ESTA NOCHE,
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MEDIA COLUMNA
No hace falta el CNM (II)"
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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El Consejo Nacional de la Magistratura no debe ser reformado, debe desaparecer.
En ninguna democracia de América existe una entidad semejante, que nombre a
todos los jueces de la República incluyendo a los de la Corte Suprema.
Lo que existe en todas las democracias americanas sin excepción es que a
los jueces supremos los nombra el poder Ejecutivo a propuesta del Congreso (y,
en algunos pocos casos, a la inversa). Ellos luego nombran a todos los demás
jueces.
Esto, porque el mecanismo por el cual el Ejecutivo nombra a los jueces
supremos es uno de los componentes fundamentales del equilibrio de poderes en
todas partes. Pero entre nosotros el equilibrio de poderes está quebrado porque
los jueces supremos son nombrados por un organismo ajeno a todos los poderes
del Estado.
El equilibrio de los tres poderes es como el del juego infantil donde,
no obstante, si el papel ya no envuelve a la piedra, ya no es posible el juego.
La pérdida del equilibrio de poderes ha condenado a nuestra democracia a ser
una de baja gobernabilidad.
En ningún sitio existe un organismo autónomo ajeno a los poderes del
Estado que nombre a los jueces supremos. Menos aun uno donde la mayoría de sus miembros
provenga de la sociedad civil y no del
Estado.
Y aun menos uno en el que esos supuestos representantes de la sociedad
civil son elegidos por colegios profesionales y universidades. Esto recibe en
la historia política el nombre de corporativismo.
El mejor sistema de justicia del mundo, según consenso, es el del Reino
Unido. Reza un dicho inglés que para ser juez hay que ser, ante todo, un
caballero y, si se sabe algo de Derecho, mejor.Hasta el gobierno de Tony Blair,
los jueces supremos ingleses fueron designados por el Lord Chancelllor de entre
quienes él creía adecuados para ser propuestos a Su Majestad, la reina Isabel
II. Convencido Blair de la necesidad de reformar esta institución medieval,
propuso que los jueces supremos fueran nombrados por una comisión cuyos
miembros serían designados por… el poder Ejecutivo.
En la cándida idea de erradicar la corrupción de la justicia con gente
de “fuera” de la justicia, sin embargo, en el Perú se entregó el nombramiento
de los jueces supremos a unos presuntos representantes de gremios corporativistas.
Inevitablemente, el mecanismo se corrompió. De allí la corrupción que hoy toma
estado público.
Entre nosotros existe la noción arraigada de que la corrupción es un
problema de personas. Este es el peligro. Ya antes se ha intentado reformar la
justicia decapitando cortes supremas enteras. No es que sea innecesario, es que
no basta. Ya antes hemos tenido también una comisiòn de “notables”. El problema
está en la arquitectura institucional fallida, que corrompe a las personas y
corromperá los que se nombre.
Esa fallida arquitectura institucional no se limita a la justicia. El
problema nace de la relación disfuncional
entre el poder Judicial y los otros dos poderes –Legislativo y Ejecutivo- y en
la relación de estos entre sì. El problema está en el equilibrio de poderes.
Este necesita ser rediseñado para devolverle al Ejecutivo y al Legislativo su
función respecto del poder Judicial: un papel en el nombramiento de los jueces
supremos.
Y también hace falta recuperar el equilibrio interno del poder Ejecutivo
entre los tres niveles del gobierno. Y el del Legislativo volviendo a la
bicameralidad.
Si no se aborda el asunto desde eete punto de vista macro, tomando
distancia y con perspectiva, la reforma que otra vez intentan estos nuevos “notables”
seguirá tomado el rábano por las hojas.
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