domingo, 22 de julio de 2018

ESTA NOCHE sábado 21 julio 2018


ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
La deuda del fujimorismo


Jorge Morelli
@jorgemorelli1 
jorgemorelli.blogspot.com


No me cansaré de repetirlo. El Consejo Nacional de la Magistratura no debe ser reformado, debe desaparecer.  

Lourdes Flores, Francisco Tudela y Pedro Olaechea han planteado correctamente el debate al haber comprendido la verdadera naturaleza  del problema y la dimensión exacta de su solución.  

El problema es que la autonomía del desdichado organismo excluye a los otros poderes del Estado del nombramiento de los jueces y fiscales supremos. Y con ello destruye el equlibrio de poderes. Lo destruye porque el equlibrio de poderes se basa en que cada poder del Estado  tenga cierta entrada en los otros dos.

La independencia y autonomía de los poderes no basta. Así, el balance entre el Legislativo y el Ejecutivo supone, por ejemplo, que el Congreso puede vacar la Presidencia, censurar ministros e insistir en las leyes observadas por el Ejecutivo. Y el Ejecutivo puede a cambio disolver constitucionalmente el Congreso.

Igualmente, el balance entre el poder Judicial y el Legislativo radica, en una mano, en  el control constitucional de las leyes y, en la otra, en que el Congreso nombra al Tribunal Constitucional. 

Pero el poder Ejecutivo en el Perú, a diferencia de todas las demás democracias de América, no cumple función alguna en el nombramiento de los jueces y fiscales supremos. Esas funciones le fueron despojadas para entregarlas a un organismo corporativo ajeno a los poderes, un organismo autónomo “elegido” a su vez por “representantes” de colegios profesionales y universidades públicas y privadas: el Consejo Nacional de la Magistratura. Fue creado para acabar con la corrupción y terminó como hoy sabemos.

Por una década he tratado sin éxito de hacer ver por todos los medios a Fuerza Popular especialmente, que corregir este despropósito es parte de la deuda de institucionalidad que tiene el fujimorismo con el Perú. 

Hacía flata, sin embargo, el milagro de una mayoría parlamentaria absoluta. Cuando el Perú se la dio al fujimorismo, Fuerza Popular pudo llevar a cabo esta reforma. Tuvo los medios y la oportunidad irrepetible de adelantarse a impedir una crisis de gobernabilidad que de todos modos llegaría. 

Hoy, en medio de la crisis que no supo prevenir, se adueña del protagonismo de la reforma anunciando que la hará el Congreso con los insumos que le alcance el gobierno con su comisión y su nuevo ministro.   

Hoy, en plena crisis, sin entender aun y sin saber qué hacer, solo atina a que todo cambie lo menos posible.


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