jueves, 22 de abril de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 21 abril 2021 "La receta del chavismo"

 

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MEDIA COLUMNA

La receta del chavismo

 

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

 






 

La receta del chavismo tendría, primero, que convocar mañosamente a un plebiscito -al que se le llamará referéndum para que parezca constitucional-. Segundo, el plebiscito preguntará si el pueblo está de acuerdo con que una asamblea constituyente apruebe una nueva constitución. Solo luego convocaría a elecciones para una asamblea constituyente que, instalada, declarará que el Congreso es un poder constituido subordinado al poder constituyente. La asamblea coexistirá por un tiempo con el Congreso hasta que esté terminado el proyecto constitucional. Aprobado este por la asamblea, el congreso sería disuelto. Este es el circo puesto en escena en su oportunidad en Venezuela, en Nicaragua, en Bolivia.

 

El quid del asunto está en el Tribunal Constitucional. Para matar el engendro en la madriguera, la convocatoria a referéndum para reformar la Constitución debe ser objeto de una demanda de inconstitucionalidad ante el TC. Basta un 25% del número legal de congresistas. La Constitución establece al respecto que “Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con mayoría absoluta del número legal de sus miembros y ratificada mediante referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de congresistas” (art. 206).

 

Como se ve, no existe reforma constitucional por referéndum.

 

Pero en los hechos la batalla está atada a otra anterior: la composición del Tribunal Constitucional. De allí que la reactivación del procedimiento pendiente para nombrar  seis de los siete miembros del TC sea en este momento el hecho político medular.

 

Los miembros del TC son elegidos por el Congreso con dos tercios de los votos del número legal de miembros. Y la izquierda no tiene los dos tercios de los votos que hacen falta para nombrar hoy a los que votarán mañana sobre la constitucionalidad de su referéndum.

 

Así, no es solo que la receta del chavismo es incompatible con la Constitución y se halla fuera de la democracia y el Estado de Derecho, sino que es materialmente inviable con un TC que no esté subordinado a esa receta.  

 

Y la izquierda ya lo sospecha.

 

 

 

La receta del chavismo tendría, primero, que convocar mañosamente a un plebiscito -al que se le llamará referéndum para que parezca constitucional-. Segundo, el plebiscito preguntará si el pueblo está de acuerdo con que una asamblea constituyente apruebe una nueva constitución. Solo luego convocaría a elecciones para una asamblea constituyente que, instalada, declarará que el Congreso es un poder constituido subordinado al poder constituyente. La asamblea coexistirá por un tiempo con el Congreso hasta que esté terminado el proyecto constitucional. Aprobado este por la asamblea, el congreso sería disuelto. Este es el circo puesto en escena en su oportunidad en Venezuela, en Nicaragua, en Bolivia.

 

El quid del asunto está en el Tribunal Constitucional. Para matar el engendro en la madriguera, la convocatoria a referéndum para reformar la Constitución debe ser objeto de una demanda de inconstitucionalidad ante el TC. Basta un 25% del número legal de congresistas. La Constitución establece al respecto que “Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con mayoría absoluta del número legal de sus miembros y ratificada mediante referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de congresistas” (art. 206).

 

Como se ve, no existe reforma constitucional por referéndum.

 

Pero en los hechos la batalla está atada a otra anterior: la composición del Tribunal Constitucional. De allí que la reactivación del procedimiento pendiente para nombrar  seis de los siete miembros del TC sea en este momento el hecho político medular.

 

Los miembros del TC son elegidos por el Congreso con dos tercios de los votos del número legal de miembros. Y la izquierda no tiene los dos tercios de los votos que hacen falta para nombrar hoy a los que votarán mañana sobre la constitucionalidad de su referéndum.

 

Así, no es solo que la receta del chavismo es incompatible con la Constitución y se halla fuera de la democracia y el Estado de Derecho, sino que es materialmente inviable con un TC que no esté subordinado a esa receta.  

 

Y la izquierda ya lo sospecha.

  



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