sábado, 8 de octubre de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 5 octubre 2022 "Mala suerte de la izquierda"


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MEDIA COLUMNA  

Mala suerte de la izquierda

 

Jorge Morelli 

jorgemorelli.blogspot.com  

@jorgemorelli1  

 

 

Esta extraña época en que la izquierda ha llegado al gobierno, pero no al poder, en casi toda América Latina tiene fecha de caducidad.

 

La razón de ser de su llegada no tiene que ver con sus méritos políticos, sino con el fracaso de Macri en Argentina, de Piñera en Chile, de Kuczynski en el Perú, de Duque en Colombia y, eventualmente, de Bolsonaro en Brasil.

 

Esos fracasos se deben, ante todo, a que ninguno tenía, en realidad, nada que proponer. Si tuvieron en mente la idea de relanzar la reforma liberal, no supieron potenciarla mediante una regulación eficaz para responder al clima político de insatisfacción con las “fallas de mercado” y los ajustes que el modelo económico necesitaba. No supieron rediseñar la reforma, como hacía falta.

 

Esa regulación del mercado pudo y debió ser público-privada, recoger la queja del hombre de a pie para asegurar la igualdad ante la ley y defender los derechos de los ciudadanos ante el atropello cotidiano no solo del Estado sino de las empresa privadas. Nada de eso ocurrió en la escala necesaria.  

 

Lo peor, sin embargo, es que, aun si hubieran tenido una propuesta clara a ese respecto, probablemente no la habrían podido llevar a cabo. Sencillamente, ninguno de nuestros países tiene la gobernabilidad necesaria para esa clase de reforma si carece de mayoría parlamentaria cuando inevitablemente pierde la legitimidad de entrada que le dieron las urnas. Las nuestras son democracias de baja gobernabilidad. Su diseño constitucional no permite gobernar si no se tiene esa mayoría cuando el apoyo popular se desvanece.

 

Bolívar lo sabía bien: si se quiere una república -dijo en Angostura- hay que darle al ejecutivo el poder suficiente para equilibrar el inmenso peso del Congreso, que representa al pueblo.

 

Esta grave falla en la arquitectura del sistema de gobierno condena a todos los partidos políicos a fracasar uno tras otro en el gobierno. Así, la izquierda aprovechó el descontento moral y emocional para llegar, pero fracasa igualmente en el gobierno hoy. Tampoco tiene una propuesta, es incapaz de reinventarla. El suyo sigue siendo un discurso populista rancio que sus líderes siguen blandiendo cínicamente ante el pueblo sin creérselo ni ellos mismos.

 

Pero la conclusión principal es que tanto la izquierda como la derecha fracasan en el gobierno en America Latina porque no se puede gobernar con unas reglas constitucionales mal diseñadas sin equilibrio de poderes. En el Perú, han fracasado todos sin excepción en los últimos 20 años. Si Fujimori tuvo éxito en el gobierno es precisamente porque cambió radicalmente esas malas reglas. La tragedia es que para hacer frente al terrorismo y la hiperinflación tuviera que interrumpir la democracia por ocho meses, desde el 5 de abril hasta diciembre de 1992, cuando se instaló el CCD. Fujimori y el Perú han pagado y siguen pagando injustamente por esos hechos. Y aun así no ha sido suficiente para impedir que el país recayera hasta hoy en el conflicto de poderes permanente. 

 

¿Qué tiene de extraño, entonces, que el pueblo descarte uno tras otro a partidos políticos a los que desprecia por su incompetencia y corrupción, y gire en busca del líder carismático en quien depositar su confianza? ¿En qué puede sorprender que lo haga no de una manera racional e informada sino por adhesión a circunstancias adjetivas, como el género, la edad, el color de la piel o el lugar de origen? 

 

Seguirán fracasando partidos y políticos carismáticos mientras no se cambien las reglas. Por eso la izquierda ha llegado hoy al gobierno en América Latina, pero no ha llegado al poder. La inflación será la causa de su fracaso. Letal, porque no se puede convivir con ella y no se la puede abatir sin gobernabilidad. Es lo que le ha tocado en suerte. Mala suerte.

 

 

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