miércoles, 8 de abril de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 8 abril 2020



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MEDIA COLUMNA
Recuerdos de
“Madame Déficit”

Jorge Morelli
@jorgemorelli1


En este momento la prioridad debe centrarse en cómo gastar lo mejor posible en la cantidad que sea necesaria para que empresas y trabajadores arranquen cuanto antes los motores de la economía.

La cuestión de cómo se va a financiar ese gasto pasa forzosamente a un segundo lugar en este momento. El déficit fiscal va a volar, es cierto. Pero eso no importa ahora.

En tiempos “normales”, por disciplina fiscal nos habíamos propuesto alcanzar un déficit cero en un plazo hoy imposible ya. Esto, por temor a la descalificación de las clasificadoras de riesgo, que podían quitarle al Perú el grado de inversión obtenido con esfuerzo. La verdad, veníamos difiriendo esa meta culposamente. Tendremos que volver sobre ella después, pero hoy es necesario echar mano de los ahorros que la disciplina fiscal permitió guardar durante casi 30 años para salvar la emergencia.

¿Qué es “normal”, además, cuando Estados Unidos anuncia que tendrá un déficit fiscal de 15% de su producto? Es una redefinición de la “normalidad” lo que viene, porque hará falta un rediseño del refugio global para el valor económico.

Los mercados y los Estados están comprando oro. Fundamentalmente, porque la nueva mega marea de dinero para rescatar a la economía global de la destrucción es el punto de partida de un nuevo ciclo de burbuja y colapso. La gran diferencia es que hoy todos lo saben.

La deuda mundial ya es 322% del PBI mundial. O sea, hemos gastado ya tres años en el futuro. 

“Madame Déficit” es el sobrenombre que la corte de Versalles puso a la reina María Antonieta a causa de sus extravagancias. Seguramente no porque gastara más que sus predecesoras, sino porque todos sabían que no había ya con qué respaldar el gasto y que la Corona de Francia no tenía ya crédito en los bancos.

Después de todo, la economía es una profecía que se realiza a sí misma.    

Hoy, el oro no deja de subir en el mercado global a pesar de las celadas que le tienden, y el dólar sigue perdiendo su valor. En 1944 una onza de oro valía 35 dólares al cambio fijo establecido por Keynes en Bretton Woods. Pasó a valer 70 dólares cuando Nixon rompió en 1971 la atadura del dólar al oro, que Truman le había jurado a Keynes respetar con la palabra del presidente de Estados Unidos de por medio. Hoy una onza de oro vale 1,685 dólares en el mercado, casi 25 veces más que los 70 dólares post Nixon. ¿Ha subido de precio el oro 25 veces? No, es el dólar el que vale 25 veces menos.

Ninguna moneda en el futuro podrá ser un medio de cambio estable –menos aún un refugio para el valor- si no está ligada de un modo u otro al oro como referente relativamente inmóvil, como la estrella fija que guía las naves de la economía global. 

¿Y qué clasificadora va a rebajarle la nota al Perú a causa de un déficit fiscal similar al del resto del planeta si es uno de los países del mundo que produce cobre, litio y plata, además de oro? Ese ha sido el sinónimo de su nombre en la historia de Occidente desde la primera globalización en el siglo XVI. Hay que capitalizar esa marca en el presente.



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domingo, 5 de abril de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 3 abril 2020




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Más lejos,
más rápido


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


No tenía expectativa alguna de lo que el Estado peruano pudiera hacer ante la pandemia mundial. Asumí, por lo tanto, que haría poco o nada por la seguridad o la economía de los peruanos, y concluí que todo iba a depender de lo que cada familia pudiera hacer por sí misma.

Han pasado semanas. Y lo que el Estado ha hecho no deja de ser un logro. Quien, como yo, no esperaba absolutamente nada, no puede dejar de notar que ha avanzado una estrategia en dos direcciones simultáneamente, y en ambas más lejos que todos sus vecinos latinoamericanos.

En el frente de la seguridad contra la pandemia ningún país de la región ha implementado una cuarentena tan fuerte como la nuestra. Algunos no la aplican acaso por no poder hacerla respetar. Acá se está respetando. ¿Hay 37 mil detenidos por desconocer la cuarentena? Sospecho que la ciudadanía lo toma como un mal necesario. No hay queja, lo demuestra a diario. Aplaude en las noches no solo a los médicos, también a la Policía y al Ejército que patrullan el toque de queda.

