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jueves, 24 de diciembre de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 23 diciembre 2020 "No pasaràn"


 
Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.

 

 

MEDIA COLUMNA

No pasarán

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

 


La destrucción de una ambulancia en la carretera, que bien podría salvar hoy mismo la vida a sus propios destructores o a sus familiares, es un acto que rompe con toda forma posible de comunicación.

La ruptura es para con cualquier orden de prioridades en materia de valores humanos. No deja espacio ya para valores compartidos.

 

Ni siquiera para los derechos humanos. Este acto emblemático de barbarie significa desprecio por la vida humana como tal. Transmite que, para sus protagonistas, existen prioridades sobre y por encima de la vida humana misma, la ajena y la propia.

 

Cuando esas prioridades son unas en cuyo altar se justifica el sacrificio de la vida humana, estamos ante algo propio solo del fanatismo fundamentalista, que siempre conlleva un propósito político aun cuando se reviste de un discurso teológico.  

Mientras esto tenía lugar ayer en la carretera, en la ciudad otra forma de quiebre comunicacional tenía lugar en el Congreso. Mientras empresarios agrícolas exponían sus argumentos en el hemiciclo, congresistas de izquierda radical sepultaban en el descrédito todos y cada uno de ellos acusándolos de mentir e los hechos. 

 

La discusión sobre hechos -ni siquiera sobre personas, mucho menos sobre ideas- es el signo inconfundible de la forma más primitiva de debate. Y en ese lugar, la discusión de hechos, es donde ha recaído el debate sobre el futuro del Perú y su economia en el siglo XXI.

 

Y el hecho es que quienes ayer destruyeron esa ambulancia están activamente interesados en impedir que los hechos sean conocidos. Lo que buscan es sembrar creencias falsas, reforzar prejuicios y mantener las mentes en cautiverio.

 

Claramente, el objetivo es impedir toda forma de diálogo. El objetivo es romper el diálogo y toda comunicación, provocar deliberadamente y forzar a los policías a la violencia en legìtima defensa para generar así un falso escenario de violación de derechos humanos que denunciar ante organismos internacionales. 

 

Es una farsa montada por quienes sacrifican los derechos humanos en aras de sus fines políticos.

El sacrificio de esos policías desarmados, sin embargo, no está cayendo en saco roto. Las imágenes en las redes están circulando por too el país e inclinando gradualmente a la opinion pública de todo el Perú del lado de su defensa.

 

Es la izquierda violentista la que está cavando su propia fosa electoral. Intuyendo ahora que no puede ganar, intentará desesperadamente impedir las elecciones.

 

No pasará.

 

 

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