político del día siguiente de la segunda vacancia de este malhadado quinquenio.

 

Primero, las candidaturas afines al oficialismo se quedarán sin piso. El gobierno ha promovido de manera activa lo que en otro tiempo fue una estrategia astuta y hoy ya es práctica adocenada: poner varios caballos en el partidor para que cada uno aporte su cuota al Congreso. Los candidatos afines podrían no ser menos de cuatro: Julio Guzmán, Urresti, Salaverry, Cateriano. Tal vez sean cinco si Forsyth, el joven ex alcalde de La Victoria, sigue aun bajo el encanto de ese embrujo del que, sin embargo, ya toma distancia. De darse la vacancia, sin embargo, todos ellos tendrán que correr por su cuenta y bailar con su pañuelo, porque el gobierno provisional entrante de Acción Popular ciertamente no les prestará apoyo ninguno.

 

Tampoco podrá prestárselo siquiera a su propio pupilo en la carrera. El otro Paniagua del segundo gobierno “de transición” de Acción Popular se enfrenta hoy a una candidatura dividida internamente porque el vampiro del populismo ha clavado los colmillos en el cuello de la vieja dama de Paseo Colón. Marcado al milímetro, vigilado por video 24/7, el gobierno provisional de Merino no tendrá margen de acción para favorecer a nadie en la carrera. Ya tendrá bastante trabajo con conseguir siquiera un gabinete.

 

Los candidatos restantes, finalmente –demasiados para enumerarlos aquí-, resultarán involuntariamente beneficiados por la zancadilla que la vacancia desde el interior y la izquierda desde el exterior ponen a media docena de sus adversarios, que rodarán en tropel por la pista de carrera.      

 

 

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