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domingo, 23 de enero de 2022

MEDIA COLUMNA domingo 23 enero 2022 "Castillo no debe eludir la decisión"



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MEDIA COLUMNA

Castillo no debe

eludir la decisión  

 

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

 El Congreso aprobó el 16 de diciembre la ley que retifica lo que la Constitución dice: que las reformas constitucionales son aprobadas por el Legislativo antes de ser sometidas a referéndum. La ley no era indispensable, pero ha puesto en claro que la Constitución no aloja la fantasía del oficialismo de convocar a una constituyente recogiendo firmas para imponer su voluntad al país.

El Jurado Nacional de Elecciones se pronunció acto seguido declarando que la convocatoria a un referéndum para una constituyente es inconstitucional. Según la Constitución el Jurado es la última autoridad inapelable en materia electoral. Y esta es materia electoral por excelencia. El Jurado, entonces, no convalidará las firmas que el oficialismo disidente recoge por las calles.

Pese a lo anterior, obstinadamente, el 13 de enero el presidente observó la ley aprobada por el Congreso con el agumento falaz de que la ley supuestamente crea un “tránsito obligatorio” por el Congreso para toda reforma constitucional. Ese “tránsito obligatorio”, sin embargo, lo establece la propia Constitución, no la ley.

Como si no enfrentara ya dificultades descomunales, con este acto el gobierno se echa encima la mayor de todas: ante los peruanos y la comunidad internacional revela que persiste tenazmente contra la corriente en el afán de convocar inconstitucionalmente a un referéndum para una constituyente. Es difícil entender su empecinamiento, como no sea que ve desaparecer la última ocasión de imponer su dictadura de partido único.

Naturalmente, el 21 de enero el Congreso votó por insistir en la ley aprobada el 16 de diciembre. Como el gobierno no la promulgará, el Congreso lo hará. Esas son las reglas constitucionales. 

En plena necedad, sin embargo, el gobierno anuncia ahora que presentará contra la ley una demanda ante el Tribunal Constitucional.

Si el TC le diera la razón, habrá una batalla de dinosaurios entre dos organismos constitucionales -el TC y el JNE, que ya se pronunció en contra-. Y continuará el conflicto de poderes que está desgarrando al Perú. Si el TC con buen criterio resolviera lo contrario, le ahorrará al Perú el drama de una dictadura de partido único.

Hasta aquí el parte de último minuto de está batalla en la que el Perú decidirá su historia.

El presidente Castillo ha precisado en entrevista reciente por primera vez su posición de manera clara. Es la vieja receta atribuida a Manuel Prado: “hay dos clases de problemas, los que no tienen solución y los que se resuelven solos”. Todo indica que Castillo ha optado por dejar que el problema se resuelva solo. En su debilidad ante el partido que lo llevó al gobierno, ha decidido no decidir.

Esto puede parecer un movimiento astuto en su lenta pugna desgastante con el partido. Pero ese ciertamente no es el mejor interés del Perú ni, egoístamente, el de su propio gobierno siquiera. La inversión privada no volverá mientras siga existiendo el peligro de una constituyente sobre la democracia peruana. Y eso condena al gobierno irremediablemente al fracaso.

Hay indicios de que el TC no declarará la inconstitucionalidad de la ley, ya sea porque no lo es, porque no querrá medirse con el JNE, o porque sencillamente no alcanzan los votos.

Para evitarle al Péru la pérdida de un tiempo crucial, y a su gobierno una agonía penosa con la constituyente, el presidente Castillo necesita anticiparse y anunciar pública y expresamente que su gobierno renuncia irrevocablemente a esa malhadada constituyente.

Eludir, en cambio, la responsabilidad de una decisión política fundamental como esta nunca es buena idea.

 

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