También en el frente económica la estrategia ha avanzado más lejos y más rápído que cualquier otra. El Estado ha destinado un 12 por ciento del PBI -unos 25 mil millones de dólares- a contener la pandemia primero y, luego, a prestar a las empresas para preservar la cadena de pagos y el pago de los salarios sin perder empleos. Y, finalmente, para que los motores vuelvan a arrancar luego de este período.

Se puede sospechar que esa cifra es exagerada y esconde un populismo malsano. Eso es fácil de averiguar. La prueba ácida es la comparación de sus conclusiones con las del análisis independiente del ex ministro de Economía Jorge Baca. Las cifras son muy parecidas. Si dos análisis separados llegan a conclusiones similares, no pueden ambos estar muy lejos de la realidad. Esas cifras son, más o menos, lo que hace falta para rescatar empresas y empleos.

Ha habido en todo el planeta un arduo debate durante semanas sobre si la prioridad debe ser la salud sobre la economía. No es un juego de suma cero. No hay que optar. De hecho se puede ir en ambas direcciones al mismo tiempo. Es lo que ha hecho el Perú.

El tiempo dirá si era o no la mejor estrategia. Pero nadie ha lanzado un plan de la magnitud del nuestro en proporción al tamaño de su economía. Ni Estados Unidos, que ha lanzado uno del orden del 10% de su PBI, ni Brasil, una economía doce o quince veces más grande que la nuestra, que habla hoy por primera vez de un programa de 22 mil millones de dólares, menor que el nuestro.

Aunque nadie en la región haya ido tan lejos, eso no asegura la victoria en esta lucha desigual. Pero hay que decirlo, porque hay que saberlo.

¿Hay mérito del gobierno en todo esto? En la parte que le toca, que no es pequeña. El resto, la mayor parte, proviene de esa misteriosa fuente de energía a la que acuden los peruanos en momentos de extrema necesidad.


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miércoles, 1 de abril de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 1 abril 2020


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Para romper el
cerco de la amnesia  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


En buena hora el gobierno anuncia que el Estado invertirá 25 mil millones de dólares, el 12% del PBI del Perú, en el rescate de empresas para impedir que se rompa la cadena de pagos. Pero el fondo de los pensionistas peruanos tiene 50 mil  millones de dólares, dos veces más. La solución entonces está en el sector privado y al alcance de la mano. Pero hay que pensar en grande.

Un cerco impide crecer al fondo de pensiones. No se expande en número de aportantes. Lo que frena su crecimiento es, en primer lugar, la desconfianza de las AFP. Romper el cerco que impide crecer al fondo de pensiones significa incluir a cada vez a más peruanos. Si el tamaño del sistema está limitado por el cerco, no puede pagar pensiones dignas. Cobra lo más  y paga lo menos. Vencer la desconfianza requiere que las AFP redefinan el papel del fondo de pensiones presentando a los peruanos una visión verosímil del futuro del Perú. Una que permita creer en la posibilidad cierta de la inclusión de todos los peruanos en el sistema de pensiones, desde los informales urbanos hasta los comuneros andinos.

¿Cómo incluir a todos, entonces? Para generar confianza es inútil repetir que, si no se aporta, en la vejez no se tendrá una pensión. Para su vejez los peruanos invierten en educación para sus hijos. Sospechan del sistema de pensiones. Para que alguien se mude de casa, no basta mostrarle que el techo se le caerá encima. Hay que fundarle el amor de vivir en otra parte. Y eso supone una visión.

¿Cuál sería, entonces, esa visión? Piense un instante cómo sería el Perú si invirtiera masivamente en bosques y en agua en los Andes. Dos millones de hectáreas de bosques retendrían en la altura el agua de la estación de lluvias en lugar de perderla en el mar, almacenarían en cinco años una reserva de diez mil millones de metros cúbicos de agua dentro de la Cordillera, que regularía los huaicos y los ríos que bajan al mar. Invertir en esto una parte del fondo permitiría inscribir a millones de comuneros como aportantes, que verían crecer ante sus ojos los árboles que pagarán por su vejez. Así se rompe el cerco que impide crecer. Eso es asegurar el futuro de los peruanos en el largo plazo. ¿Y cuál es si no, al fin y al cabo, la razón de ser de un fondo de pensiones?

