Mostrando entradas con la etiqueta "Cosecha lo que sembraste". No hemos licitado la reconstrucción. Hemos licitado la licitación. Es la mayor humillación y la mejor lección que la República del Perú recibe en su bicentenario.. Mostrar todas las entradas
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miércoles, 24 de junio de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 24 junio 2020



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MEDIA COLUMNA                                              
Cosecha lo
que sembraste


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Pasa casi inadvertida en la lista de las obras que ejecutará el Reino Unido para la reconstrucción “con cambios” la más importante de todas ellas. Se trata de las obras para el manejo de 17 ríos y cinco quebradas de la Costa del Perú.

Siete de esos ríos, los más grandes -los de Tumbes, Piura, La Leche, Virú, Motupe, Huarmey y el propio Rímac en Lima-, para marzo del 2021 tendrán un avance del 30% en defensas ribereñas.

Esas obras permitirán el drenaje de siete ciudades de la Costa y evitarán -para siempre esta vez- las inundaciones que hemos visto tanto que ya los casos se confunden en la memoria.

Lo más importante, sin embargo, no es eso. Es que esas obras involucran la reforestación de las partes altas de las siete cuencas y el represamiento del agua, que debe tener, según el contrato con el Reino Unido, un avance de 66% para marzo de 2022. El compromiso de cumplimiento del plazo es la piedra de toque del éxito de los contratos.

Por esto, el empleo del exitoso modelo de los Panamericanos en la reconstrucción del norte era una cuestión de sentido común. Y es una garantía entonces que sea el Reino Unido el que haya ganado los concursos para la realización de ambas obras.

Para conseguirlo, sin embargo, no hemos licitado las obras. Hemos tenido que licitar las licitaciones mismas, para eliminar en este caso el factor destructivo de la corrupción que nos carcome en medio de la pandemia misma. Esta es la mayor humillación y la mejor lección que la República del Perú recibe en su bicentenario.

El propio primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, nos ha recordado cuán antigua es esa vinculación. Data de la construcción del Ferrocarril Central, una obra portentosa de ingeniería del siglo XIX que hasta hoy, con sus inmensos puentes aun firmes en pie, sigue siendo la arteria principal de la economía del centro del Perú, por donde llegan a los puertos los minerales que exportamos y que sostienen la parte mayor del presupuesto del Estado en pleno siglo XXI.

Los más importante entonces es el manejo del agua de las lluvias en las cuencas altas. Esta tiene que penetrar en el suelo. Para eso son los bosques que la reforestación debe devolvernso. Es eso lo que permitirá que los ríos que bajan de los Andes no se desborden en verano y, con el tiempo, que tampoco se sequen en el invierno. 

Es de esperar que esta lección de hoy nos sirva para asumir de una vez por todas la prioridad absoluta que tiene para el Perú del siglo XXI la disponibilidad de agua y la urgencia de innovar para ello la tecnología preincaica que los comuneros de los Andes llaman hasta hoy “siembra y cosecha de agua”, para poner dentro de la Cordillera de los Andes diez mil millones de metros cúbicos de agua en cinco años. Es un volumen  equivalente al del lago Titicaca o cuatro veces la suma de todos los reservorios del Perú de hoy.

Durante siglos descuidamos los bosques andinos, los talamos para vender la leña, olvidamos la manera de controlar los huaicos, que por décadas han devastado luego pueblos y tierras. Hoy, por donde uno vaya en el Perú el primer reclamo de cada pueblo y cada ciudad es por agua.

Franklin Roosevelt dijo una vez que un pueblo que abandona su tierra prepara su propia extinción. Eso hicimos. Hoy, un supremo acto de lucidez y de humildad de parte de los peruanos es lo que exige aceptar que la regulación hídrica que nuestros antepasados dominaron hace muchos siglos debamos reaprenderla ahora junto con los ingenieros ingleses. 

Uno cosecha lo que siembra.      


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