ESTA NOCHE,
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MEDIA COLUMNA
Es lo que hay
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Los partidos y los políticos son medios, no fines en sí mismos. Son medios
para alcanzar los fines que importan. En este sentido, el gobierno de
Martín Vizcarra o el partido de Keiko Fujimori o son medios para alcanzar esos
fines o no sirven. Fines son la igualdad
de oportunidades, la libertad de la economía, la gobernabilidad democrática.
Para corregir la falla en nuestra democracia de baja gobernabilidad, es
indispensable la reforma del Congreso. Y la bicameralidad es, hoy y aquí, la
herramienta a la mano. No es una solución perfecta. Es una solución provisional,
sin embargo, para quitarle al Congreso el poder desmedido que exhibe todos los
días ante el Perú el “primer poder del Estado” al que el pueblo detesta.
La solución óptima -fuera del alcance por ahora- no es solo la reforma
del Congres. Involucra la reforma judicial, que no ha comenzado aún. La del CNM
es un despropósito. A diferencia del Congreso, que debe ser reformado y no
cerrado, el CNM no debió ser reformado, debió ser cerrado. Ya es tarde para eso
por ahora, pero en el tiempo la nueva Junta Nacional de Justicia demostrará
también su carácter superfluo. El equilibrio de poderes (checks and balances le
llaman los norteamericanos) demanda que el Ejecutivo y el Legislativo tengan
alguna entrada en el nombramiento de los jueces supremos Asi se hace en todo el
continente sin excepción. Desde luego esa tampoco es una solución perfecta,
pero crear un organismo constitucional autónomo s un invento nacido de la
imaginación que rompió el equlibrio de poderes solo para corromperse despúes.
No podía ser de otro modo.
La solución es el equilibrio de poderes, que necesita también de la
reforma del poder Ejecutivo, cuyo equilibrio interno se ha perdido entre el
gobierno nacional, los gobiernos regionales y los gobiernos locales, a causa de
una regionalizacion fracasada. Hay que reequilibrar la descentralización. El
déficit fiscal se abate como una tormenta sobre nosostros. Y tenemos que tomar
la decisión política de reducirlo ahora antes de llegar a la stuación a que ha
llegado la Argentina de Macri de cerrar la mitad de los ministerios en una
operación de cirugía mayor.
Pero la reforma tiene que empezar por el Congreso. La justicia no puede reformarse a si misma, como queda demostrado una vez más, y el Ejecutivo no puede reformarla desde que le fueron cortados sus lazos con ella. De modo que quien está llamado a liderar la reforma es el Congreso, pero tiene que comenzar por reformarse a sí mismo primero, porque ha perdido credibilidad y debe recuperarla. La reforma para restablecer el equilibrio de poderes y lograr una nueva gobernabilidad democrática empieza por el Congreso. Pero eso significa quitarle el poder desmedido que hoy tiene, con el que prevalece siempre sobre el Ejecutivo y judicializa la política al instrumentar al poder Judicial como árbitro del conflicto de poderes.
Pero aquí y ahora lo que podemos hacer es comenzar por la bicameralidad para reformar el Congreso en vez de cerrarlo. Para encapsular el debate político dentro del Congreso , donde debe estar, y sacarlo de la arena de la relación del Congreso con el Ejecutivo donde a cada paso genera un conflicto entre los poderes que nos ha condenado a ser una democracia de baja gobernabilidad.
La bicameralidad es solo el primer paso. No es una solución perfecta. Pero aquí y ahora, es lo que hay.
Pero la reforma tiene que empezar por el Congreso. La justicia no puede reformarse a si misma, como queda demostrado una vez más, y el Ejecutivo no puede reformarla desde que le fueron cortados sus lazos con ella. De modo que quien está llamado a liderar la reforma es el Congreso, pero tiene que comenzar por reformarse a sí mismo primero, porque ha perdido credibilidad y debe recuperarla. La reforma para restablecer el equilibrio de poderes y lograr una nueva gobernabilidad democrática empieza por el Congreso. Pero eso significa quitarle el poder desmedido que hoy tiene, con el que prevalece siempre sobre el Ejecutivo y judicializa la política al instrumentar al poder Judicial como árbitro del conflicto de poderes.
Pero aquí y ahora lo que podemos hacer es comenzar por la bicameralidad para reformar el Congreso en vez de cerrarlo. Para encapsular el debate político dentro del Congreso , donde debe estar, y sacarlo de la arena de la relación del Congreso con el Ejecutivo donde a cada paso genera un conflicto entre los poderes que nos ha condenado a ser una democracia de baja gobernabilidad.
La bicameralidad es solo el primer paso. No es una solución perfecta. Pero aquí y ahora, es lo que hay.
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