¿Qué parte del fondo invertir? Cuando mucho unos 6 mil millones de dólares. Esto, en lugar de invertir la mitad del fondo de los peruanos en el mercado de valores global, donde los papeles pueden no tener bienes detrás, atrapado como se halla hace décadas en el ciclo de la burbuja y el colapso. Invertir parte del fondo de pensiones en dotar de papeles a nuestros bienes –la tierra, los bosques sobre ella y los recursos debajo de ella- y llevar esos papeles a las bolsas globales es no solo económicamente rentable, sino un acto de sensatez.

Pero las AFP no tienen esa clase de visión arrinconadas como se hallan a la defensiva, atrincheradas con economistas "influencers" que suministran explicaciones técnicas en sesudos comunicados que nadie lee. Necesitan difundir una visión con una ofensiva mediática masiva, pero no logran percibirlo. Esa visión es innovar la tecnología andina tradicional del agua, llenar de bosques los Andes desde Puno hasta Cajamarca, invirtiendo en ella parte del fondo de pensiones del Perú. Es invertir los ahorros privados de los peruanos en la economía real de los peruanos del siglo XXI para fundar la clase de expectativa que crea valor en el presente.

Como sospechará el lector, esa visión nació de la mente y el corazón Alberto Fujimori. Incluso la idea de invertir en ella con el fondo de pensiones. Pero hoy, una vez más, el enemigo es el Congreso. 

Retirar el 25% del fondo de los pensionistas del Perú para venderlo en la emergencia es arrojarlo al fuego, porque esos papeles están hoy por los suelos en el mercado global. Es perder valor también en el 75% restante. Esta grosera mentira populista proviene de varias bancadas de las que todo puede esperarse, pero –da vergüenza decirlo- también de Fuerza Popular que en su amnesia interminable no recuerda ya siquiera quién creó el sistema privado de pensiones en el Perú ni que lo hizo para asegurar una vejez digna a todos los peruanos invirtiendo sus ahorros en el futuro de sus hijos.


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domingo, 29 de marzo de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 29 marzo 2020



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La cadena de pagos es una sola


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


La propuesta que hace el ex ministro de Economía Jorge Baca Campodónico en esta edición de EXPRESO es verdaderamente extraordinaria.

Lo primero es que las medidas para rescatar la economía del colapso tomadas hasta la fecha son por un monto que es la mitad de lo que hace falta.

La suma de todas las medidas hasta hoy alcanza al equivalente de 1.4% del PBI del Perú, según Baca. En la estimación de Apoyo, suman 1.7% del PBI. Da lo mismo.

El hecho es Baca calcula que hace falta un 3% del PBI, el doble de lo actual, para evitar la pérdida de empleos y la destrucción del aparato productivo.

¿Que esto puede causar un déficit fiscal gigantesco? Por supuesto que sí. El paquete actual generará uno de 6%, dice Apoyo. Así fuera el doble, hay que asumirlo. Hay que hacer con el déficit fiscal lo mismo que con el contagio del coronavirus: aplanar la curva en el tiempo. Empujarla hacia adelante. No hay otro camino.

Lo más importante hoy no es tampoco cómo se financia ese gasto, sino hacia dónde se dirige ese gasto.

Al respecto, considere lo siquiente: Baca precisa que EE.UU, Alemania y el Reino Unido están asumiendo el costo íntegro de la planilla de todos los trabajadores parados durante todo el período de suspensión.

Además, aplican, como se sabe, la cuarentena de manera dirigida solo a ciertas zonas o ciertos grupos de edad para no pararlo todo. Así es como evitan el despido masivo y permiten a las empresas arrancar de nuevo.

Nosotros no sabemos regular bien eso ni podríamos darnos el lujo de cubrir la planilla entera del país. Baca precisa entonces un modo de acotar el subsidio cubriendo la planilla de los que menos ganan al 100%, y solo al 25% la de los que ganan más. Los números pregúntenselos a él.

Lo importante es que es posible que eso signifique reorientar el paquete que el gobierno viene aplicando hasta la fecha. Porque hay en ese paquete ayudas directas muy bien intencionadas –como el bono de 380 soles a las familias, o disposiciones para las empresas más pequeñas-, pero no dan en el blanco.

