domingo, 9 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE sábado 8 setiembre 2018



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MEDIA COLUMNA
Lo urgente y
lo más urgente


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Es urgente la reforma del Congreso, no solo la del poder Judicial. Alegar que la reforma de ambos poderes del Estado es menos urgente que otras urgencias revela que el Congreso no está dispuesto a tomar la decisión política. 

El Congreso no sospecha aun la relación causal que existe entre la parálisis de las obras y su negativa a reformarse. Dice que lo urgente es destrabar las obras. 

Si los proyectos están paralizados en todo el país es porque no hay gobernabilidad. Las poblaciones toman carreteras y paralizan los grandes proyectos mineros o energéticos amedrentando a los medios y la opinión pública con el apocalipsis ambiental. Y el gobierno se paraliza ante esto, porque no sabe cómo lidiar con este problema. Un juez pude detener una inversión de miles de millones de dólares. Y el gobierno tiene las manos atadas. No puede hacer uso de la fuerza pública, so pena de caer ante la censura del Congreso. Tampoco puede destrabar con mesas de diálogo que no son respaldadas por el poder Judicial. No hay gobernabilidad.

La nuestra es una democracia de baja gobernabilidad porque no hay equilibrio de poderes. El Legislativo -el primer poder del Estado, como dice el partido mayoritario del Congreso- ha neutralizado al poder Ejecutivo. Y el poder Judicial terminó por convertirse en el árbitro entre ambos. Y la corrupción lo devoró. La masiva judicialización de la política es la prueba.

Pensándolo mejor, el Congreso reculó luego a la trinchera de que la reforma del Legislativo es necesaria, pero menos urgente que la del poder Judicial. Esto demuestra que no dará paso a su propia reforma. Por años dijo que la reforma judicial le correspondía autónomamente al poder Judicial. Ahora está dispuesto a reformarlo para disimular que no dará paso a su propia reforma. Está dispuesto a vender el alma al diablo. A cambiar lo que sea para no cambiar él mismo.

Reformar el Congreso es indispensable para restablecer el equilibrio de poderes, el único camino para escapar de la democracia de baja gobernablidad. Para eso es la bicameralidad. No es un fin en sí misma. Es un medio para reformar al Congreso. No hay necesidad de disolverlo.

El Congreso sabe o intuye visceralmente, sin embargo, que la reforma le quitará el poder. Por eso la escamotea. Pero la reforma llegará.


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