domingo, 8 de agosto de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 8 agosto 2021 "Primero quienes tienen sus raíces en la tierra"

 
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MEDIA COLUMNA

Primero quienes tienen

sus raíces en la tierra

 


Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1


 

 

Primero, el gobierno afirma, a través del ministro de Energía y Minas, que el Perú requiere un modelo para la minería que no solo genere ingresos al fisco, sino también beneficios a la población, que cuide el ambiente y respete la cultura local. Esto es indiscutible y debió hacerse hace mucho tiempo –lo hemos dicho por 20 años- por iniciativa privada de las propias empresas mineras orientadas a la siembra y cosecha de bosque y de agua en las comunidades de las zonas de influencia de las minas.

 

Eso comenzó en 1999 y fue suspendido por Toledo por razones puramente políticas.

 

Retomado luego el 2006 con el llamado “aporte voluntario” de 500 millones anuales deducibles del impuesto a la renta de la empresas, asombrosamente, 2,500 millones de soles en cinco años fueron ejecutados en un cien por ciento con la intervención directa de las empresas en la ejecución de obras para las comunidades mediante convenios de gestión en los que las empresas fueron un dedo en las costillas de los gobiernos regionales o locales. El experimento fue cancelado por Humala para centralizar los fondos en el Fisco nuevamente. De nuevo el Estado antes que las comunidades.

 

En segundo lugar, el gobierno afirma hoy por medio de su ministro de Economía, que pondría a las empresas mineras un impuesto a la “sobreganancia” por los altos precios de los metales. En la pandemia esto es equitativo. El cobre ha pasado de cuatro dólares la onza en el mercado global, gracias a la demanda de China.

 

Tercero -y esto proviene del propio presidente en su mensaje de 28- no se trataría solo de un impuesto por una única vez, sino de establecer una relación permanente entre los precios internacionales y los ingresos fiscales. Esto supone compartir el riesgo. Bueno para el Fisco cuando los precios internacionales suben, pero cuando caen, ¿va a compartir el Estado el riesgo? Lo que no puede pretender es aplicar la estabilidad tributaria cuando los precios bajan y desconocerla cuando suben. Podría pensarse en que el Estado comparta el riesgo dentro de un rango, donde el ingreso fiscal baja con el precio hasta un cierto piso y sube con él hasta un  techo. Esto tendría que ser negociado.

 

Pero compartir el riesgo supone modificar el régímen constitucional de los contratos-ley de estabilidad tributaria. Y, según confesó el presidente en su mensaje, esta es una de las razones –no la única- por las que quiere un cambio constitucional.

 

No obstante, en cuarto lugar, parece que el gobierno podría pretender ir más allá. Hablemos claro: apuntaría a obligar a las empresas a renegociar las concesiones mismas de recursos naturales, retirándolas a algunas americanas o europeas para otorgárselas a otras rusas o chinas. Esto no puede imponerlo el gobierno, menos aun retroactivamente, salvo en violación de los contratos-ley constitucionales vigentes. Hacerlo generaría juicios masivos al Perú. Y no es algo negociable con las empresas.

 

En quinto lugar, aun en esa hipótesis, el gobierno no habría hecho sino pensar en sí mismo, en su propia conveniencia -fiscal o política- y no en las comunidades andinas o amazónicas en cuyo nombre justifica, sin embargo, sus actos.

 

Hoy por hoy, lo que las comunidades andinas quieren es la propiedad de los recursos naturales bajo sus tierras. Es algo que este gobierno no les dará. Ni siquiera en su utopía más extrema. Ya que ¿pará qué gobernar un Estado que no controla recursos naturales?

 

Esta es, por eso, una invocación al gobierno actual a poner a las comunidades en el centro de sus intereses. Y, ya que no va a traspasarles la propiedad del subsuelo, debería dar a los comuneros peruanos la propiedad real –no informal, imperfecta y ficticia- del suelo, y poner sus tierras en valor en el mercado global.

 

A su vez, eso multiplicaría exponencialmente el valor de todos los activos peruanos en el exterior –incluidos los recursos naturales-, permitiría al Perú negociar soberanamente o de igual a igual con empresas y gobiernos extranjeros, y reportaría al Fisco peruano más ingresos de lo que jamás soñó. Pero debe mirar primero el interés de quienes tienen raíces en la tierra.

 

 

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