Es imposible direccionar la ayuda a las empresas más pequeñas porque la inmensa mayoría de ellas son informales y, entonces, ¿quién sabe dónde están, cómo alcanzarlas? No existe un registro de informales. Si hay por allí alguno que dice que es la oportunidad para formalizarlas, no haga caso de eso. Richard Webb me dijo una vez hace décadas, cuando presidía el BCR la primera vez, que una política pública, para ser eficiente, nunca debe tratar de matar dos pájaros de un tiro.

Los trabajadores y las empresas informales son proveedoras de las empresas formales. Para salvar a los trabajadores y a las empresas informales, dice Baca, hay que hacer arrancar de nuevo a las empresas formales medianas o grandes que dan empleo a las informales.

Las empresas más grandes, en cambio –las mineras y las de energía, los bancos, las de comunicaciones- pueden salir adelante por sí mismas.

Pero la economía, señores, es una sola, no dos. No hay una economía formal y otra informal. Eso del dualismo es una imagen falsa que quedó de lado en los trabajos sobre la Indonesia holandesa hace 50 años. La cadena de pagos es una sola.


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miércoles, 25 de marzo de 2020

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Combo letal


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


La Fed anuncia que comprará cantidades ilimitadas de bonos del Tesoro de Estados Unidos para detener su derrumbe.

Y anuncia también que comprará papeles que tienen hipotecas como respaldo. No es necesario subrayar los recuerdos que esto trae aparejados sobre el por qué del colapso de la burbuja de 2008 (para los interesados, ver en Netflix, previo doble café fuerte, la extraordinaria cinta “The Big Short”, traducida como “La gran apuesta”).  

La lección es que enormes cantidades de dinero en la economía y nada de valor que comprar con él no pueden producir otra cosa que una burbuja destinada al colapso. Es un combo letal.
 
Fue lo que sucedió en 2008 con las hipotecas sub prime y los famosos CDOs que no pararon de multiplicarse como cuyes hasta elevar al cuadrado y al cubo su propio vacío. Todo esto envuelto en un lenguaje maligno.

Esa vez el tsunami barrió con los bancos. Tuvieron que ser rescatados por los Estados. O sea, por decisión politica.

Para poder hacerlo, no obstante, tuvieron que inundar el mercado global de dinero, una vez más. Y esta vez el dinero fue a comprar bonos de los Estados.

Es más, la decisión politica esta vez fue que un Estado comprara los bonos de otro. Los de su rival, es más, para hacerlo dependiente de esas compras mientras el Estado comprador de bonos atesoraba sus propias reservas en oro, no en bonos.

Es decir, esta vez es el reflujo del tsunami. Y va en la dirección opuesta al de hace doce años. Esta vez amenaza con quebrar Estados.

El combo letal -repito- es el monstruoso exceso de dinero y nada de valor que comprar con él.

El círculo vicioso no se detendrá hasta que en los mercados de valores haya algo de valor que comprar, y los papeles que se transan ahí vuelvan a tener bienes reales detrás. Y esto solo sucederá cuando los bienes de las economías emergentes del planeta tengan papeles que puedan ser llevados a los mercados de valores.

Entonces será posible retirar progresivamente la marea de dinero de la economía global sin causar una daño mayor al hacerlo. Entonces habremos dejado atrás, por fin, la infección de este virus más letal que el que acecha hoy al mundo.


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domingo, 22 de marzo de 2020

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El rebote milagroso de China



Jorge Morelli
@jorgemorelli1


El banco JP Morgan, símbolo de Wall Street y del sistema financiero de Nueva York, ha anunciado algo que significaría un vuelco total en la evolución de la crisis económica global derivada del coronavirus.

JP Morgan ha producido un informe en el que, desgraciadamente, este primer trimestre del año –enero, febrero, marzo-, la caída del PBI global será de -12%. Esta recesión del primer trimestre en EEUU será de -4%, en Europa de -15% y en China de -40.8%.

"La expansión global más duradera que se ha registrado (en la historia) llega a su fin", dice el banco.

No obstante, JP Morgan anncia en el mismo informe que en el segundo trimestre -abril, mayo y junio-, la recesión en Estados Unidos se profundizará hasta el -14%  y  hasta el -22% en Europa.

