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sábado, 14 de marzo de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 8 marzo 2020



Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Te tiro el cepillo

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

En la enrarecida atmósfera política y la histeria de sospecha que vivimos, pasa por un hecho normal la denuncia del aprovechamiento político por el gobierno de la emergencia del coronavirus.

Ni siquiera se advierte la insensatez.

Póngase el lector un instante en el lugar de una madre o un padre preocupados por sus hijos, que mantiene encerrados en casa por temor al contagio. ¿En qué le ayuda que una personalidad política le diga que el gobierno lo engaña para tapar sus propios problemas? ¿En qué peregrina idea cabe que pueda interesarle a esa madre o padre que una figura pública le haga saber que sospecha que el gobierno aprovecha la emergencia para esconder sus fallas? 

Peor aún. El mensaje implícito de la denuncia es por fuerza que la situación no puede ser realmente tan seria, ya que el gobierno la exagera para poder distraer a todos de su orfandad política.

Esta denuncia no solo muestra insensibilidad para con una opinión pública alarmada, sino que la induce a error y siembra dudas y confusión sobre todo lo que se informa, venga del gobierno o no.

Es una estrategia estúpida, incluso desde el punto de vista político más egoísta. Denunciar el aprovechamiento de la emergencia para fines políticos es aprovechar la emergencia para fines igualmente políticos.
 
Lo que los peruanos esperan es que la clase política cierre filas, posponga sus reivindicaciones por justas que sean, y esconda su pequeñez. Lo vienen esperando desde hace mucho.

Esa fue precisamente la causa del malestar que llevó a una mayoría a celebrar la disolución del Congreso, a pesar de la negación “fáctica” de confianza.    

Desde luego, es legítimo preguntar si hay o ha habido aprovechamiento, y también responsabilidad en el modo como el gobierno aborda la emergencia. Pero es algo que se puede y se debe evaluar después, no en medio de ella.  

Aun si fuera cierto, es patético ver levantarse el cívico dedo acusador contra el aprovechamiento político de la emergencia en plena emergencia. Ya habrá tiempo para eso después.

La falta de aplomo, en cambio, muestra el fustán de la piconería mal disimulada. Trae a la memoria ese antiguo vals que, burlándose del ridículo, decía: ”te tiro la horma, te tiro el martillo, la pata de cabra y también el cepillo”: el afán de echar mano de cuanto se ponga a tiro para lanzarlo por el aire sin pensar en que lo que importa es la gente.


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