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domingo, 8 de abril de 2018

ESTA NOCHE sábado 7 abril 2018



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.



El destino del fujimorismo


Jorge Morelli
@jorgemorelli1 
jorgemorelli.blogspot.com


Me reconforta escuchar a Alberto Fujimori decir hoy lo que he escrito innumerables veces, en todos los espacios de que he podido disponer: que las diferencias entre sus hijos siempre fueron y siguen siendo superables y que en el tiempo convergerán hacia el mismo movimiento, como siempre ocurrió en el fujimorismo. Me alegra doblemente oirlo viniendo de quien ahora viene porque es su voz la que tiene de sobra la autoridad necesaria para hacer ese llamado.

No son muchos los partidos políticos que superan la prueba del tiempo. Menos aún en Latinoamérica. Pero lo que invariablemente caracteriza a los que duran décadas y aun siglos -desde los liberales o los conservadores británicos o los demócratas y los republicanos estadounidenses o al que por décadas fue el sistema político japonés hasta el peronismo argentino y el PRI mexicano o el Apra en el Perú- es que hicieron espacio para la tolerancia, el debate abierto no solo interno sino en los medios, y para la existencia de dos alas que en competencia les permitieron reinventarse constantemente en la lucha política.

Esto es lo que caracteriza a lo que Giovanni Sartori denominó al sistema de partidos de pluralismo moderado -frecuente en Europa-, pero también al bipartidismo -inglés o norteamericano-, e incluso a lo que fue el sistema de partido dominante japonés.

Democráticos todos ellos, esos sistemas contrastan violentamente con los dos extremos del espectro: por un lado, el ultravioleta del sistema de partido hegemónico totallitario -como lo fue la URSS y lo sigue siendo Corea del Norte- y, en el extremo opuesto, el infrarrojo que nos resulta familiar en el Perú: el sistema de partidos de pluralismo polarizado, que multiplica exponencialmente su número y, en su versión extrema, engendra el antisistema.

El sistema estelar del pluralismo polarizado incuba en su seno el antisistema. Y, por la misma razón, engendra su propia antítesis: el germen del partido de pensamiento único sin espacio para la tolerancia y el debate. No es sino la reacción precaria e insuficiente ante el caos endémico del pluralismo polarizado. 

Esto es lo que hay que entender con claridad del mensaje de Alberto Fujimori. No es solamente un llamado a sus hijos a superar sus diferencias, sino a hacerlo dentro de un marco mayor, donde la discrepancia pueda procesarse dentro de reglas civilizadas. El fujimorismo confluirá en “un solo movimiento” en el 2021, “que es el que todos ustedes conocen”, como siempre lo hizo en el pasado. Ese es el mensaje.

Lo que Fujimori hace es un llamado al Perú a dejar atrás el conflicto estéril y el mundo primitivo del sistema de partidos polarizado para dar el paso a un pluralismo moderado, como lo hicieron los partidos europeos luego de la Segunda Guerra Mundial. Lo que Alberto Fujimori está pidiendo no es solo a sus hijos. Si el fujimorismo ayuda al Perú a dar ese paso se habría reeencontrado con su destino. 


 
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