La buena noticia, sin embargo, es que, según JP Morgan en este mismo segundo trimestre en que EEUU y Europa se hunden en la recesión, China rebotaría milagrosamente desde el fondo iniciando su recuperación con un crecimiento de 57,4%.

La economía global como conjunto reaccionaría recién en el tercer trimestre de 2020, en julio, agosto y setiembre. Para entonces el PBI global crecería 19.1% con un rebote en EE.UU. de 8%, en Europa de 45% y en China de 23.9%.

Para el 2020 entero, JP Morgan estima que, luego del desplome de la primera mitad, el PBI global crecerá en el año pese a todo, aunque solo en 0.5%. Pero esto porque China lograría crecer en el año 5.1%.

Desde luego, el Perú está tratando de crecer por sus propios medios. El Banco Central de Reserva ha bajado la tasa de interés en un punto procentual entero, cuatro veces más de lo que suele hacer cuando quiere mover la economía.

Y el gobierno hace lo que puede –que no es mucho- para evitar la quiebra masiva de las empresas y la destrucción del aparato productivo. Pero no será suficiente ante lo que viene.

El milagro es que si las previsiones del JP Morgan son acertadas o al menos cercanas a la realidad, China volvería a comprar nuestro cobre y nuestra agroindustria.

Sería la locomotora que saque al Perú del pantano. Y, después de todo, el banco JP Morgan no tendría por qué falsear la realidad. Es insospechable de parcialidad a favor del gigante asiático. 


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viernes, 20 de marzo de 2020

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Julio César en América


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Siempre estuvo allí. Pero ahora circula en las redes. Una afiebrada denuncia pretende que la democracia de EEUU puede ser hoy víctima de un golpe de Estado con el pretexto del coronavirus. Supuestamente, tomar el poder absoluto es la forma de salir adelante no solo de la pandemia sino de la pugna por la hegemonía global.

El discurso del presidente de Francia del lunes pasado, por ejemplo, ocurre luego de que el Parlamento francés le diera poderes plenos para legislar en la emergencia. El autoritarismo toca la puerta siempre en todas partes.

La emergencia fue precisamente la razón de Estado tras la "unitary executive theory” invocada por Dick Cheney y George Bush hijo cuando la barbarie terrorista del 9/11 en Nueva York. La misma razón de Estado tras las cuatro sucesivas elecciones de Franklin D. Roosevelt de 1932, 1936, 1940 y 1944, sin precedentes en la historia del país. Como estuvo detrás, igualmente, del velado conflicto entre el poder militar y la Presidencia, entre Harry Truman y el general Douglas McArthur, que encontró su desembocadura en el equilibrio de la Presidencia de Dwight Eisenhower.

Más lejos en el tiempo, sin embargo, la misma vieja razón de Estado está detrás del libérrimo uso del instrumento del decreto presidencial por el presidente Abraham Lincoln, para cortar el nudo gordiano de la abolición de la esclavitud en medio de la Guerra de Secesión.

Y no es, ciertamente, que el fin noble justifique medios innobles.

Lo que ocurre es que la democracia en América siempre fue una tensión entre dos fuerzas, como bien lo sabia Alexis de Tocqueville, que las había conocido de cerca y descrito ya en “El Antiguo Régimen y la Revolución”.

Son las fuerzas opuestas presentes desde el primer dia de la Independencia de Estados Unidos en la pugna elegante, pero sorda, entre el afrancesado cuasi revolucionario Thomas Jefferson, campeón de las libertades y del principio de la  representatividad -que, sin embargo tenía esclavos en Virginia-, y el austero agricultor y severo jurista de Boston John Adams, defensor del principio de gobernabilidad atado a la odiosa silla de la Presidencia del Congreso.

Unidos por una misteriosa relación de fraternal desconfianza y rivalidad, Adams y Jefferson murieron el mismo dia -uno en su plantacion del Sur, el otro en su granja de Massachussetts-. Ese día fue el 4 de julio de 1826, a medio siglo de distancia exactamente de la fecha de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.

La rivalidad entre esos Padres Fundadores de Estados Unidos halló su equilibrio en George Washington. Pero un equilibrio siempre precario, siempre momentáneo, porque siemore estuvo la sombra de Julio César acechando, esperando cumplir el destino inexorable de Roma: el fin de la República y el comienzo del Imperio.


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